En sus conversaciones con François Truffaut, Alfred Hitchcock estableció cuál era la diferencia entre la “sorpresa” y el “suspense” en el cine. La sorpresa sería que durante el transcurso de una cena con una conversación intrascendente explotase una bomba. El suspense, en cambio, sería que los espectadores fuesen los únicos que supiesen de antemano que el explosivo se encuentra bajo la mesa y, por lo tanto, acabarían convirtiéndose en un elemento más de la película al querer advertir a los personajes de lo que realmente está ocurriendo. Caye Casas, en su nueva película, La mesita del comedor, recurre a la misma idea. Mañana martes se proyectará en la Semana de Cine Fantástico y de Terror, pero se trata de una de esas películas de las que es mejor no desvelar el argumento. Si se hace, la magia desaparece. Es mejor ofrecer unas pocas pinceladas. Los actores David Pareja y Estefanía de los Santos interpretan a una pareja que acaba de tener un bebé. Deciden comprar una mesita para el comedor para la casa que han comenzado a habitar pero acaban discutiendo porque el mueble es verdaderamente “horrible”. Al poco de iniciarse la cinta ocurre un desencadenante que condicionará toda la experiencia posterior. Casas, junto a los intérpretes David Pareja y Josep Riera, y la coguionista Cristina Borobia, han presentado este lunes su último trabajo, que acumula más de 16 premios –incluyendo uno en un festival de Categoría A–, una producción que, según han confesado, les ha costado muchísimo levantar. “Intento entrar en la industria a patadas, pero no hay manera”, ha confesado Casas, que en 2017 hizo las delicias de festivales como Sitges y la Semana con su también inquietante Matar a dios.

En el caso de La mesita del comedor hablaríamos de una cinta de terror psicológico, si bien es cierto que, aunque no se incluyen elementos de terror puros, tal y como ha subrayado Pareja, lo que ocurre en pantalla es verdaderamente terrorífico. “Si el público quiere pasar un mal rato, que vaya a verla”, ha reído el director, que ha añadido que con esta propuesta buscaban causar una sensación de inquietud a partir de la inevitabilidad de las cosas, de esas cuestiones que salen mal porque la vida es así de cruel. Por ello, los monstruos no son necesarios, porque la realidad da mucho más miedo. La película, desde luego, no dejará indiferente a nadie.