Siete autores actuales, Elena Aitzkoa, Josu Bilbao, Laia Estruch, Sheroanawe Hakihiiwe, Juf (Bea Orteaga y Leto Ibarra), Christian Salablanca y Marianna Simnett, realizan diversas y personales lecturas de la obra de Eduardo Chillida, tanto de la escrita como de la escultórica. “Reflexionan sobre la intuición como método de búsqueda, la conexión con el lugar, y otras formas de conocimiento más sensibles y sensoriales como metodología de trabajo”.

La exposición parte de la obra Lugar de encuentros (1964-74), realizada por Chillida sobre el encuentro de las ideas, y ha sido comisariada por Soledad Gutiérrez, realizando una propuesta arriesgada con artistas de diversas partes del mundo, quienes han respondido con una obra heteróclita, diversa, e interesante, desde distintos puntos de vista.

Josu Bilbao (Bermeo, 1978) presenta una instalación escultórica dadaísta compuesta por diferentes formas y texturas de cemento, de carácter orgánico, que como restos arqueológicos hablan del paso del tiempo y, según el propio autor, de la expresión oral y de sus diferentes acentos.

Christian Salablanca (Guararí, Costa Rica, 1990) conforma un conjunto de cuelges de cuerdas de diferentes colores que hacen referencia al mundo vegetal, un par de látigos con trozos de madera y unas hojas de vidrio, que muestran su preocupación y contacto con la naturaleza.

El mismo autor realiza una serie de piezas “con las palmas de las manos, con las plantas de los pies, que hacen referencia a mundos musicales tanto del País Vasco como de Centro América”. Un conjunto de hojas secas, palos con tabla a manera de txalaparta, y piedras trabajadas con motivos geométricos, así como notas musicales sobre alambre, componen uno de los conjuntos mas interesantes de esta muestra.

Juf, formado por Bea Ortega (Oviedo, 1990) y Leto Ybarra (Madrid, 1991), presenta un conjunto de sencillos dibujos a colores sobre fondo negro de cuerpos humanos y pájaros, así como una máquina giratoria, Sokasalto, de carácter dadaísta, en la que tratan de unir cuerpo y lenguaje al unísono.

Sheroanawe Hakihiiwe (Sheroana, Venezuela, 1971) realiza una serie de dibujos a color, sencillos y esquemáticos sobre chozas, árboles con hojas, anclados en cosmogonías ancestrales.

Elena Aitzkoa (Apodaka, Alava, 1984) presenta un conjunto de esculturas-collage a base de textiles y maderas, recubiertas de colores azules, grises y rosas, que parecen restos de una civilización de consumo, que rezuman belleza y elegancia. Criaturas un tanto acuáticas, como salidas de un lavadero.

Laia Struch (Barcelona, 1981), recupera los abrevaderos de animales para realizar una performance sobre el agua, el viento y los relatos basados en la tradición oral.

Marianna Simnett (1986) realiza una instalación monocanal sobre la Athenea contemporánea atrapada en un bosque azul, tocando suaves notas de flauta mientras su rostro se transforma de manera surrealista en diversas máscaras plásticas.

La muestra se ve completada y enriquecida con diversos dibujos fitomorfos de Eduardo Chillida, con algunas maquetas en yeso de Lugar de encuentros, con la maqueta Homenaje a Hokusai, y tres potentes y totémicas Lurras.