La memoria de las inundaciones de 1983 en Bilbao forma parte de los recuerdos más amargos de la ciudad. Tal fue su huella que a día de hoy no nos extraña que todas las esperanzas que se llevó por delante el agua, -pero que fueron reavivadas gracias al apoyo ciudadano-, se reflejen en la nueva novela de Dolores Redondo, 'Esperando al diluvio', en la que la escritora donostiarra, Premio Planeta en 2016, ha querido rendir homenaje a la capital vizcaína.

Tras vender más de tres millones de ejemplares de la Trilogía del Baztán, situada en el valle navarro, esta superventas ha querido conectar ficción y realidad en su nuevo thriller. En él nos traslada al verano de 1983 de Bilbao, cuando un policía ficticio, Noah Scott Sherrington, llega en plena Aste Nagusi -las fiestas de la Semana Grande- siguiendo su instinto para saldar una cuenta que tiene pendiente desde hace años. Por eso, viaja desde Escocia hasta el Botxo para localizar a un asesino en serie real, John Bible, que entre 1968 y 1969 violó y mató a tres mujeres: Jemima MacDonald, de 32 años; Patricia Docker, de 25; y Helen Puttock, de 29, después de conocerlas en un salón de música y baile de Glasgow llamado Barrowland Ballroom. En los años 80 se descubrieron nuevos asesinatos similares que pusieron en alerta a los investigadores, pero las pesquisas no dieron con el responsable, desaparecido sin haber dejado rastro. 

Una de las hipótesis es que hubiese seguido matando después, pero que lo hubiese hecho en otro país huyendo de la policía. Y es esa posibilidad la que defiende Redondo en su novela. En palabras de la autora, "por su edad, este asesino podría estar vivo aún, podría seguir en activo y podría estar viviendo como un anciano respetable en algún lugar de Bilbao o Glasgow". El hecho de que no le atrapasen, lo convierte en "leyenda", al estilo de Jack El Destripador, del que también se ha escrito mucho, destaca. De hecho, John Bible, el sanguinario asesino en el que la escritora ha posado su mirada, ha sido objeto de un documental presentado este mismo año por la BBC titulado 'La caza de John Bible'. "No es un caso como el de las niñas de Alcàsser, en el que cuando se puso en marcha la investigación ya había dado tiempo a que se fueran. No, allí se puso inmediatamente en marcha una operación de caza de este hombre. Tenían su descripción y su retrato y pusieron a cientos de policías sobre el caso, pero aún así, desapareció", lamenta.

Puede que la casualidad llevara a John Bible a fugarse en un carguero rumbo a Bilbao, pero si fuese cierto, lo que habría encontrado sería una réplica de Glasgow. "El mismo clima, la misma violencia en sus calles -en Glasgow por las bandas, en Bilbao por la kale borroka y el clima político- y hasta los mismos vicios de consumo de heroína. Incluso las pestilencias fabriles del Nervión le recordarían a las del río Clyde. De ahí que se sintiera como en casa y pronto se viese tentado a matar de nuevo", indica.

Portada del libro 'Esperando al diluvio'.

Portada del libro 'Esperando al diluvio'.

26 de agosto de 1983 

Y el segundo hecho real de la novela es esa persistente y fina lluvia que precedió al diluvio, que comenzó a caer poco a poco en Bilbao y que terminó desbordando la ría el fatídico 26 de agosto de 1983, en plenas fiestas. Cayeron más de 600 litros por metro cuadrado en apenas 24 horas, lo que sumergió Bilbao en el lodo, causando una treintena de muertes e incontables daños materiales.

En palabras de su autora, 'Esperando al diluvio' rinde homenaje a Bilbao, pero también a la cultura del trabajo y a unas costumbres que pusieron de relieve "el coraje y la valentía de toda una generación que tuvo que superar las adversidades de un país que daba los primeros pasos en su democracia y vivía una bestial reconversión naval e industrial en un estado casi policial por la lucha contra el terrorismo".

"Me he documentado día por día y me he leído los programas de fiestas para saber todo lo que pasaba en la ciudad, de a quién pilló la vaquilla, donde pusieron las ferias ese año... todo", explicaba Redondo hace unos días en su visita a Bilbao para presentar la novela a nivel estatal. Asegura que escribir esta historia le ha costado ni más ni menos que treinta y nueve años. "Sé que empecé a fraguarla el verano de 1983, volviendo en tren desde Galicia", señala. Se trata de una historia en la que se ha tomado licencias, reconoce. "Ya os avisé de que me niego a ser exhaustiva con los recuerdos", por lo que sólo la mitad son reales, advierte.