A diferencia de los artistas autóctonos que centraron su interés en el litoral vasco plasmando estampas portuarias o marítimas, Joaquín Sorolla recogió el carácter ocioso de los arenales de Euskadi. En sus diferentes estancias en la costa vasca, desde 1889 a 1910, captó la belleza de sus playas, desde Lekeitio hasta Biarritz. Dentro del programa La Obra Invitada, el Museo de Bellas Artes de Bilbao expone ahora Bajo el toldo, Playa de Zarauz (1910), un “lienzo soberbio” que se sale de lo “ordinario”, en el que el artista muestra a su mujer Clotilde, junto a sus hijos María, Elena y Joaquín, vestidos elegantemente a la sombra de uno de los característicos toldos de la localidad. “Remachó la visión turística del litoral vasco que tanto fascinó internacionalmente”, declaró ayer Javier Novo, coordinador del Área de Conservación e Investigación de la pinacoteca, donde también se muestran otro lienzo y cuatro dibujos preparatorios de las figuras.

Según reveló Novo sobre el autor, de cuyo fallecimiento se cumple un siglo, Sorolla está en constante revisión. De ahí que se haya estudiado su perspectiva religiosa o su forma de retratar la infancia.

“Queda pendiente abordar su presencia en Euskadi”, consideró el historiador, quien comparó esa presencia con la que tuvo en su día Luis Paret. En ese sentido, destacó la inclinación de Sorolla por las escenas de playa. “A lo largo del siglo XX, artistas como Tellaetxe o Zubiaurre plasmarán la costa desde sus puertos, pero no desde sus playas. Sólo habrá pequeñas excepciones de José Arrue o Anselmo Guinea. Habría que preguntarse por qué los artistas de nuestro entorno no se interesan por el ocio de la playa y se decantan más por la dureza del mar”, expuso sobre esta inclinación del artista valenciano que dio comienzo en 1900, cuando las playas del norte eran frecuentadas por la familia real y la aristocracia.

Espoleado por su éxito en Nueva York al exponer estas estampas, el artista viajó en 1910 a Zarautz, donde encontró “elementos vitales y artísticos para trasladarse con su familia”. Javier Novo se refirió al clima sosegado del norte, el verde de las tierras... “Con todo ese universo creó una producción exquisita, se separó diametralmente de otros artistas como Regoyos y reconoció la luz blanca del día”, concretó sobre el pintor, contemporáneo de Zuloaga, si bien la obra de este era más para entendidos que para grandes masas. Además de Bajo el toldo, Playa de Zarauz, donde desde la perspectiva picada proyecta una amplia sombra que activa lumínicamente la escena en diferentes espectros, en Playa de Zarauz evidencia con matices impresionistas el movimiento del viento o la ropa tendida secándose al sol.

Colaboración

Como evidenció Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, la exposición de este conjunto de obras es posible gracias a la “longeva y feliz colaboración” fraguada con la Fundación Banco Santander para llevar a cabo el programa La Obra Invitada. Por su parte, Bingen Zupiria, consejero de Cultura y Política Lingüística y presidente de la Fundación Museo de Bellas Artes de Bilbao, destacó que una de las características del programa es la colaboración público-privada. A través de este programa se han expuesto en los últimos años obras como Rough Sea with Wreckage, de J.M.W. Turner, o Baserritarrak, de José Arrue, y Fandango, de Ramiro Arrue.

“Nos sumamos a la gran conmemoración de este año que es el centenario del fallecimiento de Joaquín Sorolla”, concretó Zugaza sobre la obra cedida por el Museo Sorolla de Madrid. Asimismo, Borja Baselga, director gerente de la Fundación Banco Santander, consideró que se trata de una efeméride que da importantes posibilidades de disfrutar de uno de los “grandes pintores” y analizarlo desde otras perspectivas. Y recordó que próximamente la Fundación Mapfre va a celebrar la muestra Los veranos de Sorolla.

“Es una de sus obras maestras a cuya extraordinaria calidad se suman otras cinco obras originales y una fotografía del artista en la villa guipuzcoana”, manifestó el director del Bellas Artes bilbaino sobre el conjunto que “invita a disfrutar de un magnífico veraneo” en nuestra tierra. “Para quienes hemos tenido la suerte de pasar algunos veranos en Zarautz es un cuadro que capta perfectamente la luz y el color de esa gran playa en la que destacan los personajes que nos trasladan a otra época”, juzgó Baselga.