- Aitor Gabilondo está orgulloso de la factura creativa de la serie PatriaPatria, pero confiesa en un ejercicio de sinceridad que le duele la utilización que se le ha querido dar a la serie. Sabe que el tema de ETA sigue siendo un capítulo delicado de la historia reciente de Euskal Herria y en este sentido, no le ha gustado la repercusión que se la ha dado a la serie que él adaptó y que se basaba en la novela de Fernando Aramburu. Piensa que no hay un relato único, que son cientos los relatos. Reivindica el cartel promocional en el que se veían dos escenas, por un lado, el atentado de la banda terrorista, por el otro las torturas policiales. "Defiendo que se hable libremente de todo tipo de violencias y que se llame a las cosas por su nombre, terrorismo de Estado y torturas, hubo miles, no una ni dos. Aunque haya pasado más de un año, defiendo el cartel, fue idea mía", sentencia. Esa página, la de Patria ya la ha pasado a nivel profesional y ahora se centra en otro tipo de temas como los de Madres o Entrevías.

¿Pensaba que 'Patria' les iba a reportar tantas gratificaciones?

—Es cierto que nos ha dado muchas gratificaciones. Voy a ser muy sincero y te reconozco que estoy muy contento. Pero todo lo que se refiere a esta serie me produce sensaciones encontradas. Desde un punto de vista profesional, el reconocimiento, los premios, todo resulta muy halagador y hace mucha ilusión. Luego hay otra parte con esta serie que me desagrada, cuando se ha intentado presentar o se ha intentado utilizar Patria como una especie de retrato o relato definitivo del conflicto vasco. Esa utilización me sienta muy mal, produce mucha desazón y me hace sentir como que he fracasado. Me he arrepentido muchas veces de haber hecho Patria por la utilización que se le ha querido dar.

Sin embargo, hay que reconocer el trabajo impecable de los actores, directores y de todo el equipo.

—Estoy contento en cuanto al producto audiovisual. Creo que es una muy buena serie, que funciona muy bien. Pero para los que somos de aquí tiene ese otro componente y destila tristeza por el uso que se ha dado.

¿Le gustaría pasar página de 'Patria' y que le preguntáramos por otros proyectos?

—Sí, no por nada malo, creo que hay que seguir haciendo otras cosas. No me molesta. De hecho, pienso que a lo largo de mi vida volveré a estos territorios. Pero lo que te he dicho es lo que pienso.

De todas formas, ha seguido por territorios muy diferentes, ahora tiene en emisión 'Madres'.

—Hemos estrenado la tercera temporada y ha ido muy bien en Amazon. Y hay que decir que ha ido tan bien que hemos grabado la cuarta.

Y entre manos, 'Entrevías'.

—Con José Coronado y con Luis Zahera, ya los tuvimos en Vivir sin permiso. Estoy muy contento con este proyecto.

¿Resulta fácil para un creador moverse en temas tan diferentes en cortos espacios de tiempo?

Entrevías la empezamos David Bermejo y yo. Pero el peso de la escritura lo ha llevado él. En esta ocasión, no he tenido una implicación creativa tan grande como otras veces. Me gustan las historias muy variadas, no me gusta meterme en un único tema. Yo vengo de una época en la que las series iban como muy al hilo de la actualidad.

¿Continúa esa tendencia?

—En Madres hablamos de la violencia obstétrica. Un asunto con el que no estamos muy familiarizados. Empezamos a leer sobre él y nos pareció que era un buen tema para contarlo. La ficción sirve para contar realidades de todo tipo. No me parece bueno quedarme en una sola realidad.

'Madres' va por la cuarta temporada, aunque a usted no le gustan las series de larga duración.

—No me gustan las series de larga duración. Pero Madres puede tener más largo recorrido. Vamos cambiando a los personajes y, aunque el entorno es el mismo, las historias son muy diferentes. Es como si se renovara en cada temporada. Lo que no me gusta es alargar mucho las series cuando ves que se han acabado. No me apetece estirar una historia porque sí. Prefiero las miniseries.

Me resulta curioso que una serie que se derrumba en una cadena en abierto llegue a una plataforma y cobre una vida y tenga éxito. También es sorprendente que lo que triunfa en plataforma no lo haga después en abierto.

—La televisión en abierto para la ficción es un cementerio. El público ha dejado la televisión en abierto para el directo o para los programas de entretenimiento. Las series se ven más en plataformas. Estos hábitos se acentuaron mucho durante la pandemia y han llegado para quedarse. La televisión en abierto es para esos programas que si no los ves en el momento, no tienes de que hablar, caducan.

¿Son diferentes los códigos para hacer una serie en plataforma o en abierto?

—Normalmente en las plataformas los presupuestos son más altos. La duración de los capítulos es menor. Puedes hacer historias más concretas y dirigirte a un público más específico que en abierto. Aunque hay cosas que están cambiando en los últimos tiempos, el abierto sigue siendo un poco pesca de arrastre, cuantas más personas caigan en la red, mejor.

