Hubo un tiempo en que Amina Claudine Myers (Blackwell, Arkansas, 1942), se llamaba únicamente Claudine Myers. Pero a finales de los años 60, la compositora y pianista de jazz estadounidense decidió completar su nombre con Amina, a instancias del músico Ajaramu, tal y como relata George Lewis en su libro A Power Stronger Than Itself: The AACM and American Experimental Music (Una Fuerza Mayor que sí Misma: La AACM y la Música Experimental Americana). Y es que, en pleno movimiento por los derechos civiles del país, la “nueva conciencia negra”, en palabras de Lewis, hizo que muchas personas afroamericanas modificaran o eliminaran por completo los nombres forzosamente heredados en su familia durante la esclavitud.

Más de medio siglo después, y tras una prolífica carrera, en la que ha publicado once discos propios y ha colaborado en una veintena más, Myers recibe este domingo el premio Donostiako Jazzaldia. Un reconocimiento a una figura no siempre lo suficientemente valorada en el panorama musical, pero que sus devotos fans admiran.

Myers comenzó a tomar lecciones de piano a una edad muy temprana, con tan solo cuatro años. Según iba creciendo, lo fue complementando con su participación en coros de iglesia, donde cantaba a ritmo de gospel y rhythm and blues. Más adelante formalizó sus conocimientos, al licenciarse en Arte y Educación Musical en la Philander Smith College de Arkansas.

En 1963, dejó su estado natal para mudarse a Chicago, donde fue profesora en una escuela pública y también siguió desarrollando actuaciones musicales, hasta que en 1966 pasó a formar parte de la Association for the Advancement of Creative Musicians ( Asociación para el Avance de los Músicos Creativos, AACM).

Pero Chicago no sería su parada definitiva, ya que en 1976 se mudó a Nueva York, donde sigue viviendo a fecha de hoy, en un apartamento del barrio de Harlem, en Manhattan. Allí intensifico sus aportaciones al mundo de la composición durante la década de los 70, mientras expandía su labor al campo de las producciones teatrales, fuera del circuito de Broadway. En 1978, comenzó su primera gira por el continente europeo, con la Lester Bowie Quintet y la New York Organ Ensemble.

La diversidad de sus proyectos hace que una sola etiqueta sea insuficiente para Myers. Compositora, pianista, organista, vocalista, directora, profesora, actriz... Todas ellas son necesarias para comprender a un personaje tan rico y diverso como ella.

Pero, si hay algo que destaca especialmente en Myers, es su manera de cantar, ya que a veces lo hace sin hablar, simplemente usando su melodía vocal como sonido. “Recuerdo pensar: No necesitas las palabras para expresarte”, dijo la artista en una entrevista para un reportaje del New York Times en 2018. “Simplemente tu voz, el sonido, puede transmitir un mensaje”. 

Esa singularidad ha hecho que a lo largo de su carrera haya colaborado con un sinfín de artistas, como Archie Sheep, James Blood Ulmer, Lester Bowie o Eddie Harris, entre otros.

Este domingo, la inusual y extraordinaria Amina Claudine Myers se sube al escenario de la Trini, para transmitir y hacer disfrutar al público guipuzcoano más allá de los límites de la cotidianidad.