Coldplay, el grupo de pop sensible y lánguido que sorprendió con su debut, Parachutes, en la apertura de este milenio, empezó a consolidarse como infalible maquinaria pop masiva con su segundo álbum, A rush of blood to the head, gracias a himnos como In my place, The scientist o Clocks. Fue hace dos décadas, una celebración que coincide con los millones de entradas vendidas para su gira, que seguirán más de 200.000 personas en los cuatro conciertos previstos el próximo mes de mayo en Barcelona.

La gira actual del grupo británico liderado por su compositor, vocalista y teclista, Chris Martin, se reanudará el 10 de marzo en Brasil. En 2011, el año en el que actuaron en Bilbao, el cuarteto publicó Mylo Xyloto y entró en una deriva ya descaradamente comercial que les colocó en la pole position del pop mainstream y más convencional a raíz de su colaboración con Rihanna en el tema Princess of China.

Antes, Coldplay fue una banda de pop-rock sensible que logró un éxito importante con su debut, Parachutes, gracias a canciones como la melancólica y frágil Yellow. Y después llegó su segundo álbum, que consolidó su trayectoria y ha cumplido sus dos primeras décadas. Para conmemorar el aniversario junto a sus seguidores, la banda ha lanzado una versión mejorada en 4K del icónico vídeo dirigido por Jamie Thraves para The scientist, que ha sido restaurado a partir de la cinta original de 35 milímetros.

A rush of blood to the head consolidó a los de Martin con un sonido más intenso y potente que su debut aunque sin dejar de lado la que, quizás, sea su mayor virtud, esa capacidad melódica del británico para engarzar delicados y emotivos estribillos; a veces haciendo uso del falsete y casi siempre coronados por un poso de melancolía que encandila a las masas.

La prueba está en el éxito logrado con canciones como In my place, medio tiempo lánguido de teclados catedralicios, la más movida Clocks o el baladón The scientist, con Chris al piano.

El álbum incluía también pasajes más intensos, como prueban los cambios de ritmo de Politik, o God put a smile upon your face, quizás lo más rockero que puede grabar un grupo como Coldplay. Curiosamente, pasado el tiempo funciona casi mejor el repertorio menos conocido, como la acústica Green eyes, la balada eléctrica Warning sign, los leves aires psicodélicos en los que nos envuelve A whisper o la onírica y atmosférica Amsterdam, que lo clausura.

Martin volcó en las letras de este disco –cuyo título hace referencia al subidón de los primeros tiempos de una relación– el que, al parecer, era su estado emocional del momento. Seguía herido y con el corazón roto, y estas once canciones sirven como documento de una relación rota y de la añoranza de la pareja. “Estuve perdido y asustado”, canta Martin con su voz afectada en In my place. “¿Hacia adónde vamos? Nadie lo sabe”, prosigue en God put… y lo resume certeramente en The scientist, en los versos “nadie dijo que fuese fácil, nadie dijo que fuera tan duro”, antes de cantar “tengo que salir de este agujero”.

Varios de los singles de este disco sonarán en la gira internacional de Colplay, que se reanuda en marzo y en la que presentará su último disco, Music of the spheres, editado hace dos años, en plena pandemia, con colaboraciones como la de Selena Gómez o BTS (ejem).

Barcelona ha sido la única ciudad elegida en el Estado y más de 200.000 personas asistirán a los cuatro conciertos que ofrecerán los días 24, 25, 27 y 28 de mayo. Muchas de estas entradas han caído en manos de portales de reventa que las están ofreciendo a casi 3.000 euros, cinco veces más de su precio original, en el caso de Barcelona. l