El artista e investigador donostiarra Mikel Otxoteko regresó hace cinco años a unas grabaciones caseras realizadas por su madre, Margarita Olazabal, durante su estancia como enfermera en las islas St. Pierre y Miquelon, en Terranova, en los años 70, y descubrió que aquel material “excedía el valor familiar”. Este punto de partida se ha materializado ahora en la exposición Aquí hay dragones, compuesta por catorce audiovisuales y varios mapas con los que ahonda en los factores que han definido este punto geográfico, y que se puede visitar hasta el 7 de enero en la sala Laboratorio del Museo San Telmo.

Desde finales del siglo XVI, los vascos establecieron pequeños asentamientos estacionales en estas remotas islas en busca de su codiciado bacalao. Varios siglos después, en 1971, la madre de Otxoteko viajó con tan solo 21 años para ejercer como enfermera de los marineros que faenaban por allí, principalmente vascos y gallegos. Cuatro años después, regresó a Donostia tras el cierre de los bandos en Terranova con numerosas horas de grabación de su estancia en Super-8.

“Quería saber qué paso con ellos cuando les dimos la espalda y cuando su principal recurso económico, el bacalao, desaparece”, ha contado este martes el artista durante la presentación de la muestra. Por ello, en 2020 realizó una estancia de un mes con el objetivo de conocer de primera mano la realidad de las islas, a la que le siguió una segunda acompañada por la cineasta Ione Atenea para grabar distintas imágenes.

Estas grabaciones forman el grueso de la exposición y narran cómo viven hoy en día los habitantes de estas islas, mantenidas económicamente por Francia debido a su carácter geoestratégico, en las que el peso de la pesca ha pasado a un segundo plano. También abordan otros aspectos como su identidad cultural, muy ligada a Euskal Herria –“Buena parte de ellos se sienten vascos”, ha indicado Otxoteko–, y los nuevos modos de subsistencia que han surgido como la captura de pepino de mar, un alimento muy codiciado por los países asiáticos.

Estas grabaciones se alinean con otras realizadas por el propio artista en Puerto Rico, muy ligado históricamente a esta colonia francesa, ya que el bacalao salado sirvió durante siglos como sustento para los miles de trabajadores esclavos de las plantaciones de caña de azúcar del Caribe. “Ha resultado ser un proyecto coherente a pesar de que se ha bifurcado”, ha agregado el autor, quien también ha recordado que St. Pierre y Miquelon sirvió como almacén de ron para Al Capone en plena ley seca. “Un negocio del que se beneficiaron mucho los vascos”, ha apuntado.

Grabaciones caseras

Aquí hay dragones, que hace referencia a la expresión que se usaba en las antiguas cartografías marinas para alertar a los navegantes de zonas desconocidas, se completa con las grabaciones realizadas por su madre, tal y como ella las editó, y las del cura y periodista Xabier Sánchez Erauskin, que habitó las islas en los años 60, y que se muestra “sin ningún tipo de corte”.

Asimismo, la exposición reúne varios mapas de la zona y rótulos luminosos con el título de la muestra en varios idiomas. “He querido ampliar el conocimiento sobre nuestra historia en Terranova y crear una reflexión, pero también que se sienta como una experiencia estética que lleve al espectador por las obras de una manera crítica”, ha concluido.

La muestra forma parte del proyecto Artea abian, una iniciativa respaldada por el Museo San Telmo y Kutxa Fundazioa con el objetivo de apoyar y dar a conocer a artistas guipuzcoanos que no haya expuesto nunca antes en un espacio institucional o museístico.