Mulatu Astatke y el orgullo de la aportación de la cultura africana al mundo
El músico etíope, padre del ethio-jazz, recibe el premio Donostiako Jazzaldia
El etíope Mulatu Astatke se convirtió ayer en el primer músico africano en recibir el premio Donostiako Jazzaldia que concede el Festival de Jazz donostiarra. Lo recibió como un galardón “a toda África”, a la contribución que la cultura de ese continente ha hecho a la del resto del mundo.
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Astatke recogió el premio de manos del director del Festival, Miguel Martín, en una comparecencia momentos antes de tomar un avión para seguir con una gira que tuvo el jueves una parada en Donostia con un concierto en el escenario de la playa de la Zurriola que calificó de “maravilloso”.
“La cultura africana ha impregnado el mundo con su saber, no sólo en términos musicales, sino en muchas otras disciplinas artísticas como la danza. Y por ello aprecio tanto este premio que me ofrecen hoy”, subrayó.
Ésta ha sido además la primera actuación en el Jazzaldia de este compositor, vibrafonista y percusionista, nacido en el este de Etiopía en 1943, que fue asimismo el primer estudiante africano de la prestigiosa escuela de música Berklee de Boston, adonde llegó tras su paso por el Trinity College of Music de Londres.
El Festival donostiarra recordó ayer que, con todo lo aprendido y escuchado en el extranjero, el joven Astatke regresó en 1969 a Adís Abeba para, con la fusión del jazz, la música latina y tradicional etíope, crear un nuevo estilo, el ethio-jazz.
“Mi carrera no ha sido fácil, nunca ha sido sencilla. Al comienzo fue difícil introducir este tipo de música, pero luego ganamos en experiencia”, señaló Astatke, que sólo pudo contestar a tres preguntas por lo apresurado de su marcha al aeropuerto.
Este músico, que ha ejercido de arreglista, profesor y director, aludió constantemente a la importante aportación que desde África se ha hecho a la música en todo el mundo, como “homenaje” también a quienes “han retomado los instrumentos que la población rural y han hecho que evolucionen”.
“Pido que no se olvide el origen, dónde están esas raíces”, manifestó el músico etíope, que como muchos otros se ha “enriquecido” con esos instrumentos locales africanos y que, como el jueves en el concierto, lucía una bufanda con los colores de la bandera de su país.
Su personal sonido esconde “una mezcla de músicas del mundo”, pero en vez de citar nombres míticos que le han influido en estas décadas de carrera, prefirió elogiar a los músicos con los que trabaja ahora.
“Es una banda cohesionada y todos comprenden la música que quiero tocar”, destacó de su grupo, integrado por James Arben (saxo), Byron Wallen (trompeta), Danny Keane (cello), Ben Brown (batería), John Edwards (contrabajo) y Richard Olatunde Baker (percusión).
Con todos ellos, Astatke sintió este pasado jueves, sobre el escenario de la playa de este 57 Jazzaldia, “el aprecio y la entrega del público”. “Fue hermosísimo, todos estábamos felices”, resaltó, antes de abandonar el teatro Victoria Eugenia camino de su siguiente destino y con una música que, en palabras del Festival, es “única” y está “marcada con un sello personal que la hace fácilmente reconocible pero difícilmente imitable”.
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