Para los que somos aficionados a la cartografía y a las imágenes antiguas, el territorio de Gipuzkoa es con diferencia el territorio vasco que más documentación y más valiosa posee, sobre todo la referida a los siglos XIV y XVII. Su situación estratégica en un territorio que está bajo administración de la Corona de Castilla, que a su vez es motivo de disputa y de supervisión por la Corona francesa, y sobre el que también actúa el Reino de Navarra, ha supuesto que haya suscitado el interés de ingenieros militares, cosmógrafos, marinos y viajeros que nos han dejado un legado inigualable. No es casualidad que en el primer portulano llamado La Carta Pisana, de los años 1275-1300, figure ya el puerto de San Sebastián como único puerto vasco. Otro portulano, de los más importantes del siglo XIV, es el conocido como Atlas Catalán del año 1375 y no faltan la ubicación de los puertos de Fuenterabia, Figo ( Higer), Utarza (topónimo hoy fijado en la zona de Oarso ), San Sebastián y Getaria ”.
Una de las primeras obras donde aparecen vistas de ciudades es el Liber Chronicarum, impresa en Nuremberg en el año 1493. Se trata del incunable de los incunables. Precisamente, en el Archivo Histórico Provincial de Oñati se conserva un ejemplar en un estado excelente gracias al magnífico trabajo de restauración realizado por el servicio del propio Archivo. Este ejemplar, que es una auténtica reliquia, formaba parte de los fondos de la antigua Universidad de Oñati y es uno de los escasos ejemplares que existen en las bibliotecas vascas.
San Sebastián y Hondarribia son dos plazas fortificadas en las que han trabajado con sus diseños los mejores y más reputados ingenieros militares, lo que nos ha dejado una infinidad de planos e imágenes ya desde el siglo XV. La situación estratégica de Pasaia, que durante esa época era un puerto refugio subsidiario de los dos anteriores, también nos ofrece numerosos documentos gráficos.
Aunque de las ciudades de Hondarribia y San Sebastián ya existen gran cantidad de planos y croquis del siglo XVI, varios de ellos en el Archivo de Simancas, la primera vista que conocemos de alguna ciudad vasca se corresponde con una imagen de 1538 del miniaturista Francisco de Holanda, en la que aparecen sobre una misma lámina las ciudades fortificadas de San Sebastián y Hondarribia, preceden y adornan a las vistas fortificadas unos dibujos de personajes del lugar, de indudable valor etnográfico. Lo interesante de ésta imagen son el autor y la propia obra.
Francisco de Holanda, hijo del reconocido dibujante y cartógrafo flamenco Antonio de Holanda, fue un autor portugués nacido en Lisboa (1517-1584) y trabajó varias disciplinas: pintor, miniaturista, escritor y, sobre todo, teórico del arte del Renacimiento. La obra en la que aparece la lámina de San Sebastián y Hondarribia es un documento con una colección de dibujos y pinturas titulado Reinando en Portugal el Rey Joao III. Francisco D’Ollanda pasó a Italia edas antigualhas que vio retrato de su mano todos los desenhos deste libro, que se encuentra en la Biblioteca de el Escorial. En él aparecen 108 dibujos, casi en su totalidad vistas de ciudades italianas con sus palacios, fortalezas defensivas y sus obras de arte más importantes. Francisco de Holanda realizó ese viaje iniciático con 20 años, dentro de una corte portuguesa a Roma que llevaba la misión de negociar la implantación de los jesuitas en Portugal. Francisco de Holanda fue en busca de esa Roma arqueológica y antigua, esa Roma que se ofrecía como gran espectáculo de la Antigüedad. En el viaje conoció a Miguel Ángel, con el que estableció una relación artística e incluso en la obra citada aparece una pintura retrato del propio Miguel Ángel realizada por Francisco de Holanda. Durante el viaje pasó por San Sebastián y Hondarribia y las dibujó, siendo, junto a una imagen del Coliseo de Narbona, en Francia, las dos únicas vistas no italianas de la obra.
En las vistas, que las titula De San Sebastian de Lepuzca y O cubo de Fonterrabia, destacan fundamentalmente las murallas y los cubos defensivos de ambas ciudades, y añade dos parejas de personajes con sus atuendos De Bayona y de De Lepuzca. La importancia de este autor innovador y vanguardista de tardío reconocimiento se constató con la exposición dedicada a él en el año 2017 en la Biblioteca Nacional de España, con motivo de su quinto centenario, exposición que permaneció durante tres meses y donde se expusieron varias de sus obras, entre ellas la aquí comentada.
Otra imagen importante de San Sebastián es la realizada en 1567 por el pintor flamenco Joris Hoefnagel, que viajó por encargo de Georg Braun, canónigo de la catedral de Colonia, para realizar las vistas de la mayoría de ciudades de la península Ibérica para la obra del Civitates Orbis Terrarum. Esta resultó ser la obra de vistas de ciudades más importante, el auténtico Google Earth del siglo XVI y de la que se realizaron seis ediciones entre 1572 y 1617. La vista de San Sebastián fue la única ciudad vasca que apareció en la primera edición de 1572 y se puede considerar la primera vista de una ciudad vasca impresa. En la segunda edición de 1578 apareció una preciosa y anónima vista de Bilbao.
