Fiel a su coherente y madura experiencia pictórica, Eduardo Vega de Seoane (Madrid, 1955) vuelve a exponer en galería Kur de Donostia con formatos medios y grandes, cuadrados y rectangulares, en los que a modo de pizarra o gran lienzo, vuelve a trazar sus particulares luchas y repertorios informales. Repertorios que se mueven dentro del mejor expresionismo gestual y expresivo, lleno de manchas y contrastes de colores, que van de ocres-negros y grises a amarillos, verdes y naranjas, contrastados por algunos rojos o naranjas.

La superficie de la tela, pintura fresca y realizada a base de grandes manchas de colores suaves y contrastados, forman un puzle de colores, que producen una sensación de tranquilidad y calma, como trazados tras una larga contemplación y meditación ante el lienzo y el espacio pictórico del propio autor, que las ha construido y formado desde las profundidades del alma.

Su gestualidad es calma y concentrada, no es agresiva ni dinámica, sino más bien relajada y profunda, meditada y sedante. Se trata de restallidos de color que surgen del interior del autor, que ofrece lo mejor de sí mismo para quien las contemple con calma.

Y es que el autor no es amante de una pintura superficial, llevando muchos años en esta batalla, que puede ser lenta y cansina, pero nunca superficial y publicitaria. En su obra se advierten ecos de la pintura oriental y de las grandes corrientes de pensamiento y religiones del este europeo.

Sus escenarios son siempre abiertos, ensoñados, participativos y activos al mismo tiempo, exigiendo la colaboración del contemplador de su obra, como sucede en las obras de Klee y de otros autores de las vanguardias históricas. Cada gesto, cada trazo está colocado geométricamente en el lugar adecuado, pero siempre trazado con libertad total y absoluta. Su actual Rompeolas puede ser un canto lírico a la actual escollera que desemboca en el río Urumea, junto a la potente estructura arquitectónica realizada por Rafael Moneo, o un paradigma de toda su obra realizada a lo largo de varias décadas, desde que comenzó a fraguarse a finales de los años 70.