Aún quedan unos pocos días para poder disfrutar en Zarautz de la exposición itinerante Basques in Australia, que recoge de una manera muy gráfica y con una decena de paneles las distintas migraciones vascas a aquel continente durante el siglo XX. Después de este domingo, la muestra instalada en el Photomuseum, comisariada por Esther Korta (Ea, 1966), continuará su camino por varios municipios de Bizkaia y también recalará en Baiona. De cara a 2025, y aunque todavía no puede confirmar fechas, Basques in Australia, que en diciembre de 2023 también pudo verse en el Kursaal coincidiendo con el VIII Congreso Mundial de Colectividades Vascas en el Exterior, volverá a territorio guipuzcoano. “Existe mucho interés”, explica esta profesora de euskera, descendiente por partida doble de migrantes de la diáspora vasca. Por parte de su madre tiene un tío que vive en Idaho (Estados Unidos). Su padre, por su parte, fue uno de tantos vascos que viajaron a Australia para trabajar en los campos de caña de azúcar.

A principios del siglo pasado, la migración a Australia, como la mayoría de estos procesos, tenía como objetivo que la persona viviese “mejor”, evitar el servicio militar o buscarse la vida como consecuencia del mayorazgo. Muchos salieron de Italia y terminaron asentándose en Melburne o Brisbane pero, especialmente, en North Queensland

Las primeras migraciones

Korta explica las distintas fases de estos viajes. Así, los primeros que llegaron a las antípodas del mundo lo hicieron por su oficio, la marinería, dado que Australia era una de las escalas de camino a las colonias españolas que quedaban, Cuba y Filipinas. Algunos vascos decidieron quedarse y de esta manera surgieron las primeras comunidades hacia 1920.

En ese momento comenzó a producirse una “llamada en cadena”, que hizo que los asentados en el país llamasen a familiares, amigos o vecinos para que viajasen también con la promesa de un futuro más próspero en una tierra necesitada de “mano de obra” y en la que “pagaban bien”. Mayoritariamente, continúa la experta, el oficio que desempeñaron los vascos fue el de cortadores de caña de azúcar, "un trabajo duro".

Korta cuenta que, en las entrevistas que llevaron a cabo para documentar estos procesos, muchos reconocían que su idea era viajar pero sólo para un tiempo determinado. Después de hacer dinero pensaban volver. En muchos casos, sus planes cambiaron al formar familia y al establecerse. “En todas las entrevistas que he hecho yo, no ha habido nadie que hablase mal de Australia”, cuenta la experta, que añade que ninguno de los que volvió se arrepintió de haber ido.

La manera de crear comunidad vasca, en cambio, fue distinta a la que se dio, por ejemplo, en Argentina o en Estados Unidos, donde la labor a la que se dedicaron los migrantes fue a la del pastoreo. En dichos destinos, la “soledad” de sus labores les hizo organizarse en torno a las euskal etxeak. En Australia, en cambio, el trabajo era colectivo y los lugares de reunión, como los hoteles o pensiones, estaban llenos de vecinos en origen. “Recuerdo que un vecino de Lekeitio me contó que cuando llegó allí, en sábado, acudió al hotel que le había indicado el familiar que ya trabajaba en Australia y se dio de bruces con vecinos del propio Lekeitio, de Mendexa, de Gernika, de Bedarona... Fue como entrar un bar aquí, como estar en casa”, cuenta la comisaria.

Hasta más adelante, prosigue, no establecieron una comunidad reglada con sus propios estatutos, porque “no sentían la necesidad”.

Los planes

A partir de la década de los 50, la migración se institucionalizó. El Gobierno franquista y el australiano, con intervención también de la Iglesia, llegaron un acuerdo y llevaron a cabo varios planes para cortar caña de azúcar. Las más importantes entre 1958 y 1960 fueron la Operación Canguro, la Operación Eucaliptus, la Operación Emu, la Operación Karry y la Operación Torres. En los tres primeros viajes, por ejemplo, se movilizaron hasta 731 personas, la mayoría vizcainas, pero también guipuzcoanas, navarras, de Santander y de Burgos.

Las Martas

De forma paralela también se dio lo que se conoce como el Plan Marta o el avión de las novias, que ocurrió entre 1960 a 1963. Desde todos los rincones del Estado llevaron a casi 800 mujeres con el objetivo poblar Australia casándose allí. “No sé si fueron engañadas o no”, dice Korta, que añade que el proceder fue llevarlas a Madrid para instruirlas y después marcharon a Australia a trabajar. “A algunas les fue bien y se quedaron allí y otras volvieron”, concluye.