Las sesiones Lumière de la Filmoteca Vasca entran en su recta final con la proyección de la versión restaurada de Alicia en las ciudades, el clásico filme de Wim Wenders que presentará este viernes (19.00 horas) en Donostia el director del Instituto Lumière y del Festival de Cannes, Thierry Frémaux.

Tengo entendido que pensó usted en 'Alicia en las ciudades' para el ciclo, ¿por qué?

-Sí. Hoy en día es una película no tan conocida, pero que sí lo fue a finales de los años 70 y principios de los 80. Hoy no se puede imaginar, pero Wim Wenders por aquel entonces era como Andy Warhol. Era como una rockstar. Todavía sigue haciendo buenas películas, sobre todo, documentales, y me parecía muy importante decir la repercusión que tuvo en ese momento con la trilogía que formaron En el curso del tiempo, Falso movimiento y este filme. Fue uno de los primeros directores cinéfilos, cada plano de la película es un homenaje al cine norteamericano que a él le gustaba, y que fue fundamental para mi propia cinefilia.

El ciclo, en general, ha sido una invitación a redescubrir el cine en las salas.

-A mí me gusta ver las selecciones que hacen otros compañeros como Josean Fernández (Filmoteca Vasca) o José Luis Rebordinos (Zinemaldia) para comprobar cuál es el sentimiento global con respecto a nuestra historia del cine. Después de dos años de crisis, aunque pudimos celebrar un último festival de Cannes a lo grande, el objetivo tiene que ser llevar a la gente a las salas. Tenemos que conseguir que el público entienda que no hay nada mejor que ir al cine. Todos tenemos un montón de películas disponibles en el móvil, pero proyecciones como la de Top Gun en Cannes fueron momentos increíbles comparables a ver a Bruce Springsteen tocar en un estadio. La literatura, por ejemplo, nunca ha estado amenazada por la desaparición, pero el cine sí. Tenemos que pelear para que ello no pase.

Ha puesto el caso de 'Top Gun', con la que Tom Cruise esperó dos años para estrenarla en cines y la taquilla parece haber respondido. ¿Es una llama de esperanza?

-Sí. Por supuesto, es algo más factible en una película con mucho presupuesto como Top Gun o Elvis, que es un blockbuster de autor, pero necesitamos que haya también filmes independientes. Yo nací en una generación en la que el cine comercial y el de autor era más difuso. En mi opinión, John Ford, Charles Chaplin y Stanley Kubrick hicieron películas comerciales. Tengo la suerte de que a mí me gusta Top Gun, por lo que Top Gun es, y me gustan también las películas de Albert Serra, por lo que este tipo de películas representan. Tampoco quiero ser el viejo gruñón que dice que el pasado siempre fue mejor. No, el pasado fue mejor, cuando realmente lo fue, pero la experiencia de ir a ver una película a la sala de cine es algo que nuestros hijos no quieren conocer.

Hoy en día, para usted, ¿qué es el cine? ¿Un vídeo de TikTok lo es o qué lo diferencia de, por ejemplo, la salida de los obreros de la fábrica, de los Lumière?

-Hace no tanto tiempo, una película era una obra de hora y media o dos horas en 35 mm que se proyectaba en una sala de cine. Hoy, definir qué es una película o quién es un director es más difícil. ¿Puede ser el material extra de un DVD, una serie, una película de una plataforma...? No lo sé, lo que sabemos, gracias a que hemos conservado el material, es qué era el cine en el pasado. Lo único que tenemos claro es que es más sencillo saber qué es el cine en la ficción que qué es un documental. Para mí, el cine es poesía. A lo que tú me puedes decir que en TikTok, en tan solo 20 segundos, también hay poesía. Y es así, pero creo que todavía podemos decir que una obra es un proyecto audiovisual hecho para una sala de cine.

¿Tiene miedo de que las películas de las plataformas puedan desaparecer el día de mañana?

-Sin duda. Todas esas películas están en un mundo virtual al que no se puede ir. La historia del cine nos ha enseñado un mundo alrededor de las salas, con los posters, la crítica, los espectadores... que no está en las plataformas. En los últimos años hay algunos autores que han trabajado para ellas y que quieren volver a las salas. El director Nicolas Winding Refn me lo dijo en Cannes, quería volver a hacer una película para las salas porque no es la misma experiencia. Dentro de 40 años podrá haber gente que hable de Roma, de Alfonso Cuarón, y que no pueda verla. Nosotros tratamos de proteger el mundo de antes, que, para mí, también es el de hoy.

Y, hoy en día, ante tanta censura y autocensura, ¿cree que es más difícil que nunca hacer cine?

-Sí. Cuando antes he hablado de poesía, hablaba de Baudelaire o Rimbaud, poetas que no fueron muy apreciados en su momento. Un artista debe sentirse libre. Cuando trabajas para una plataforma es como hacerlo para un estudio de los años 40 en Hollywood. Hoy en día existe una forma de autocensura que es la idea de ser perfecto. De, por ejemplo, tener un James Bond negro. Hace no mucho leí un artículo en el que se decía que los espectadores estadounidenses estaban cansados de ver siempre personajes perfectos en las películas. Son temas que están en la discusión global y que seguirán estando seguro en el futuro.