Tiene 'Entrevías' en rodaje. ¿Algún otro proyecto?

—Estoy trabajando en nuevos proyectos. Son proyectos que aún estoy escribiendo. Los estoy haciendo en Donostia. Tardarán en hacerse, pero no puedo decir nada más.

¿Ha dejado Madrid y ha vuelto a casa?

—Ja, ja, ja... Aún no. Este año estoy yendo y viniendo. Estoy de camino de vuelta. Lentamente, pero parece que sí, estoy volviendo para quedarme en algún momento. Llevo mucho tiempo fuera, 26 años.

¿Echa de menos su ciudad?

—Echo de menos Euskadi, no solo Donostia. Llegué al rodaje de Patria y me reencontré con mucha gente. Me gusta. Lo sabe todo el mundo, Euskadi es un lugar maravilloso. He reconectado otra vez y estoy contento. Me veo de vuelta, sí.

¿Se vive más tranquilo cuando sus trabajos no levantan la expectación y las expectativas de 'Patria'?

—Muchísimo más, te lo puedo asegurar. Las expectativas pueden resultar muy estresantes. Lo normal, lo habitual, lo que siempre me había pasado, es que haces una serie, pero nadie sabe de ella. Es como una lotería, funciona o no funciona. Y ya está. Pero cuando haces un proyecto como en el de Patria en el que hay tantas implicaciones y hay tantas expectativas, cuando se concentran tantas cargas de todo tipo, deja de ser una serie normal y se transforma en otra cosa. Sí que me da mucho estrés.

Y se estrenó en Zinemaldia. Toda una experiencia, supongo.

—Fue maravilloso. Fue muy emocionante hacer el estreno en Donostia, y más en el festival. Había muchas limitaciones por el covid y parecía que podría resultar un festival deslucido. Pero pasado el tiempo, me doy cuenta de que me gustó que fuera ese año, ese 2020, cuando se estrenase la serie allí. Lo estábamos pasando todos tan mal y fue un lujo que Rebordinos (José Luis, director de Zinemaldia) y todo su equipo lograran sacar adelante la edición.

Y si hablamos de los reconocimientos: Elena Irureta ha recibido tres premios como mejor actriz; Ane Gabarain, nominada a los Emmy, y usted también ha recibido el premio Platino a la mejor serie.

—No podemos pedir más. Allí estaremos. Espero poder a ir a Nueva York con ella. Ojalá se lo den. Me haría muchísima ilusión que se lo dieran, sobre todo por Ane, se lo merece. Solo la nominación es tan pintoresca, tan excesiva por los premios que son y lo que suponen a nivel internacional, que es un premio en sí misma. Es muy reconfortante que nominen para los Emmy a una actriz como Ane. Tiene una extensa carrera a sus espaldas, es una mujer de aquí, muy nuestra, igual que Elena. Ambas se merecen lo mejor, todo el equipo ha sido excelente.

¿Cree que alguna serie volverá a despertar la expectación de 'Patria'?

—Es difícil. Ha abierto un camino que no va a parar. En esta serie se dieron muchas circunstancias. Primero, el éxito de ventas de la novela, la controversia que también creó el cartel de promoción, que se hiciera en HBO también creó expectativas. Este cúmulo de circunstancias, unido a la pandemia, estaba todo el mundo en casa sin nada mejor que hacer, favoreció mucho a la serie. Pienso que desde el punto de vista artístico y creativo, la serie ha salido bien parada, ha gustado y ha emocionado. Espero que se sigan haciendo producciones sobre la historia más reciente.

A veces se habla del relato, pero en singular cuando hay cientos de relatos.

—Por supuesto. Por eso te decía al principio que me duele mucho cuando se intenta utilizar la serie. Me duele cuando se dice: "Esto es lo que pasó". Para empezar, es una ficción y pasó esto y mucho más. Ahora que se van a cumplir 10 años del fin de la violencia de ETA (20 de octubre de 2011), sería bueno que se abogue por una memoria compartida, inclusiva; que todo el mundo pueda sentirse reconfortado. Es vital para sanar bien las heridas.

No consideré polémico el cartel de promoción que hizo HBO, pero...

—Para empezar, fue idea mía, no de ningún departamento de marketing. Hacía alusión a la serie. Pero más allá de eso, ya que se desbordan las opiniones sobre el cartel, creo que es importante que la sociedad en general se ponga ante el espejo del terrorismo de Estado, de las torturas y de la vulneración de Derechos Humanos que hubo. Todo esto también ocurrió y es importante, también hubo víctimas que merecen un apoyo social, una recompensación. Y si eso no se hace y no se enfrenta, si solo parece que solo hubo un tipo de víctimas, no estamos entendiendo nada y no estamos avanzando. Aunque duela, aunque cueste, aunque desafíe, debe hacerse. Defiendo que se hable libremente de todo tipo de violencias y que se llamen a las cosas por su nombre, terrorismo de Estado y torturas, hubo miles, no una, ni dos. Aunque haya pasado más de un año, defiendo el cartel, fue idea mía.