- Un concierto a medio aforo pero lleno de esperanza. El regreso del público al Concierto de Año Nuevo de Viena devolvió el calor y la alegría a un recital -dedicado al renacer tras la pandemia- que fue dirigido con sobriedad y sabiduría por un gran Daniel Barenboim.

El concierto de música clásica más seguido del planeta -se retransmite en directo en más de 90 países- supone un rito para millones de personas que inician el año al ritmo ligero y vitalista de los valses, polcas y marchas de la dinastía Strauss. Pero en tiempos excepcionales son los menos habituales los que se llevan el protagonismo, que esta vez no fue ni para Barenboim ni para la Orquesta Filarmónica de Viena, sino para el público, que regresó a la Sala Dorada del Musikverein, aunque de forma limitada. Las restricciones por el covid obligaron a reducir el aforo a la mitad: 1.000 personas, todas en el patio de butacas.

Así, el segundo Concierto de Año Nuevo marcado por la pandemia ha sido un reflejo de lo que fue el concluido 2021: mejor que 2020 pero lejos del regreso a la normalidad como se entendía en 2019.

La buena noticia es que los aplausos del público volvieron a resonar en la monumental Sala Dorada, engalanada con su habitual elegancia y que parecía casi llena gracias a la realización televisiva. Los asistentes también pudieron acompañar con palmas la legendaria propina final de la Marcha Radetzky.

Solo eso supuso una inmensa mejoría frente al desangelado recital de circunstancias del año pasado, con una sala vacía y aplausos procedentes de altavoces.

Al frente del concierto estuvo Barenboim por tercera vez después de 2009 y 2014. El legendario maestro de nacionalidad argentina, israelí, palestina y española, de 79 años, fue el primero en dirigir a la Filarmónica de Viena en su vuelta a las salas tras el primer confinamiento de 2020 en Austria.

La primera parte del concierto tuvo guiños sobre el resurgir tras la pandemia, simbolizado en la figura mitológica del ave fénix que renace de sus cenizas -como las dos primeras piezas, la Marcha Fénix de Josef Strauss y el vals Alas del Fénix de Johann Strauss-.

En un programa elegido al detalle y en el que se debía leer entre líneas destacaron también, por inusuales, tres piezas dedicadas al periodismo, en un elogio a la libertad de prensa en un momento en el que aflora la desinformación y la propaganda.

El vitalista galope Pequeño boletín de Joseph Hellmesberger, el vals Diario de la mañana de Johann Strauss hijo y la polca rápida Pequeña crónica de Eduard Strauss fueron las tres obras dedicadas a la prensa que marcaron el final de la primera parte del concierto.

La segunda parte arrancó con la conocida obertura de la opereta El murciélago y la polca Champán de Johann Strauss hijo, con brindis humorístico incluido, seguida del vals Noctámbulos, de Carl Michael Ziehrer, cantada (y silbada) por los filarmónicos y que hizo vibrar al público.

El regreso de los tradicionales toques humorísticos y las referencias a la celebración y al deseo de vivir devolvieron el concierto a su esencia: despertar, pese a todo, la ilusión durante el primer día del año, incluso pese a la pandemia.

En la polca Ninfas, de Josef Strauss, la realización de ORF ofreció una pieza grabada en la Escuela Española de Equitación de Viena, cuya base técnica es la doma clásica española. Una cuadrilla de ocho caballos blancos “danzaron” al ritmo de la música.

Como es tradicional, el concierto finalizó con varias propinas: en la primera, Barenboim y los filarmónicos tocaron la polca rápida A la caza y, a continuación, felicitaron el Año Nuevo con el ineludible Prosit Neujahr.

Barenboim aprovechó el momento para llamar a la unidad como forma de afrontar la pandemia, tal como hacen los músicos cuando tocan, ya que sienten y actúan “como una comunidad unida”.

“El covid no es solo una catástrofe médica sino humana porque trata de alejarnos a unos de otros”, declaró Barenboim, que apeló a actuar como lo hacen los filarmónicos, poniendo el talento individual al servicio de los objetivos colectivos.

Al terminar el concierto se supo que el director austríaco Franz Welser-Möst dirigirá el Concierto de Año Nuevo de 2023, según anunció la Filarmónica de Viena. Welser-Möst, responsable desde 2002 de la Orquesta de Cleveland (EEUU), ya dirigió en 2011 y 2013 el Concierto de Año Nuevo y es considerado uno de los mejores directores del mundo.

El concierto incluyó tres piezas dedicadas al periodismo, en un elogio a la libertad de prensa en un momento en el que aflora la desinformación