“La conexión que tenemos no empieza en la música, se inicia en la manera en la que nosotros vemos la vida”. Sobre esa cercanía, como explica Ariel Brínguez, se sustenta Alma en Cuba, el proyecto que el saxofonista comparte con Iván Melón Lewis. “Cuando estás en una banda de 15, igual te llevas fatal con el clarinete, pero mira, él está lejos, en la otra esquina, todos tocamos, el público disfruta y ya está. Pero en un dúo, no hay posibilidad. Es importante que haya una conexión personal muy fuerte entre ambos”, añade el pianista. Así lo volverán a demostrar ambos en Donostia este próximo jueves 22.

El concierto se producirá en la sede de Musikene, a las 20.00 horas, estando las entradas disponibles en la web www.dentralia.com o en taquilla el día del concierto a partir de las 19.00 horas. “Cada concierto que hemos hecho con este proyecto ha sido un exitazo de público. La gente está interesada en saber qué tenemos que ofrecer y está llenando prácticamente todas las actuaciones”, sonríe Brínguez.

Sin etiquetas

Quienes acudan se van a encontrar “a dos músicos locos y apasionados por la música cubana, y con unas ganas terribles de querer siempre compartir. Más que un concierto es un encuentro de gente que sentimos y nos apasionamos con la música. Es un viaje a esa Cuba que está en la música que tanto nos ha influido y nos ha marcado, esa ida y vuelta entre la música clásica y la música popular”, describe el pianista, quien añade a renglón seguido que “no somos los primeros que hacemos esto, por supuesto”.

Hay mucha gente que hoy en día se sigue empeñando en separar: o tocas música clásica o tocas música popular o tocas jazz o tocas… Pero nosotros siempre hemos creído en todo lo contrario. Este dúo es eso, un homenaje a ese vínculo, para nosotros indisoluble, entre la música clásica y la música cubana”, describe Lewis. “Es bastante recurrente que te definan: si eres clásico, si eres jazz, si eres salsero… Alma en Cuba pretende abrazar todo lo que somos con todo el respeto, pero también con toda la irreverencia”, suma Brínguez, quien destaca que esas mismas intenciones se reflejan en el primer disco que se ha editado con este dúo.

Desde la pandemia

Más allá de la relación personal que une a ambos creadores, Alma en Cuba nació casi por casualidad, en realidad. Cuando se empezó a recuperar la posibilidad de hacer conciertos, a Brínguez se le presentó la posibilidad de ofrecer una actuación a dúo con un pianista. En principio, el elegido era Pepe Rivero, pero la agenda no cuadró. Fue cuando Lewis apareció en escena. “Tras el confinamiento, yo solo tenía ganas de tocar donde fuera”, ríe el intérprete.

Así que en febrero de 2021 llegó aquella primera vez. “Nos gustó muchísimo y poco a poco todo esto fue cogiendo forma hasta que llegó un momento en el que nos dijimos que esto había que grabarlo en un disco”, describe Lewis. Eso sí, tanto él como Brínguez –que incluso ahora está metido en la aventura de publicar un libro de poesía– cuentan al mismo tiempo con diferentes propuestas en distintos formatos, así que Alma en Cuba sigue creciendo, pero a su ritmo.

“Yo no quiero tocar todos los días porque se necesita espacio para vivir, para componer, para descansar… Si no paras terminas por perder la frescura en las ganas de hacer cosas”, subraya el pianista. “Yo tengo diferentes proyectos y a veces tengo que poner freno a las cosas. No es por falta de ideas, pero también tienes que tener en cuenta que a cada propuesta le tienes que dar su cobertura y su espacio”, también de cara a los programadores y el público, como explica Brínguez.

Por de pronto, sus próximos pasos conjuntos pasan por la capital guipuzcoana, en la que ambos ya han dejado sobradas muestras de su calidad profesional y humana. “Estamos sobre el escenario bastante al desnudo. Es un piano y un saxofón tocando música desprejuiciada, con todo el desparpajo que tiene la música popular. Nosotros, como artistas, somos observadores a los que les gusta la belleza”, dice el saxofonista.

“Un tal Herbie Hancock dejó escrito una vez que una de las cosas más importantes que ha aprendido es a estar con las personas, a compartir. Es lo que hacemos Ariel y yo. Mi humilde consejo a la gente que viene en las nuevas generaciones es que, sí, hay que practicar y estudiar, pero que, sobe todo, hay que vivir, hay que estar con los amigos, con la familia... Esto llevado a nosotros es igual. Eso se refleja a la hora de tocar”.