Toda historia tiene que tener un final. Por eso, el doctor en Ciencias Biológicas y escritor Jesús Valero (Donostia, 1968) acaba de publicar El roce de la oscuridad, novela con la que pone el broche de oro a su primera trilogía compuesta inicialmente por La luz invisible y El eco de las sombras, con la restauradora de arte Marta Arbide como eterna protagonista. 

¿Dónde surge o despierta ese amor por las letras en alguien tan apasionado por la investigación? 

-Siempre lo he tenido, desde niño. Es algo que siempre me ha gustado, contar historias, y estaba un poco tapado porque me dedicaba a otras cosas, a la carrera investigadora y a la I+D. Hace ya bastantes años decidí que ese gusanillo quería que fuera un poco realidad y me puse a escribir una novela. 

¿Cuesta combinar ese proceso de alumbrar una novela con un trabajo que requiere tanta dedicación? 

-Sí, siempre es difícil. Saco huecos de donde puedo, al final de tu tiempo personal.  

Ahora llega a su fin esta trilogía que aborda muchas cuestiones, pero sobre todo ese amor por la historia que usted tiene está muy reflejado. ¿Cómo nació la idea para contar esta historia? 

-Nace de un viaje al sur de Francia, a una región que se llama Périgord, y allí es donde, visitando un pueblo, surge la idea de la historia de la primera novela, de La luz invisible. Decido escribir una novela sobre una persona que vive en la Edad Media y vive una serie de aventuras a través de monasterios, de castillos, de iglesias... Eso es lo que narra, junto con un enigma, la trilogía.

¿Y el personaje de Marta Arbide es puramente ficticio o comparte alguna experiencia real?

-Bueno, como yo me dediqué a la investigación en temas de patrimonio cultural, tuve mucha oportunidad de participar en algunas excavaciones de monumentos, y de ahí surge un poco la idea. Yo quiero en la historia una protagonista femenina -me apetecía mucho hacerlo así- y quería lógicamente que tuviera que ver con los monasterios, las iglesias, la restauración, que era un tema que a mí me gusta especialmente. De ahí surge Marta. 

El proceso de documentación para dar vida a esta trilogía le habrá llevado además su tiempo.  

-A mí es algo que me gusta mucho, es una de las partes más divertidas de escribir una novela, la documentación. Es tremendamente compleja, porque en mis novelas reflejo cómo son los lugares igual en el siglo XII y en la época actual. Y eso significa viajar, ver mucho los lugares, prácticamente he visitado todos los lugares que aparecen en mis novelas, reflejarlos cómo son hoy en día y luego hacer la parte de documentación de cómo eran hace ocho siglos. A veces no es fácil, a veces se consigue leyendo libros, a veces he visitado las bibliotecas de algunos de los monasterios para ver cómo eran. Intentando indagar en la historia para ver cómo eran esos edificios hace tanto tiempo.

Seguramente lo que mejor conocerá será Donostia, donde todo empezó. 

-Sí. Además siempre me ha gustado mucho la historia y la conozco muy bien. Me pareció muy bonito, siendo yo también de Donostia, que todo empezara en San Sebastián. Tenemos un patrimonio cultural muy bonito. 

Después de alumbrar esta trilogía, ¿ve la ciudad de forma distinta?

-Bueno, siempre que paso por la parte vieja y la iglesia de San Vicente en mi mente en esa iglesia en mis libros suceden cosas en el siglo XII y ahora. Por lo tanto, sí, claro, la veo con especial cariño. 

¿Qué le depara a Marta ahora en este cierre de la trilogía?

-La luz invisible surge de algo sencillo, Marta es la protagonista y encuentra una falsa pared en la restauración de la iglesia y detrás un cadáver y un libro. Ese libro es un diario de un monje del siglo XII y ella se va a ver involucrada en una historia que ella cree que es antigua pero va a descubrir que no, que sigue viva y ella va a ser parte de esa historia, de esa aventura, que va a poner incluso en riesgo su vida. Y El roce de la oscuridad es el tercer libro, y lo que busca es cerrar todos los enigmas. Hay un enigma en torno a ese libro, a lo que contiene ese libro, a un objeto extraño del que habla el libro, y la idea al final es que con El roce de la oscuridad, todos esos enigmas queden resueltos y todo explicado desde el siglo I hasta la actualidad. 

En estas novelas la simbología juega un papel esencial. Tenemos a María Magdalena, el arca de la alianza, el nudo de Salomón... Algunas las hemos visto en películas como Indiana Jones o El Código Da Vinci. ¿Qué tienen estas reliquias que atrapan tanto a historiadores, arqueólogos, restauradores...?

-Yo creo que lo que sucede es que hemos sido educados en una cultura en la que la religión tenía un halo de misticismo, y es lógico que la gente imagine cosas alrededor. La idea es jugar con todo eso y plantearse una pregunta de inicio que es “¿Qué pasa si la historia no es como nos la han contado, si hubiera sido diferente?”. 

¿Cómo está siendo el feedback de los lectores?

-A la gente le está gustando especialmente cómo está cerrada la historia, cómo está todo explicado hasta el más mínimo detalle, y además se está produciendo otro efecto que a mí me gusta mucho, que es que se ha despertado interés en muchas personas que no habían leído ninguno de los anteriores sobre la trilogía. Hay mucha gente empezando a leer el primero. Cuando recibes los feedbacks de los lectores en presentaciones, firmas y redes, la verdad es que es tremendamente divertido. Es una de las mejores cosas de escribir, cuando ves que tu obra le gusta a la gente. 

Las redes se han convertido en una puerta abierta a mantener el contacto entre escritores y lectores.

-Sí, y yo creo que a muchos escritores nos gusta ese contacto directo. Yo respondo a todos los mensajes que me llegan a través de las redes. Cuando alguien escribe algo, o me escribe directamente, es una gozada. Ese contacto directo lector-escritor para mí es una de las mejores cosas de las redes.