“En un futuro nosotros también seremos pasto de la arqueología”. Uniendo pasado y presente, Altxerri de Donostia se proyecta hacia el futuro a través de la exposición colectiva El origen es ahora/Jatorria oraina da, una muestra que celebra el 40º aniversario de la galería y que hace un guiño también a la cueva que da origen al nombre del local, la cueva de Altxerri, situada en Aia, descubierta en 1962 y declarada hace quince años Patrimonio de la Humanidad, debido al notable conjunto de pinturas y grabados del periodo magdaleniense que alberga en su interior. Así, el director de la galería, Javier Balda, ha propuesto una inmersión telúrica a las profundidades de la tierra, mediante fondos propios y también obras de reciente creación, logrando un equilibrio entre autores consagrados como Esther Ferrer, Remigio Mendiburu, Juan Luis Goenaga o Juan Miró y artistas de generaciones más recientes como Leire Lacunza, Nadia Barkarte y Jon Cazenave.

Obras escultóricas, pictóricas, fotográficas y de técnica mixta se dan cita en Altxerri, una galería que nació en 1982 en Donostia, inspirada por la tradición cultural renovada que trajo el Grupo Gaur, así como el resto de agrupaciones de lo que se denominó la Escuela Vasca. Así, la selección, cuenta Balda, ha respondido a la expresión artística personal de lo primario y primitivo, desde lo más explícito, como la escultura en la que Javier Muro reproduce el cráneo de Miguelón –un Homo Heidelbergensis hallado en Atapuerca con una antigüedad de más de 300.000 años–, hasta lo más conceptual, con algunas pinturas matéricas de Goenaga, “el verdadero hombre de las cavernas”.

La exposición se abre con una obra de Hilario Bravo, que se enmarca de su Diario de un chamán, para dar paso a una instalación de la donostiarra Pilar Soberón. Se trata de una serie de dibujos, realizados en 1996 y 2012, dispuestos en la pared imitando los restos de una columna vertebral. Cada vértebra está formada por una pieza de papel tratado a mano, con arrugas y pieles que se asemejan a la textura de una “piedra o un fósil”, describe la autora. A partir, de la forma del papel surgen los dibujos hechos a rotulador, con ecos antropomorfos y zoomorfos.

Más allá, en la sala principal de la galería, junto cráneo de Muro y las pinturas de Goenaga, se expone Tetsuo, una obra de Leire Lacunza. Unos apliques metálicos sostienen un collage hecho con acetatos, calcos a rotulador y tinta aislante, entre otros, y que parte de imágenes que Lacunza ya había producido previamente. Trabajando con la “acumulación” y la “repetición”, el proceso, explica la artista, consistió en ver “qué más elementos” podía añadir a la pieza hasta que la vio “compuesta” y terminada.

En frente de la pieza de Lacunza se exhiben una serie de fotografías de Jon Cazenave, con las que este culminó su proyecto Galerna. Tras haber trabajado diez años con el blanco y negro, le llegó el color, también a través de la materialidad. De esta manera, fotografió una serie de cantos rodados que pintó con pigmentos naturales y que con fondos negros parecen que hablan, al mismo tiempo, de la tierra y del conjunto del universo. “Las imágenes se crean y tu puedes crear paisajes”, explicó el fotógrafo. El origen es ahora permanecerá abierta hasta el 9 de septiembre.