Concha Velasco ha puesto este martes fin a seis décadas sobre los escenarios y no ha podido contener la emoción en su despedida ante el público de Logroño, ciudad a la que le unen lazos familiares y a la que, dijo, regresará dentro de un tiempo, cuando se haya hecho a una nueva etapa en su vida, que va a pasar junto a sus hijos.

Así lo ha explicado en sus últimas palabras sobre el escenario del Bretón de los Herreros de la capital riojana la actriz vallisoletana - "aunque me considero de Madrid", ha dicho-, mientras era ovacionada por el público que abarrotaba el teatro para ver la última actuación de una de las grandes de la escena española.

Velasco ha cerrado así la gira de "La habitación de María", una obra escrita por su hijo, Manuel Martínez, cargada de simbolismo en un día como hoy.

Porque a lo largo de más de una hora de monólogo, la protagonista habla de su despedida -en su caso como escritora- y repasa toda una vida de éxitos hacia el exterior, pero encerrada en su vida, como si se tratara de una actriz que siempre ha interpretado, como si fuera la misma Concha Velasco.

"Yo no tengo muchas cosas de ella", ha aclarado la actriz al finalizar la función, en alusión a su personaje, "aunque viví en una casa en la que a una mujer le sucedió lo que pasa en la obra (la protagonista sufre agorafobia desde que su bebé se le cayó de las manos y murió) y entonces mi hijo empezó a escribir", ha detallado.

La obra comienza con la protagonista recitando un pasaje de "El guardián entre el centeno" que hoy cobraba una connotación especial: "Cuando uno se va a marchar, sabe que se va a marchar", ha afirmado Velasco, que instantes después ha apostillado, "aunque lo importante es haber llegado hasta aquí".

Así, el inicio de su última obra ha resumido un sentimiento que luego ella misma ha expresado entre los aplausos del público y poco antes de que el alcalde de Logroño, Pablo Hermoso de Mendoza, le entregara un cuadro de la rosa del Camino de Santiago, una variedad creada en la capital riojana.

"Estoy verdaderamente emocionada y quiero dar las gracias por esta despedida tan bonita", ha afirmado la actriz entre las ovaciones de los espectadores, aunque ha aclarado que ella no llora en público. "Solo lo hacen mis personajes, porque mi madre me decía que no se debe hacer, que todo el mundo tiene sus propios problemas".

Ha agradecido la obra escrita por su hijo, que "no es una obra barata", ha dicho, y "hemos pasado malos momentos", en alusión a las consecuencias de la covid-19 para su gira; ha agradecido al productor que siguiera adelante con el montaje, "aunque sé que lo pasó mal, primero por la pandemia, luego por la nevada y luego me caí. Ha pasado de todo", ha bromeado.

"Hasta que ha llegado un momento que mis hijos me dijeron que debía dejarlo y al principio no lo comprendí, pero ahora sí lo comprendo", ha afirmado mientras su propio hijo trataba de bajarla del escenario.

Algo que ha hecho instantes después tras dejar a los espectadores unas palabras a modo de legado, en favor de la cultura, parafraseando a uno de sus personajes míticos, Santa Teresa de Jesús: "leed y conduciréis, no leáis y seréis conducidos".

Así se ha despedido, entre ovaciones y aplausos, una de las grandes, que a sus casi 82 años deja los escenarios con el reconocimiento de varias generaciones por toda su carrera profesional.