"La película es como si Carpenter y Berlanga se hubieran mamado para hacerla juntos". Titulares tan jugosos como este son los que ha ofrecido esta mañana el tándem de directores Raúl Cerezo y Fernando González Gómez en la presentación de la también jugosa La pasajera, un filme de invasores de cuerpos con ingredientes cañí como son una nueva versión de Torrente -interpretado por el también presente Ramiro Blas-, comentarios taurinos y ritmo de pasodoble que tendrá su turno en la programación del festival mañana.

Con una extensa trayectoria en el cortometraje por separado y con "una película de los Coen hecha en Tudela" llamada Estándar como única baza en el largometraje de uno de ellos, González, los dos cineastas se han juntado para contar la historia de un grupo de cuatro personas que comparten una caravana Ebro . "Buscamos el choque cultural y jugar con los prejuicios de los personajes. En esa relación nos venía muy bien relacionar a Blasco -el propietario y conductor del vehículo- con los toros y el pasodoble", ha explicado Cerezo, llegando a afirmar que este baile se ha convertido en "nuestro John Williams de Cuenca".

Una metáfora perfecta para explicar la combinación de cinta de terror de los 80 y espíritu castizo que se respira en La pasajera gracias a la imponente interpretación de Ramiro Blas como ese "cateto de los que todavía siguen existiendo". "Fue un desafío personal buscar su animalada sin perder su corazón", ha explicado el intérprete, sumándose a la ristra de grandes titulares lanzados por sus directores con "me he drogado con el guion y el personaje".

"Muchas mujeres leyeron el guion porque queríamos saber su opinión", han explicado los dos cineastas sobre un texto en el que a través del personaje de Blasco se respira machismo y una España de otro siglo y en el que en el primer momento no estaba el tan protagonista pasodoble, sino Radio Futura. "Pero se parecía a lo que había hecho Paco Plaza en Verónica con Héroes del silencio", ha desvelado Cerezo, que viendo una escena de El sur, de Victor Erice, dió con la clave del pasodoble. "Tenía miedo a que se relacionáse con los toros, pero luego nos dimos cuenta que nos sirve precisamente para hablar de esos prejuicios. Por no decir lo bien que encaja escuchar un pasodoble mientras un alienígena intenta matar a alguien", ha contado entre risas el director.

"La coodirección surge de la necesidad absoluta"

El germen de La pasajera está, tal y como relató Cerezo, en un viaje real que realizó a Sitges a través de un conocido servicio para compartir vehículo. "Se montaron con nosotros una señora mayor muy tradicional y racista y un hombre de color, que tuvo que estar aguantando todo el viaje los comentarios de la mujer. Llegó un punto en el que mi compañero y yo pensamos en abandonar a la señora en una gasolinera", ha relatado el director. Aunque finalmente no llegaron a tal extremo, la anécdota se convirtió en la semilla de una historia sobre un grupo de viajeros perseguidos por un ser de otro mundo.

"Moví el guion por diferentes productoras, pero todas nos decían que no se podía hacer", ha explicado sobre un proyecto que fue pasando por distintas manos llegó a su compañero en la dirección. "Le encantó y pensamos en hacerla juntos, por lo que la codirección surge de la necesidad absoluta. Yo no quería hacerla con otra persona y, de hecho, pensaba darle la patada después de rodarlo, pero aquí seguimos juntos y ya hemos hecho otra segunda película", ha adelantado Cerezo.

La llegada de Blas al proyecto también fue impuesta. El ideólogo de la historia no se imaginaba a un actor argentino dando vida a un estereotipo tan español, pero acabó cediendo tras escuchar un audio de WhatsApp con su versión. "Al principio pensamos en hacer una versión intermedia de Andrés Calamaro, pero tras pasar una hora con él oyéndole hablar de sí mismo dijimos que no podía ser", ha asegurado el actor.

Tras él llegaron las tres mujeres de la película, Cecilia Suárez, Paula Gallego y Cristina Alcázar, formando un reparto que los directores no creían poder conseguir antes de un rodaje que se llevó a cabo durante tres semanas en exteriores de Urbasa (de un total de seis). "Ha sido una grabación difícil que planificamos mucho previamente", han asegurado los directores, elogiando también los 540 planos con efectos especiales de la producción y dando el último titular: "Hay más planos digitales en La pasajera que en Tenet".