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'Cabeza y corazón': “La épica de la cotidianeidad” de una selección femenina de baloncesto en silla de ruedas

Dirigida por Ainhoa Andraka y Zuri Goikoetxea, este documental, que sigue al combinado que llegó a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2021, podrá verse mañana miércoles dentro del Festival de Cine y Derechos Humanos.

'Cabeza y corazón': “La épica de la cotidianeidad” de una selección femenina de baloncesto en silla de ruedasRuben Plaza

Cabeza y corazón, de la vizcaina Doxa Producciones, protagonizará la proyección de mañana miércoles en el Victoria Eugenia, dentro de la programación del Festival de Cine y Derechos Humanos. Las directoras del documental, Ainhoa Andraka y Zuri Goikoetxea, han comparecido este martes para hablar sobre este relato de no ficción, acompañadas por la gasteiztarra Agurtzane Egiluz y la catalana Judith Núñez, dos jugadoras de la selección femenina española de baloncesto en silla de ruedas que consiguió clasificarse en 2021 para los Juegos Paralímpicos de Tokio, bajo el liderazgo del seleccionador Abraham Carrión. La última vez que un combinado español de esta sección consiguió disputar el oro olímpico fue en los juegos de Barcelona de 1992, pero en aquel año entonces no necesitó clasificarse, logró la plaza en calidad de Estado anfitrión.

Cabeza y corazón es un relato deportivo de superación atípico. De hecho, pese a tratarse de una película que sigue el día a día de un equipo de baloncesto apenas se ven planos en los que el equipo enceste. Es más, las cineastas se centran en el campeonato Europeo de Róterdam y el mundial de Hamburgo, dejando a un lado la competición en Japón de 2021, algo que, por otro lado, hubiese sido difícil de gestionar debido a las restricciones de aquel país por el covid-19. Lo deportivo no les interesaba tanto como “la épica de la cotidianeidad” de una película que recoge, en parte, lo que sucede dentro de la cancha pero, sobre todo, lo que acontece “entre partidos”. Esto refleja el interés real de las cineastas, que optan por trasladar la perspectiva de las jugadoras, operando las cámaras desde la altura de las propias sillas de ruedas. 

La realidad del día a día y la humanidad fuera de estereotipos y de ideas preconcebidas era, en definitiva, el objetivo de este documental coral en el que, en todo momento, se ha buscado un difícil “equilibrio” de las voces.

Los orígenes y las motivaciones de cada jugadora no devuelven un mural homogéneo. Judith Núñez ha sido durante 18 años miembro de la selección española. No obstante, según ha contado, necesita tomarse un respiro. Para ella el baloncesto puede llegar a ser algo más exigente que para las demás. No en vano, sufre osteogénesis imperfecta, es decir, la enfermedad de los huesos de cristal, padecimiento que le ha provocado una gran cantidad de lesiones de diversa gravedad a lo largo de su vida. No obstante, desde bien joven –comenzó en el basket con once y ahora tiene 36 años–, en su casa le inculcaron la importancia de salir adelante. De hecho, su padre, Ricardo Nuñez, fue un atleta paralímpico que con la misma enfermedad compitió en Seúl 88 y Barcelona 92. Sirvió de inspiración para su hija. En su primer equipo pasó cuatro años arrinconada. Pero no cejó en su empeño y, con sólo “36 segundos de juego”, en 2003 llegó a la selección. “Volví con la pelvis rota”, ha contado. Después de tanto tiempo y tanto compromiso –con cada lesión ha tenido que “volver a empezar de cero”–, una vez terminado el último ciclo olímpico, ha decidido “descansar”.

El caso de la gasteiztarra Agurtzane Egiluz, de 26 años, es algo distinto. Aficionada al baloncesto llegó a competir en la modalidad de a pie hasta los catorce, aunque un accidente de tráfico le creó una lesión en la cadera que la sacó de la cancha... por un tiempo. La falta de referentes del basket en silla de ruedas y el hecho de no poder tomar conciencia de que en silla de ruedas también se podía competir la mantuvieron lejos del deporte hasta que a los 18 dio con Zuzenak, una fundación alavesa que aboga por la integración deportiva de personas con discapacidad y pasó a formar parte de su equipo de basket de esta modalidad. Y de allí, a la selección.

Demasiada testosterona

El baloncesto en silla de ruedas es un deporte con equipos mixtos y ese es el motivo por el que sigue siendo un juego con mucha “testosterona”, que relega a las jugadoras a un segundo plano. La misma selección femenina ha vivido hasta hace no tanto momentos de verdadera precariedad en la que las jugadoras debían sufragarse todos los gastos de las competiciones. 

No obstante, según han contado Núñez y Egiluz, esta situación se va revirtiendo. De hecho, la capitana de la selección, Sonia Ruiz, ha fundado en Murcia un equipo exclusivamente femenino con el que intenta atraer talento, hacer cantera y demostrar que existe un lugar para todas las personas que desean desarrollarse deportivamente. Cabeza y corazón busca lo mismo.