Euskal Herria ha basado su historia mirando al mar, "tanto para lo bueno como para lo malo". Y es, precisamente en esto último, en lo malo, en lo que se centra la nueva exposición temporal de Euskal Itsas Museoa al poner el foco en uno de los episodios más oscuros de la navegación: la esclavitud. Lo hace, además, con "una historia atroz", la de 80 esclavos que fueron abandonados en 1760 en la isla de Tromelin durante quince años tras hundirse el barco en el que viajaban, construido en Baiona.

Aunque Euskal Herria no estuvo conectada directamente con el comercio de seres humanos -de los puertos vascos no zarpó ninguna embarcación de esclavos-, sí que se benefició indirectamente de ello. Buena prueba de esto es el barco que se hundió en 1760 en el pequeño islote de Tromelin, cerca de Madagascar, con 160 esclavos escondidos en las bodegas al no tener permiso para llevarlos y que fue construido en Baiona. "Es un episodio relacionado con nuestra historia. Siempre hemos sido un país que ha mirado al mar, para lo bueno y para lo malo", ha explicado esta mañana el director de Euskal Itsas Museoa, Xabier Alberdi, en la presentación de la exposición Tromelin. La isla de los esclavos olvidados.

Coproducida por el Museo de Historia de Nantes y el Instituto Nacional de Investigaciones Preventivas de Francia (INRAP), la muestra sale por primera vez del país galo para arrojar luz a "uno de las páginas más desconocidas de la humanidad". A través de la investigación arqueológica realizada a lo largo de siete años en esta isla del Índico, la exposición narra las peripecias de los 80 esclavos que sobrevivieron al hundimiento.

La mitad de las 160 personas que viajaban ocultas en las bodegas perdieron la vida en el naufragio al estar encadenadas a las bodegas, mientras que el resto pudo llegar al islote conocido como Tromelin, "una duna de un kilómetro que entraría en la bahía de La Concha" y cuya localización estaba mal anotada en los mapas de aquel entonces. Tras el hundimiento, los esclavos colaboraron con la tripulación de la embarcación en la construcción de una balsa en la que "únicamente entraron los blancos". Los 80 esclavos supervivientes quedaron, así, abandonados en el pequeño islote con la promesa de que volverían a por ellos. El rescate llegó sí, pero quince años después, cuando solo quedaban vivos siete mujeres y un niño de ocho meses nacido en la isla.

El trabajo arqueológico

La exposición Tromelin. La isla de los esclavos olvidados está dividida entre dos pisos. En el primero se cuenta la historia del barco y del viaje hasta el naufragio a través de una serie de paneles y de réplicas de cadenas, espadas y un barco. En el segundo se visibilizan los resultados del trabajo arqueológico. "Se pone en valor la importancia de la arqueología para conocer también épocas más recientes", ha asegurado el jefe de servicio de Gordailua, Carlos Olaetxea.

De este modo, la muestra reúne diferentes materiales audiovisuales, objetos arqueológicos y fotografías que contextualizan todo el trabajo realizado y que ponen en evidencia la similitud con los tiempos que corren hoy en día. "Es una historia muy actual. Ver a africanos perdidos en el océano sigue estando hoy muy vigente", ha señalado Alberdi.

Como es habitual en el Euskal Itsas Museoa, la exposición va a acompañada de un amplio programa de actividades como visitas guiadas y una serie de conferencias relacionadas en este caso con la esclavitud. Además, el museo ha puesto a la venta un cómic dirigido a las familias que cuenta la historia de los esclavos abandonados y la investigación arqueológica realizada en torno a ello. "Es una muestra no solo para adultos, los niños también deberían conocerla para que no se vuelva a repetir", han apuntado los organizadores.

La exposición permanecerá abierta hasta el 8 de enero del próximo año con entrada gratuita de martes a domingo.