La editorial guipuzcoana de cómics Harriet toma el nombre artístico de uno de sus impulsores, Gregorio Muro, que es conocido como Harriet en su faceta como guionista en el noveno arte -comenzó en Ipurbeltz en el año 1978 y saltó a editar en Francia en 1981- y también en el séptimo -en 1990, se inició en el audiovisual con el fallecido Juanba Berasategi-. Esta casa acaba de publicar en euskera y castellano Jamás. El día D, de Bruno Duhamel, y ha anunciado la inauguración de un nuevo sello llamado Kabe para publicar manga, por primera vez, en euskera, una proyecto editorial que comandará su hijo, Mikel Muro. La hermana de Gregorio, Koro, completa esta iniciativa familiar que, desde que surgió en 2015, ha tenido como objetivo recuperar y reeditar los trabajos de Harriet , al tiempo que ha buscado acercar al medio a nuevos públicos lectores con una oferta variada de álbum europeo y de autores locales, siempre de "calidad" y con historias "interesantes": "Buscamos que los lectores que tienen una visión distorsionada de lo que es el cómic descubran todas las posibilidades que ofrece". Los responsables de la editorial han participado este fin de semana en HernaniKomik, el primer encuentro del País Vasco dedicado exclusivamente a la novela gráfica euskaldun y Gregorio y Koro Muro se han reunido con este periódico para hablar sobre la evolución de su editorial durante estos siete años.

Los hermanos se remontan a 2013 para hablar de los comienzos de esta empresa. Después de unos años dedicados al sector audiovisual, Gregorio visitó “por gusto” la feria de Anguleme, uno de los mercados más importantes del mundo del cómic. Allí uno de sus antiguos editores franceses vinculado a la poderosa Glenat le comunicó que iban a reeditar uno de sus antiguos trabajos, Eguzkiaren izerdia -publicado originalmente en euskera Habekomik-, en un integral para el Estado vecino. Al año siguiente, también “por capricho”, visitó el Salón del Cómic de Barcelona donde se puso en contacto con la editorial Ponent Mon, que decidió publicar ese integral y, por primera vez, en castellano.

Ya con este tomo bajo el brazo, una nueva feria. Visitó el Salón del Cómic de Getxo y se quedó sorprendido de la cantidad de gente que se acercó a la firma de ejemplares recordando haber leído la versión original de Eguzkiaren izerdia en euskera. “Aún me quedaban cuatro años para jubilarme y pensaba qué iba a hacer cuando llegase esa fecha. Pensé que volver al cómic no estaría mal, pero como autor”, comenta Harriet, que por aquella época barajó la posibilidad de reeditar también en un tomo único Justin Hiriart. “Tras un plan de viabilidad, nos lanzamos con la editorial pero con la mente abierta a publicar también obras de terceros, de las que a nosotros nos gustaban y buscando líneas diferentes a las que yo he trabajado”, comenta el editor. Cuando se refiere a ese “estilo” o a aquellas que les “gustaban” se refiere a la tradición del álbum franco-belga, que es el tipo de cómic que ha predominado en Europa. Así, a la hora de plantear las líneas de trabajo, apostaron por diversificar públicos y por centrarse dar respuesta a la demanda infantil, dado que es necesario “crear cantera de lectores”, y también en dar salida a autores vascos, pero no solo publicando sus obras en el mercado estatal, sino buscando un hueco en otros. Por ejemplo, el exitoso cómic Joana Maiz, de Joseba Larretxe y Yurre Ugarte, se publicará próximamente en el Estado francés.

En definitiva, lo que buscan con Harriet lo resume Koro al recordar que el lector de cómics ya es un lector fiel de esta disciplina, que el objetivo se encuentra en los públicos que no lo son, en los que quizás tengan esa idea “distorsionada” de lo que es el noveno arte y que desconocen que a través de este medio pueden contarse multitud de historias, de multitud de maneras distintas, sin que la imaginación se vea mermada por ser un medio que suma imagen a la narrativa textual. “Tener un cómic en la mano es tener cine portátil”, expone la editora, que añade que en un libro así se suman tres artes: la literatura, la pintura y el cine con notable resultado. En este sentido, subraya la importancia de los cómics como “objetos” con “entidad propia”, aquellos que se acaban coleccionando porque te marcan tanto que no puedes deshacerte de ellos.