Una gran lámpara de araña se alza del suelo al techo. El tiempo parece que se “rebobina” y da marcha atrás. Así comienza uno de los musicales más celebrados de la historia, El fantasma de la ópera, que adapta la novela homónima del escritor francés Gastón Leroux y que cuenta con más de 160 millones de espectadores en todo el mundo. Después de dos temporadas y más de 580 funciones -ocho a la semana-, este espectáculo abandonará pronto el Teatro Albéniz Madrid para salir de gira por todo el Estado. A Donostia llegará el 26 de junio y durante cuatro días, el espectro al otro lado del espejo “sembrará el caos” en el Kursaal.

Durante esas funciones, el auditorio donostiarra se convertirá en la parisina Ópera Garnier y también viajará en el tiempo, hasta finales del siglo XIX. Como adelanto de lo que será esta gira, la promotora Let's Go ha invitado este miércoles a la capital del Estado a varios medios de comunicación para que viesen, antes del estreno en su propio municipio, una de las funciones de este musical que compuso Andrew Lloyd Webber y que se estrenó por primera vez en 1986 en el West End londinense.

El Fantasma de la Ópera El Fantasma de la Ópera

Este Fantasma de la ópera, con un equipo técnico de unas 80 personas -entre ellas, 29 artistas y una orquesta de 15 músicos-, es una nueva adaptación de la obra de Webber, diferente a la que se estrenó, también en Madrid, a principios de este siglo. Se trata de un show de gran formato con muchos elementos y personas en escena que requieren de una sincronización suiza. Los textos han sido versionados de nuevo para llegar a la “verdad” escénica. Así lo explica Sílvia Montesinos, directora residente del espectáculo madrileño y encargada de la nueva traducción. Montesinos ha intentado traer el texto a la actualidad, no desde un punto de vista diegético -es decir, la obra sigue ambientada a finales del XIX-, sino como forma de “conectar con el público”. Ella, junto con el director titular Federico Bellone, viajaron a Londres para ver la pieza y pensar qué podían añadir “a un espectáculo de esta magnitud, solera y éxito indiscutible”. “No pensábamos superarlo, pero sí aportar algo”, confiesa Montesinos, en una conversación con este medio.

Las películas, las series, las nuevas narrativas de formato rápido han hecho que la mirada del público haya cambiado. “La organicidad y la verdad en el escenario” fueron las apuestas de los responsables de esta producción para aportar al espectáculo. El fantasma de la ópera, en su concepción original, era un musical basado en “cuadros escénicos, donde todo formaba parte de una estética”. En el caso de la nueva adaptación, han procurado que el espectador esté “centrado” en lo que está ocurriendo, que entienda la trama, los giros, la evolución de los personajes y, lo más importante, que se vea reflejado.

Christine Daaé, el nexo

La catalana Judith Tobella es una de las alternantes del personaje de Christine Daaé, el “nexo” de toda la trama que en esta versión cobra un mayor protagonismo. La intérprete cuenta que es un personaje “muy exigente”. Los datos lo confirman: canta dos horas de los 150 minutos que dura el musical. De hecho, la primera prueba de fuego se le presenta en los diez primeros minutos, cuando debe entonar Piensa en mí, un solo en el que pasa “de cero a cien” en apenas unos instantes. Ella que, en primer lugar se considera cantante y luego actriz, explica que, durante la función, su personaje pasa por un auténtico “torrente de emociones” en el que ríe, llora, se emociona y se enamora, todo ello mientras mantiene “la precisión técnica necesaria” que exigen las partituras. Esta exigencia tan alta hace que Christine cuente con tres cuerpos y voces que la encarnan: la titular Talía del Val, que hace cinco funciones a la semana; Tobella, que hace dos; y la cover Laura Enrech, que se mete en su piel en una de cada ocho funciones.

El fantasma de la ópera cuenta la historia de esta joven de dieciocho años, que tras quedar huérfana entra a formar parte del elenco de la Ópera Garnier, un teatro al que acecha un espectro que nadie conoce. El Fantasma, un hombre con el rostro desfigurado, rechazado y maltratado por la sociedad pero de enorme talento artístico, queda prendado de la joven y la forma para ser la prima donna de un auditorio que prevé reabrir sus puertas con una nueva gerencia. Cuando Raoul, un joven pretendiente de Christine entra en escena, no obstante, el Fantasma, de carácter posesivo, comienza a cometer una serie de asesinatos que amenazan la reapertura de la ópera parisina.

El Fantasma de la Ópera El Fantasma de la Ópera

A juicio de Montesinos, en los textos de las primeras versiones que se hicieron, el personaje de Christine quedaba algo desdibujado. La retrataban como una joven inocente, sin mayor profundidad. En la adaptación que llegará al Kursaal, en cambio, Christine es una mujer que acaba descubriendo lo que se esconde en su interior, que es una mujer fuerte. Y es que si algo es El Fantasma de la ópera, asegura la directora residente, es una historia sobre lo que esconde cada uno, la oscuridad y, por supuesto, la luz. Así, en este nuevo montaje, Montesinos promete que la evolución del personaje de la joven es mucho más clara, desde que aparece como una más del conjunto del ensemble hasta que se convierte “en el centro del conflicto”. Es entonces cuando se da cuenta que las tres fuerzas que la rodean, el Fantasma, su amado Raoul y el recuerdo de su padre, se ponen en peligro entre ellas. “Con su inteligencia media con el problema y es la que se enfrenta psicológicamente con el Fantasma”, añade.

Amor, también tras las bambalinas

Lo que en el escenario es una batalla psicológica, detrás de las bambalinas es también una historia de amor. De hecho, Tobella y Manu Pilas, el alternante del personaje del Fantasma -el titular es Gerónimo Rauch-, son un matrimonio que se conoció hace una década en otro musical, Los miserables. Aún más, lo hicieron en una gira que también tuvo su parada en el Kursaal.

A este respecto, Pilas comenta que es todo muy especial y que, en varios momentos de su día a día, le recuerda a su pareja la importancia de lo que están viviendo, de estar interpretando a Christine y al espectro, juntos, en un mismo teatro. “A veces, cuando estoy en el escenario cantando Música de la oscuridad ante ella, me sorprendo pensando: ¡Que es mi mujer!, bromea este fantasma que, seguro, también embrujará con sus melodías y su carisma a un auditorio como el del Kursaal.