La obra del fotógrafo estadounidense Saul Leiter tiene cuatro dimensiones: la fotografía en blanco y negro, la fotografía en color, la pintura y las fotografías pintadas. A pesar de que el escaso reconocimiento que tuvo en vida fue por ser uno de los pioneros en el color, todos estos “hemisferios” conectan entre sí, con pequeños fragmentos de cotidianeidad que crean un todo “extraordinario”.

Todas las aristas de su obra se podrán ver desde mañana 19 de julio y hasta el 10 de noviembre en la exposición Saul Leiter. Un mundo inacabado que acoge Tabakalera en la sala Artegunea de Kutxa Fundazioa. Donostia es la tercera ciudad en la que recala esta exposición de diChroma photography, tras Arles y Londres, y contiene imágenes nunca antes vistas de la obra de Leiter.

La presentación de esta muestra reunió ayer a la comisaria Anne Morin, de diChroma photography, y a la directora de Arte y Patrimonio de Kutxa Fundazioa, Ane Abalde. Además de Kutxa Fundazioa y diChroma photography, la muestra ha contado con el apoyo de la Saul Leiter Foundation y la Howard Greenberg Gallery, ya que las obras vienen de sus archivos. Las fotografías expuestas son originales e impresas por el propio autor.

Anne Morin, comisaria de la exposición Iker Azurmendi

Morin destacó que Saul Leiter era un “poeta”, nacido y formado en una familia judía ortodoxa, que quería que Saul fuera rabino, siguiendo la tradición familiar. Solo encontró el apoyo de su madre, Regina, que “con 15 años le regaló una cámara fotográfica, lo que para el padre era intolerable”. Finalmente, a los 23 años, en 1946, escapó a Nueva York, “rompiendo todos los puentes con la familia excepto su madre, que le ayudó cuanto pudo”, aseguró la comisaria de la exposición. Saul Leiter tuvo una vida humilde y al borde de la pobreza. Trabajó como fotógrafo de moda a partir de 1946 y hasta finales de los años 60.

La exposición consta de 174 obras: 94 de ellas son fotografías en blanco y negro y 37 son pinturas, mientras que el resto son fotografías a color y fotografías dibujadas. La predominancia del blanco y negro es algo buscado, pues Morin denuncia que “muchos autores se quedan con una foto fija de su obra, en este caso la obra en color de Leiter, pero no es justo y tenemos que cuidar el trabajo completo”

En el centro de la muestra está la serie In my room en una sala aparte, siendo esta, en palabras de la comisaria, “el corazón de lo expuesto” y con imágenes que no estaban “destinadas a ser vistas”. En In my room se pueden ver fotografías hechas por Saul Leiter en la que fue su casa durante décadas en Nueva York, entre ellas imágenes de desnudos de sus amantes. 

El judaísmo tuvo una gran importancia en su obra, según la comisaria de la exposición. Entre otras cosas, el hecho de que en hebreo se lea de derecha a izquierda, mientras que en inglés se lee de izquierda a derecha, sus dos idiomas, hace que su obra tenga una visión particular y diferente, “de 360 grados”. Además, Leiter era un gran aficionado a los poemas japoneses, los haikus, que tienen una métrica rigurosa. Morin ve en las fotografías de este autor “haikus visuales, puesto que todo está bien equilibrado”.

Imagen de la exposición de 'Saul Leiter. Un mundo inacabado' Iker Azurmendi

Su “catástrofe familiar” y el hecho de que huyera del camino que tenían trazado para él hizo que Saul Leiter viviera “constantemente en una condición de clandestino”, comenta Morin. Y es que Leiter nunca buscó reconocimiento y fue distante al mundo del arte. Nunca se incluyó en ningún movimiento artístico, lo que apoya más la idea de ese artista solitario, si bien se le ha catalogado a veces “dentro de la Generación Beat, por su búsqueda de la libertad”, afirmó Morin. De hecho, en 1950 renunció a ser expuesto en el MoMA de Nueva York y gran parte de su obra no fue reconocida ni se publicó hasta hace pocos años. Cuando falleció en 2013 empezaba a hacerse conocido a nivel internacional, pero “nunca le dio demasiada importancia”, según la comisaria.

La fotografía de Leiter cuenta en numerosas ocasiones con objetos que obstruyen la visión. Morin resaltó que este autor “no quería contar una historia con sus fotografías, sino que buscaba fragmentos y abrazaba como un todo también las interferencias en lo que se está mostrando”, y nunca se “sometió a una ciudad seductora como Nueva York”, sino que prefería “los pequeños detalles”.

Por su parte, Ane Abalde, directora de Arte y Patrimonio de Kutxa Fundazioa, consideró “un gran logro” tener esa exposición en la sala Artegunea, ya que ofrece la posibilidad de “ver en directo el trabajo de este gran fotógrafo, que además ha sido rescatado hace no demasiado tiempo”, por lo que hablamos de “una oportunidad que pocas personas han podido tener”.

Además de la muestra, Abalde también presentó el programa que han preparado y que se desarrollará en octubre. Entre otras propuestas, Kutxa Fundazioa ofrecerá una visita comentada por la redactora y editora gráfica Gloria Crespo MacLennan el día 2; la proyección de dos películas, In no great hurry: 13 lessons in life with Saul Leiter el día 3 y Revolutionary road el día 10, que servirán para establecer un diálogo sobre la obra de este autor; el 31 Oskar Alegria presentará la charla de cine Arratsalde euritxo bat Saul Leiterren argazki batean; y para los más pequeños habrá dos talleres, uno dentro del programa Beleari so para desarrollar una mirada crítica sobre la imagen visual en niños y niñas de entre 9 y 12 años el día 5, y el 19 Erretratuak, ezkutaturik dauden gauzak de Inés Bermejo para infantes de 6 a 12 años. Abalde enmarcó estas propuestas en el “esfuerzo de Kutxa Fundazioa por hacer llegar este trabajo y su contexto a públicos diferentes”.