Para Agustín Ibarrola, fallecido este viernes a la edad de 93 años, la obra pública era fundamental en el quehacer de un artista. De hecho, opinaba que eran los encargos los que realmente han hecho evolucionar a la historia del arte. Más allá de su trabajo abierto más conocido, el Bosque de Oma, Ibarrola tuvo una notable presencia en Gipuzkoa, no sólo en lo que a obras se refiere. De hecho, el vizcaino codirigió la Escuela Experimental de Arte de Deba que abrió junto a Jorge Oteiza. Incluso fue invitado como pintor, cuando apenas tenía 22 años, a formar parte del proyecto de la reforma de Arantzazu, en Oñati, con otros como Basterretxea u Oteiza, al que admiraba. No obstante, jamás llegaron a darle "entrada" al trabajo, como él mismo llegaría a reconocer. En referencia a encargos públicos, Donostia cuenta hasta con cuatro esculturas, aunque más allá de la capital también pueden encontrarse algunas de sus aportaciones, por ejemplo, en Andoain. Otros municipios como Orio, Mutriku, Hondarribia o Getaria también contaron en su día con obras de este artista multidisciplinar.
'Las siluetas' (1989) y 'Juego de niños' (1991), en Intxaurrondo
Coincidiendo con la incorporación del PSE-EE al Gobierno Vasco entre 1987 y 1991 en carteras clave como Transportes y Obras Públicas y Urbanismo, Vivienda y Medio Ambiente, Lakua encargó a Ibarrola un par de esculturas para ser incorporadas al barrio popular de Intxaurrondo, en Donostia, del que se estaba planificando su expansión. Las propuestas no estuvieron exentas de polémica, a causa de vecinos que no veían con buenos ojos, entre otras cuestiones, los materiales que el escultor deseaba utilizar como el acero corten y traviesas de madera de una línea de ferrocarril.
Las siluetas de Ibarrola, figuras que sobresalen y se esconden en una enorme placa de acero corten, fue un encargo que Lakua hizo al artista a finales de la década de los 80. No obstante, en Donostia no llegó a instalarse hasta 1992. Su ubicación definitiva se halla en la plaza Gabriel Celaya, en el linde con el paseo Zarategi. El crítico de arte de NOTICIAS DE GIPUZKOA, exprofesor de Historia del Arte de la Universidad de Deusto y director del Museo Diocesano, Edorta Kortadi, en su Guía de esculturas de Donostia-San Sebastián, describe la propuesta de Ibarrola de la siguiente manera: "Siluetas de hombres, mujeres y niños se recortan en el muro plano, de planta cuadrada, que cierra en dos grandes cubos-arquitecturas, la plaza. La obra realizada en acero sirve de muro cortina de un espacio lúdico, que como en otros lugares de Gipuzkoa, no ha sido bien comprendida ni aceptada por el público".
A pocos metros de Las siluetas, en la plaza Bernart Etxepare, se inauguró en noviembre 1991 la pieza denominada Juego de niños, también un encargo de Lakua que tampoco escapó a la polémica. Con un peso total de ocho toneladas, se trata de una pieza abstracta pero con raíz geométrica de carácter cinético y, también, "lúdico", al generar un espacio vacío en su interior que puede atravesarse.
El 'Monolito' del Equipo 57 (1990), también en Intxaurrondo
El Monolito, que se sitúa frente a Las siluetas, en la plaza Pablo Sorozabal. De nuevo en acero corten, la escultura fue ideada por el Equipo 57, impulsado por Jorge Oteiza en París y al que perteneció Ibarrola, junto a los pintores Ángel Duarte, José Duarte y Juan Serrano. El grupo artístico, al que luego se sumarían otros como Nestor Basterretxea, se disolvió cuando Ibarrola fue detenido en 1962 por su militancia en el Partido Comunista.
El Monolito también fue un encargo del Gobierno Vasco. Se trata de un par de placas de hierro alargadas, dispuestas en su base en un ángulo recto pero que acaban retorciéndose en su parte media, invirtiendo su posición en la parte superior de la escultura.
La 'Estela' de la costa vasca (1990)
A finales de los 80, el Departamento de Transporte y Obras Públicas encargó al artista multidisciplinar vizcaino la fabricación de unas esculturas en serie con la idea de ser instaladas en aquellos puertos de Gipuzkoa y Bizkaia, cuya titularidad ostentaba el Gobierno Vasco. Así lo hizo. Ibarrola apostó por un monolito de hormigón, que evoca a las estelas funerarias tan características del arte tradicional vasco. En su parte superior destaca un vano, una especie de ojo pintado de un color azul Francia, por el que el espectador puede mirar al mar. En el caso de Donostia, este monolito se encuentra situado en el muelle desde 1990. Otros similares se instalaron, entre otros, en los puertos de Mutriku, Getaria, Orio y Hondarribia, aunque algunos de ellos fueron retirados con posterioridad.
'La casa de Joseba', en Andoain (2004)
Con motivo del asesinato por parte de ETA del jefe de la Policía Local de Andoain, Joseba Pagazaurtundua, el artista vizcaino creó La casa de Joseba, una escultura de acero corten plegada y que genera un vacío entre las tres paredes que lo rodean. Esta pieza, que ha acogido varios homenajes desde su inauguración en 2004, pertenece a la iniciativa El mapa de la memoria, un proyecto de Ibarrola en la que situó esculturas-homenaje en localidades que hubiesen sufrido episodios de violencia.