Cuando hace dos años Mikel Delika estaba restaurando las vidrieras de la catedral de Jaén le llamaron para ver si estaba interesado en trabajar con las vidrieras de la basílica de Nuestra Señora del Pino en la localidad de Teror de Gran Canaria. “En principio, iban a ser dos, pero al final se decidió que fueran las 17 que rodean el templo en sus ventanales laterales, fachada principal, crucero y altar mayor”, explica este artesano vidriero de Gasteiz, cuya labor es reconocida internacionalmente. Delika ha llevado a cabo trabajos en la Catedral de Santa María de Gasteiz, entre los que destaca su Estudio y Plan Director de las vidrieras de dicho templo; ha intervenido en la Casa de Juntas de Gernika y en numerosas iglesias. En la actualidad, está trabajando en la catedral del Buen Pastor de Donostia.

Las vidrieras de la basílica canaria de Nuestra Señora del Pino, declarada Bien de Interés Cultural, datan de 1920 y fueron realizadas por la casa Maumejean, la misma que hizo las de la catedral nueva de Gasteiz. Es una de las empresas más grandes que ha existido, llegando a tener unos 100 pintores del vidrio y sedes en Madrid y Donostia, entre otras ciudades. “Contrataban a los mejores de las Escuelas de Bellas Artes y tenían una técnica que rozaba casi la perfección”, describe Mikel Delika.

Este artesano gasteiztarra se trasladó en marzo a Gran Canaria, y junto a Manuel Bernabé, estuvieron trabajando en un taller habilitado provisionalmente en el Palacio Episcopal. “Fueron casi tres meses de trabajo de limpieza y restauración de estas obras, que para tener más de 100 años no estaban tan mal, pero había que reconstruir las partes dañadas y reforzar su estructura. Son de alto valor artístico y un importante patrimonio de la Basílica y de Canarias”, explica el artista gasteiztarra, que fue reconocido como referente internacional en el sector por la prestigiosa British Society of Master Glass Painter.

Pero la gran sorpresa de Mikel Delika llegó cuando en uno de los paneles se encontraron con una frase en euskera, nada normal en una basílica de Gran Canaria: Gora Euskal Erriya. “Nadie nos lo esperábamos, la gente no se había enterado porque las vidrieras están colocadas muy altas. No se perciben estos pequeños detalles. Habitualmente, lo primero que hacemos nosotros es la documentación fotográfica y, cuando pusimos el panel sobre una mesa de luz para fotografiarlo, nos dimos cuenta de que se había incluido una frase en euskera. A veces, los artistas en sus obras suelen añadir un guiño personal, un elemento que a simple vista no aparece en esa composición”.

Las 17 vidrieras están decoradas con elementos marianos y cristológicos de distintas épocas. En la dedicada al Quinto Misterio Gozoso, el de El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo, aparece un personaje leyendo un texto en latín, pero en el medio se intercala la frase en euskera. También se puede leer Donosti y otra frase en euskera incompleta. “El texto fue el sello personal del maestro pintor de las vidrieras de Gran Canaria, que era vasco y quiso así plasmar en ella su sentimiento nacionalista”, según Mikel Delika.

Las vidrieras fueron expuestas durante varias semanas en Gran Canaria para que el público pudiera contemplarlas antes de ser colgadas de nuevo en las paredes de la basílica. “Mucha gente que pasó por la exposición se quedaba sorprendida al ver el detalle de la frase en euskera, pero a todos les pareció un detalle sorprendente y simpático”.

Reivindicar

Mikel Delika cursó Maestría Industrial por la rama de electricidad; sin embargo, nunca ejercería esa profesión, ya que desde siempre se había sentido atraído por el mundo del dibujo y las vidrieras. Ha dedicado su vida a desentrañar sus secretos y aprovecha para reivindicar un oficio, que, según advierte, puede llegar a desaparecer. “En 2018 creamos la Asociación para la Restauración y conservación de vidrieras de España, ARCOVE, cuyo principal objetivo es que se establezcan estudios reglados como existen en la restauración de tapices, de pintura de caballete, de mural...al igual que en el resto de Europa. Además aquí hay un patrimonio inmenso, no hay vidrieras medievales, pero contamos con muchísimas de finales del siglo XIX y principios del XX. Todos los ensanches de las capitales vascas están llenos de vidrieras y hay que restaurarlas”. El vidrierista advierte que en la actualidad hay pocas personas que puedan ejercer este oficio. “Cuando no estemos nosotros tendrán que venir de otros países”.

A Mikel Delika le gustaría tener un aprendiz para transmitir todo lo que ha aprendido en su extensa trayectoria, “pero es muy difícil, te dan ayuda para cuatro o cinco meses, pero este arte no se aprende en ese tiempo”, reivindica este artista que tiene su taller, Vitrales Mikel Delika, en la calle Txikita en el Casco Viejo de Gasteiz. “Muchas veces ves una vidriera y te parece bonita, pero desconoces el trabajo que hay detrás, cómo se corta el vidrio... Por ello, yo tengo abierto mi taller al público, quiero que la gente valore lo que cuesta restaurarla. Es una forma de divulgar mi oficio; como no aparece mucho en internet, parece que no existe y lo que no se conoce, no se valora”.