Roberto Iniesta Ojea (Plasencia, 1962), Robe a secas, aterriza este viernes en Irun, en cuyo Ficoba recalará con la gira Ni santos ni inocentes. El fundador de Extremoduro reflexiona sobre su propia trayectoria y la evolución de la música.

Cuando me dijeron que iba a entrevistarle, me sorprendió. No se prodiga usted mucho en los medios.

Bueno… Tampoco es que no dé entrevistas, sino que muchas veces no hay nada que decir. Cuando hay algo, cuando has sacado un disco o estás presentando una gira, viene a cuento. Pero estar todo el día dando la barrila… no lo veo, la verdad.

Pero será consciente de que ha conseguido llegar a lo más alto sin seguir las reglas del marketing de la industria de la música: no le gusta exponerse, marca sus tiempos, no concede muchas entrevistas… ¿Prefiere que las canciones hablen por usted?

Sí. Creo que después de tantos años, lo que mandan son las canciones. La gente te conoce y no hace falta estar todo el día en los medios. Ahora hay mucho cotilleo para todo y creo que no es necesario. Igual al principio, cuando estás empezando, tienes que dar la bulla para que te hagan caso; pero cuando ya llevas mucho tiempo, lo que mandan son las canciones. Siempre he llevado mis propios tiempos y así pienso seguir haciéndolo, desde luego.

Llevando sus propios tiempos y haciendo las cosas a su manera, ha pasado de estar prácticamente proscrito por las instituciones, a recibir de ellas premios y medallas. El último reconocimiento le vino del Museo del Prado, que utilizó una canción suya para un vídeo. ¿Qué piensa cuando ve cómo han cambiado las tornas?

Hombre, lo recibo bien. Lo del Museo del Prado fue una cosa muy bonita que nos sorprendió a todos, fue muy chulo. Y lo de las instituciones me la suda un poco, la verdad (risas). Yo lo que quiero es hacer música buena y que a la gente le guste; que a mi gente le guste lo que hacemos y lo que vamos sacando, no solo lo del pasado. Las instituciones unas veces pensarán una cosa y otras veces otra, es algo que no me planteo.

Venía de vivir un éxito brutal con Extremoduro y ahora vuelve a llenar grandes recintos, pero con sus primeros discos en solitario tocaba en auditorios más pequeños y no siempre se llenaban. ¿Eso le afectaba?

Bueno, tampoco puedo hacer nada para cambiar eso. Compongo lo que me sale, no puedo plantearme hacer una canción de una manera determinada, sale lo que sale. El primer disco de los de Robe fue un cambio muy grande, sobre todo a nivel de sonido y de instrumentación. Eran canciones de otra manera. Fue algo diferente que me apetecía hacer en aquel momento. Las canciones eran así. Estábamos empezando con la banda, estábamos y estábamos buscando nuestro sonido; seguimos haciéndolo, pero ahora lo tenemos ya un poquito más claro. Desde que entró Woody (Amores, guitarrista) sonamos de otra forma, más cercana a lo que he hecho yo siempre. Pero es algo por lo que no puedo preocuparme. Unos discos gustarán más y otros menos, unas canciones salen de una manera y otras de otra. No puedo hacer nada. Igual un día decides hacer una canción alegre y cuando vas por la mitad piensas: “Cojones, ¿dónde se ha torcido esto?” (risas). No tengo mucho mando sobre todo eso.

Los músicos siempre dicen que el último disco es el mejor, pero en su caso parece que sí hay consenso en que los dos últimos, ‘Mayéutica’ y ‘Se nos lleva el aire’, son especialmente valiosos.

Sí, a mí me gustan mucho, sobre todo este último, es el que más me gusta. Como la última canción, que también es siempre la que más me gusta. Creo que debe ser así; sería un bajón que te gustase más lo que hacías antes que lo de ahora. Estamos todos muy contentos con el último disco, ha gustado mucho, en directo se nota que todo el mundo canta las canciones.

¿Y eso puede suponer una presión a la hora de componer, como ponerse el listón demasiado alto?

Hombre, de eso es difícil abstraerse, pero tienes que hacerlo. No puedes pensar en eso, tienes que mantener un equilibrio. Todos los artistas necesitamos que la gente nos anime y que nos diga si algo le ha gustado, cuánto les ha gustado… Necesitas ese ánimo. El arte no es algo que se pueda medir, tú no sabes si lo que estás haciendo o está mal, no es algo objetivo. Cualquiera te puede echar abajo todo porque no le gusta lo que haces; te puede decir que es una mierda y tiene su razón, porque a él no le gusta. Necesitamos que nos den ese ánimo, pero tampoco puedes subirte a la parra y pensar, porque te digan que has hecho una obra de arte, que lo siguiente tiene que ser igual o mejor. Eso sería una presión negativa. A veces te saldrán cosas que gusten a más gente, y a veces cosas que gusten a menos gente. ¿Pero qué es mejor? ¿Lo que gusta a más gente? No lo creo. Puede ser mejor una canción que le gusta a menos gente, pero que le guste mucho. ¿Cómo se mide esto? Hay que intentar no meterte esa presión. He tenido temporadas largas sin hacer nada, puede ser que hubiese parte de eso; puede que me estuviese poniendo el listón demasiado alto.

Este ‘Se nos lleva el aire’ incluye algunas de sus mejores canciones. Por ejemplo, ‘El poder del arte’, que fue la que utilizó el Museo del Prado…

Fíjate que es la última que escribí.

Lo que decía usted antes: la última es la mejor.

Sí, es así (risas).

