La Sala Laboratorio del Museo San Telmo ofrece la segunda parte de la colección de la fotógrafa Isabel Azkarate (Donostia, 1950) tras su antológica, expuesta recientemente en Tabakalera, comisariada también por Silvia Omedes.
Las tres series presentadas en esta muestra pertenecen a Retratos de personajes más representativos de la cultura vasca, Interacción del público con las obras de arte, y Colección de bustos de amerindios y afroamericanos del Museo Americano de Historia Natural. Las tres series surgen de la investigación del legado de Azkarate que desde 2020 viene realizando la Fundación Photographic Social Vision, como representante de la autora.
En el primer apartado destacan los retratos, generalmente frontales de cuerpo entero y de tres cuartos, de José Migel Barandiaran, Julio Caro Baroja, Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Bernardo Atxaga, Juan Chillida, Juan Luis Goenaga, Andrés Nagel, Vixente Ameztoy y Daniel Calparsoro. Buen ojo y acierto, tanto en la plasmación de los personajes como en la selección de los mismos.
En el segundo, diversos espectadores, más mujeres que hombres, son captados en museos y exposiciones contemplando obras arte moderno. La complicidad de la mirada de la autora, entre la ironía, la socarronería y la piedad, ofrece un panorama sorprendente, lleno de imaginación y de creatividad ante la obra de arte clásica, moderna y el desnudo humano. Los contempladores de obras de arte son, a su vez, captados por el ojo de la fotógrafa.
En el tercero, el grupo de bustos de grupos humanos minoritarios y excéntricos expuestos en sus vitrinas y expositorios del Museo Americano de Historia Natural es plasmado en profundo negro y blanco, cobrando gran fuerza y documento histórico acusatorio.
Isabel Azkarate, además de su labor como fotoperiodista, siempre ha vivido involucrada en círculos culturales y artísticos del País Vasco, especialmente con la generación de los nuevos realistas y figurativos de la década de los 80, tomando parte en notables veladas nocturnas que se celebraban en el caserío de Alkiza de Juan Luis Goenaga, y a las que acudía la mejor flora y fauna de la nueva cultura emergente: artistas, galeristas y críticos de arte. Entre porro y cerveza se hablaba y exponía con total libertad de arte y cultura, de política y moda. Existía un movimiento grupal, hoy totalmente inexistente, en el que además se respetaban las propuestas individuales de cada uno, y se trataba de crear tendencias y corrientes que dinamizaran el desierto postfranquista. Posteriormente se impuso el individualismo más absurdo. Todo ese panorama de autores y artistas queda magníficamente plasmado en la fotografía de Azkarate, y hoy es un buen reflejo del panorama cultural de aquellas décadas.