Lo sorprendente y poco valorado, referido a esta obra, es que Joris Hoefnagel en su viaje hacia el sur de la península pasó por el túnel de San Adrián y se debió de quedar tan maravillado del lugar que lo dibujó. Este dibujo, que en principio no estaba relacionado con la obra del Civitates, insólitamente se incluyó en la quinta edición de 1598, adornándolo con una visión en conjunto de personajes, casi en su totalidad mujeres, bajo los títulos de Villano y villanas Bizcaínas yendo al mercado en Vitoria, Doncellas Bizcainas y Gasconas, Femmes de San Juan de Luz y Femmes marines en Bayona”, todo ello sobre un fondo imaginario de montañas vascas, una imagen donde se plasma de manera inequívoca la visión de la existencia de un pueblo con personalidad propia. Hay que entender que la acepción de la palabra bizcaíno en esa época se correspondía con la de vasco en general. Algo poco considerado es que Gipuzkoa aporta dos dibujos a la obra del Civitates, editada en Colonia por Braun.
Otro autor, ya del siglo XVII, que prestó una especial atención al territorio de Gipuzkoa fue el cosmógrafo e ingeniero militar portugués Pedro de Texeira, al servicio de Felipe IV. Entre sus obras más importantes se encuentra Descripción de España y las costas y puertos de sus reynos, una obra del año 1632, cuyos mapas y planos iluminados de la propia mano del autor se descubrió en el año 2000 en la Biblioteca Nacional de Viena. En dicha obra, que la comenzó por Gipuzkoa en 1622, aparecen los dibujos de la mayoría de los puertos vascos más importantes, siendo en varios casos el primer dibujo del propio puerto y su ubicación con un considerable detalle. Concretamente, de Gipuzkoa aparecen por éste orden planos de los puertos y estuarios siguientes: Tabla de la costa de la provincia de Guipuscoa, Rio Vidacua, Puerto del Pasaje, Puerto de San Sebastian, Guetaria, Zumaia, Deva, Orio, Motrico, Fuenterabia-Endaya.
Pedro de Texeira volvió de nuevo a Gipuzkoa y tuvo de nuevo misión especial para mejorar las fortificaciones de las plazas militares, debido a la importancia estratégica del territorio. En el año 1636, junto a los ingenieros militares Marco Antonio Gandolfo y Gerónimo de Sotto, redactó un extenso manuscrito titulado Relación de algunos discursos tocantes a la defensa de Spaña, donde incluye varios espectaculares planos realizados a mano por el propio Texeira con mucha más precisión y detalle que los de la obra anterior, concretamente los planos Planta de la Villa y Puerto de San Sebastian, Descripcción de la costa y puertos de la Provincia de Guipuzcoa, desde Fuenterabia asta Guetaria, Planta de la Placa de Fuenterabia, Descripción del Puerto del Pasaje, Villa de San Sebastian y Planta de Getaria. Este documento único se encuentra en la Biblioteca Foral de Bizkaia y constituye uno de los documentos cartográficos más valiosos de todos los fondos cartográficos vascos.
Otra obra a destacar del siglo XVII es el Atlas del Marqués de Heliche, documento localizado entre los fondos de la Biblioteca Nacional de Suecia en el año 2001, después de que un diplomático sueco la adquiriera en pública almoneda en 1690. La obra consta de 133 planos y vistas de los puertos y fortalezas, que por aquel entonces constituían parte del Reino de España, realizadas por el pintor italiano Leonardo Ferrari. La obra la encargó el joven Gaspar de Haro y Guzmán (1629-1687) en 1650 bajo el título de Plantas de diferentes Plazas de España, Italia, Flandes y las Indias. De los 133 planos realizados, el de Hondarribia es de los más descriptivos, con un espectacular y vistoso diseño de la propia plaza fortaleza y todo el entorno de la desembocadura del Bidasoa, con detalles que exigen un conocimiento muy exhaustivo del lugar. El hecho de que el de Hondarribia sea uno de los mejores planos de toda la colección puede tener la explicación en que Gaspar de Haro y Guzmán era hijo de Luis de Haro y Guzmán (1603-1661), que como valido del Rey Felipe IV fue el encargado de negociar con el cardenal Mazarino, en representación de Luis XIV, el Tratado de los Pirineos en la isla de los Faisanes en 1659. Estos antecedentes debieron de influir en el especial interés y conocimiento para el diseño de la plaza.
No quiero dejar de citar la importancia que tuvo que Gipuzkoa fue el primer territorio de la península que dispuso de un mapa completo y muy preciso del territorio en los mapas flamencos, concretamente en la obra Speculum Orbis Terrarum, del flamenco Gerard de Jode, que fue impreso en Amberes en el año 1578. La importancia del mapa llevó a que el propio Abraham Ortelius lo reprodujese en su obra magna Teatrum Orbis Terrarum en la edición del año 1584. En esta versión de Ortelius le acompaña una interesante descripción del territorio en cuanto a su personalidad y actividades económicas relacionadas con la transformación del hierro y la pesca. Sorprende de este mapa la descripción y el detalle toponímico de la zona del Alto Deba, que necesariamente la tuvo que proporcionar algún natural de la zona, lo que nos llevaría a la pista de Esteban de Garibay, que por aquel entonces se encontraba en Amberes en busca de la impresión de su obra. Territorios hermanos como Navarra debieron esperar un siglo hasta que llegaran los cartógrafos franceses, y Bizkaia y Araba debieron de esperar dos siglos más tarde, hasta la época de Tomás López, para tener un mapa del territorio.