Robe Iniesta sonríe durante la presentación del disco 'Se nos lleva el aire', de Robe, en diciembre de 2023 Chema Moya / Efe

Con el tiempo, sus canciones se han ido haciendo más complejas, y El poder del arte es un buen ejemplo, con distintas partes, estructuras… Al principio eran más sencillas. ¿Podría haber compuesto una canción como esa hace treinta años? ¿O hace falta haber escrito muchas canciones antes para llegar a ella?

Pues… no sé qué decirte. Creo que no, igual no habría podido hacer una obra así hace años. Eso se va viendo con la evolución. Como tú dices, las canciones primeras eran más sencillas, aunque hubiera también un poco de todo, pero quizás te atreves menos. Con el tiempo te vas atreviendo a hacer cosas más raras y a experimentar más, a jugar más. Hace muchos años no me hubiera imaginado que haría un falsete, por ejemplo.

En la letra deja varias pistas, pero, ¿cuál es el poder del arte en una sociedad como la nuestra?

Esta pregunta es difícil. No lo sé exactamente, pero sé que es necesario. El arte es algo inútil, pero eso significa que lo inútil también es necesario. El arte nos salva de vivir una mala vida.

¿Y qué papel juega para usted el arte como creador? ¿Es algo placentero, una forma de expresarse? ¿Tiene su punto doloroso?

Doloroso, no. Doloroso es cuando no te sale nada. La creación es muy satisfactoria, es cuando más disfruto, cuando más me realizo. Una vez que he sacado ya el esqueleto de la canción en casa, lo siguiente más divertido es ir al local y empezar a enredar y a jugar con toda la banda. Experimentar, ver adónde llegamos con la canción.

La canción ‘El poder del arte’ termina con una especie de broma, ese guiño a la película Apocalipsis now. ¿Es para rebajar la tensión?

O para ser un poquito incendiario siempre. No sé explicar las canciones. Me salió eso, no me digas que cuando lo oyes no te remueve. Después de hacer oído todo el cambio de la canción, acabar ahí, a mí me remueve. Puede ser una locura, todo puede ser una locura, pero si al final te remueve, te emociona, te dice algo o te hace pensar, para mí, vale.

Este disco tiene una edición en vinilo especialmente cuidada, publicada por el sello navarro El Dromedario. Usted ha tenido siempre sus más y sus menos con las discográficas, pero dice que con El Dromedario está encantado. ¿Qué les hace diferentes?

No sé… ¿Qué son honrados? (Risas). Sí, puede que sea eso (risas). Desde luego, a mí me tratan muy bien y creo que a los demás músicos también. Es una compañía independiente que empezó poquito a poco y ahora tiene ya un montón de grupos. Cuidan mucho las cosas, como lo que me dices del vinilo. ¿Qué quiere alguien que se compra el formato físico? Al final, es más incómodo, tienes que guardarlo, ponerlo, tratarlo con cariño… Es otra cosa. ¿Para qué quieres un cartón de mala manera? Si quieres tener algo físico, lo que quieres es algo chulo y que te dure. Yo, lo de hacer vinilos en plan cutre, no lo veo. Y la compañía estaba totalmente de acuerdo conmigo. En la música, comparto los mismos puntos de vista con Alen (Ayerdi, batería de Marea y director de El Dromedario).

Concierto de Robe Iniesta en Pamplona en 2017 Iban Aguinaga

Como viene sucediendo desde hace ya tiempo, los conciertos de Irún y Pamplona tendrán dos zonas para el público, una más “tranquila” y otra más “marchosa”. ¿Qué tal funciona eso?

Está funcionado estupendamente. Lo hicimos hace bastantes años, cuando empezó a ir gente muy diferente a los conciertos. Antes, la parte de adelante de los conciertos era un poco más de batalla, y la gente que iba ahí iba más a empujar y ser empujado, a meterse en la batalla. Pero empezaron a venir muchos chavalitos jóvenes que querían estar en las primeras filas, pero no para estar totalmente desmadrados, sino para estar ahí con toda la atención y flipándolo de otra manera, más tranquilos. Hay mucha gente diferente, así que intentamos organizarlo para que todo el mundo esté a gusto. Siempre refiriéndonos a la parte más cercana al escenario. Si quieres estar más de marcha, tienes una parte, y si quieres estar más tranquilo, tienes la otra. Tampoco es una cosa exagerada, no es que en una parte no te puedas mover. Puedes bailar en todas partes, pero dejamos una parte para la gente que hace pogos. Creo que está funcionando perfectamente porque la gente se entiende mejor y todo el mundo está más a gusto.

La música, y sobre todo el rock, está viviendo una época extraña. ¿Resulta cada vez difícil encontrar canciones que no hablen de sandeces y que digan que no sobra el amor, como rezaba su vieja canción?

(Risas). Sí que resulta difícil, sí. Cada vez más. La cosa no ha cambiado mucho, el rock siempre ha sido una música más minoritaria, por lo menos por aquí. Siempre ha habido otras músicas más de mayorías: la música pop, la música de baile, ahora la música urbana, el reggaetón… Quizás el cambio más grande es que, ahora, todo el mundo oye la misma música al mismo tiempo. Es lo que más sorprende. Sale una canción y en tres días tiene más escuchas de las que voy a tener yo en toda mi vida. ¿Y cómo es esto? Porque no es uno, son un montón de chavalitos que salen y tienen millones y millones de escuchas. Yo me pregunto cómo lo hace todo el mundo para escuchar esa canción al mismo tiempo, en la misma semana. Eso es lo que más ha cambiado.