El cine francés es mucho más que la nouvelle vague y, para demostrarlo, la Filmoteca Vasca y Donostia Kultura han publicado un nuevo número de la colección Nosferatu y que, en esta ocasión, se centra en el género polar, de entre 1931 y 1982. Es decir, las películas policíacas, inherentes a la cinematografía vecina desde, prácticamente, el origen del séptimo arte. Así lo ha defendido este miércoles el coordinador de esta edición, Antonio José Navarro. Se trata de una publicación que acompaña al ciclo dedicado al noir galo que se programa cada miércoles en la Pantalla Compartida de Tabakalera y en el que se reivindica la importancia de un cine inmensamente “popular”.

El director de la Filmoteca Vasca, Joxean Fernández; el director de la Unidad de Cine de Donostia Kultura, Josemi Beltrán; y el propio Navarro han presentado El polar francés 1931-1982, un libro pionero en el Estado y con grandes novedades, incluso, para el mercado vecino. No en vano, según explicaron, aunque en el Estado francés se han dedicado algunas monografías a autores que se desenvolvieron en este género, hay pocas obras que la hayan analizado de forma integral y detallada. “En Italia hemos encontrado más bibliografía sobre el tema que en Francia”, ha asegurado Navarro.

El libro surge de la “necesidad” de dar voz al cine de género europeo, ha expuesto este historiador del séptimo arte. Así, los estudios académicos sobre el noir estadounidense son prolijos, pero apenas se ha profundizado en el género criminal de este lado del Atlántico. 

De hecho, según recordó, la cinematografía francesa históricamente se ha relacionado con el cine de autor o con una suerte de disciplina “intelectual”. No obstante, el respaldo del público es indiscutible y viene motivado por las pulsiones internas del espectador. “A todo el mundo le gustan las películas de hampones, de asesinatos, de mafiosos porque nos hace soñar”, ha dicho Navarro para después añadir que el espectador se ve, de alguna manera, reflejado en estas obras porque le permiten transgredir las normas de la sociedad a través de la experiencia de la sala oscura. ¿Cómo se fraguó el éxito del polar francés? El investigador lo tiene claro, gracias a la personalidad propia del cine galo, sumada a la importación de “pinceladas” del noir estadounidense y de las aportaciones de los alemanes que se instalaron en Francia en el periodo de entreguerras. Asimismo, se mantuvo constante en el tiempo ofreciendo durante décadas –y aún hoy– propuestas de gran calidad que, además, subieron renovarse en lo formal.

Expertos como Ricardo Aldarondo, Pablo Fernández, Quim Casas, Carlos Aguilar, Roberto Cueto y Elisa McCausland, entre otros, diseccionan cinco décadas de cine, dividido en tres apartados, el contexto y los orígenes del polar, temas y espacios y un último dedicado a perfiles de nombres propios como los de Claude Chabrol, Alain Corneau, Julien Divivier o Jacques Becker, entre otros.

En otoño, Donostia Kultura y la Filmoteca Vasca presentarán un segundo libro ligado al polar francés, en este caso, en euskera y coordinado por el profesor de la UPV/EHU Iñigo Marzabal.