El pianista y musicólogo Josu Okiñena (Andoain, 1971) y el txistulari Garikoitz Mendizabal (Zestoa, 1973) han publicado un disco con piezas para sus respectivos instrumentos que nunca antes habían sido grabadas. Iragana Betikotzen es el nombre del disco conjunto que han publicado Okiñena y Mendizabal y que se conforma con composiciones para txistu y piano escritas por José Gonzalo Zulaika, es decir, Aita Donostia, e Hilario Olazaran. Este álbum se ha presentado ante la prensa hoy, martes, en el Aquarium donostiarra, aunque será este sábado cuando se pueda escuchar por primera vez en directo, en la Escuela de Música Andrés Isasi de Getxo, espacio en el que se produjo la grabación del disco.
Iragana Betikotzen se compone de doce obras distribuidas en 26 cortes y, además de las piezas de los citados compositores capuchinos, los músicos también han incluido un arreglo de Le Basque eta La Biscayenne, de Marín Marais, y el Ave María y Oblivion, de Astor Piazzolla. El objetivo principal de este trabajo, más allá de "recuperar, grabar y difundir" esas melodías escritas en el siglo pasado, es elevar el uso del txistu, un instrumento con raíces en la tradición popular, a música de cámara.
El encuentro entre Mendizabal y Okiñena ha sido “natural”. Así lo ha descrito el txistulari, enfrentado siempre a la ingente tarea de que este instrumento vasco se dé a conocer en el mundo. Mendizabal era conocedor del trabajo de Okiñena en cuanto a la recuperación del patrimonio musical se refiere y le contactó por redes sociales para proponerle algún tipo de colaboración. En esas conversaciones surgieron casos como los de Aita Donostia o el padre Olazaran que habían compuesto durante la primera mitad del siglo XX para txistu y piano melodías que, incluso, se preparan en las etapas formativas de esos instrumentos pero que, jamás, habían sido grabadas.
Mendizabal explica que si bien ahora hay abundante repertorio que conjuga ambos instrumentos, durante el periodo que recoge el disco, la combinación de txistu y piano no era tan común, sino que comenzaba a dar sus primeros pasos. “Lo que hacían Aita Donostia e Hilario Olazaran era coger melodías que, a veces, provenían del folclore y de las danzas y las adaptaban para un contexto y formato camerístico, de una manera muy elegante”, ha explicado el txistulari.
En cuanto a la selección de piezas, Okiñena ha añadido que fueron compuestas a principios del siglo pasado y que después fueron arregladas por Lorenzo Ondarra, también capuchino, que en 1969 se hizo con el Premio Nacional de Bellas Artes. El musicólogo redunda en la idea de que la gran aportación de estos compositores capuchinos fue que compusieron para esos dos instrumentos para ser representados en un contexto camerístico. En el mismo sentido, ha subrayado la importancia de Iragana Betikotzen porque permite elevar este repertorio “de calidad”, nunca antes grabado, y situarlo en una oferta de cámara.
Conciertos
Los primeros en disfrutar de esta oferta serán los oyentes que se acerquen este sábado a la Escuela de Música Andrés Isasi de Getxo. Posteriormente, el pianista y el txistulari han cerrado ya recitales en Gernika, Deba y Bilbao. Además, están seguros de que llegarán muchos más conciertos, tanto en Euskal Herria como en el resto del Estado y más allá. “Después lo llevaremos por el mundo, sin duda”, ha concluido diciendo Okiñena.