a música puede tocar el alma y unir a las personas que viven a miles de kilómetros de distancia. Los descendientes de los vascos en México están celebrando este año el 340 aniversario de la fundación de su Cofradía de Nuestra señora de Aranzazu. "Nos planteamos que queríamos hacer algo especial para expresarles nuestro afecto y pensamos que podía ser a través de la música", explica Iñaki Josu Bazán, descendiente de aquellos vascos que llegaron a Perú en 1612 y decidieron poner en marcha la Hermandad de Nuestra Señora de Aranzazu de Lima con un espíritu de comunidad que ha llegado hasta hoy y que se mantiene vivo entre la comunidad vasco-descendiente en aquel país.

La Hermandad de Lima inspiró a los vascos del resto de la América colonial y su modelo, con adaptaciones locales, fue la guía para otras agrupaciones, como las de Santiago de Chile o de México.

Más de cuatro siglos después, los descendientes de algunas de las familias de esta hermandad de Lima, que residen en diferentes partes del mundo, en ciudades como Atlanta, Boston, Los Ángeles, Nueva York, San Francisco o Washington DC, se mantienen unidos en comunidad. Una unión que también se extiende a las hermandades de otros países sudamericanos, como la de la Cofradía de Aranzazu de México.

En un momento en el que Iñaki Josu Bazán, que vive entre Nueva York y Lima, lo estaba pasando mal por la salud de un familiar, una amiga le hizo llegar la pieza sinfónica Música en el manto de la Virgen de Guadalupe y cuando la escuchó se dio cuenta de que tenía algo muy especial. La melodía fue descubierta en el manto de la Virgen de Guadalupe por el estudioso de la Virgen Fernando Ojeda Llanes. En base a un trabajo matemático, y tomando las flores y las estrellas en la imagen de la Virgen como si se tratara de notas musicales, Ojeda esbozó un pentagrama y encontró una melodía, una armonía perfecta, que actualmente ya tiene un arreglo sinfónico. De aquella melodía, se han hecho varias adaptaciones para ser interpretadas, incluso por una orquesta sinfónica.

Por ello, la Hermandad de Nuestra Señora de Aranzazu de Lima ha grabado un vídeo que quiere regalar a la comunidad vasca de ese país, a través de la Eusko Etxea, en un lugar muy especial, frente al altar del Santuario de Nuestra Señora de Arantzazu, en Oñati, que tiene una gran significación para los vascos en América. Para ello, contaron con la colaboración de la Asociación Euskadi-Munduan Elkartea, responsable del blogaboutbasquecountry.eusy con las facilidades dadas también por la comunidad franciscana encargada del santuario, según explican desde la hermandad de Aranzazu de Lima.

Marion Desjacques, la arpista de la Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS), fue la encargada de interpretar esta melodía ante el imponente retablo mayor, donde dice la tradición que, a un pastor llamado Rodrigo de Balzategi se le apareció la Virgen sobre un espino y éste, asombrado, le preguntó: Arantzan zu? (¿Tú, en un espino?).

La Virgen de Arantzazu tuvo una gran influencia en el Nuevo Mundo durante los siglos XVII y XVIII. En la mayor parte del continente se levantaron altares y capillas a la Andra Mari vasca y, bajo su patrocinio y con su nombre, se organizaron numerosas hermandades y también distintas cofradías. Hoy en día, esa devoción, ese espíritu de hermandad, identidad y pertenencia no ha desaparecido a pesar de los siglos transcurridos, y por el contrario, sigue más vigente que nunca, según deja constancia Iñaki Josu Bazán.

"Somos conscientes del peso y la importancia que tiene la Virgen de Guadalupe para los mexicanos, Al igual que aquellos vascos llegados de Bizkaia, Navarra, Gipuzkoa y Alava consiguieron dar un trato tan especial a ambas advocaciones en su capilla, nosotros hemos querido hacer algo similar en lo que quiere ser un regalo y un símbolo de voluntad de hermanamiento con los vascos de México", relata Bazán. "Una importancia que es especial para los vascos de aquel país teniendo en cuenta el papel que jugó el franciscano vasco, Juan de Zumárraga, primer obispo de la diócesis de México".

En la capilla de la Cofradía de Nuestra Señora de Aranzazu, inaugurada en el convento de San Francisco de México en 1688, había dos lienzos, el primero con el retrato del arzobispo vasco y la aparición de Nuestra Señora de Gaudalupe, y el segundo, de Rodrigo de Valzategui, cuando se le apareció nuestra Señora de Aranzazu.

El franciscano vasco Juan de Zumáraraga fue el primer obispo de la diócesis de México, a donde llegó en 1528. Fue una de las figuras más trascendentales de la historia del país y del continente americano. Nació en Durango en el año 1468, de origen vasco cuya lengua materna era el euskera; posteriormente aprendió latín y castellano y algunas lenguas indígenas. Hizo su noviciado en Arantzazu, donde ingresó cuando todavía contaba pocos años de edad, comenzando así una etapa formativa en su vida en el ejercicio de diversos puestos en su congregación. Cuando llegó a América, se convirtió en un gran defensor de la población indígena, donde llevó también la primera imprenta del Virreinato y los primeros libros impresos.

A este emprendedor arzobispo vasco le tocó ser uno de los actores principales en el trascendental suceso conocido como el Milagro del Tepeyac: la aparición de la Virgen de Guadalupe ante el indio Juan Diego en el cerro del Tepeyac, que devino en la construcción de una capilla en el lugar de la aparición.

Un día le informaron de que había un indio humilde, Juan Diego, que quería hablar con él. La Virgen de Guadalupe le ordenó a Juan Diego que cortara unas rosas que misteriosamente acababan de florecer en lo alto del cerro para llevarlas al obispo Zumárraga. La tradición refiere que cuando Juan Diego mostró al obispo las hermosas flores en un manto, se apareció milagrosamente la imagen de la Virgen. Han escaneado el cuadro y dentro del ojo de la Virgen está Juan de Zumárraga, como si la virgen lo mirase como una especie de negativo.

¿Y a qué suena la melodía de la Virgen de Guadalupe? Marion Deslaques confiesa, con visible satisfacción, que cuando se enteró de la historia que se había encontrado en el manto del cuadro de la Virgen de Guadalupe le entró mucha curiosidad. "Estuve leyendo sobre ello, no es la primera vez que pasa, existen cuadros en los que se han encontrado música. Estuve investigando concretamente sobre este cuadro. Al final, la música tiene su espiritualidad, te hace ayudar a orar, te toca el alma", sostiene.

"La melodía resulta muy simple, yo solo he sido la intérprete", remarca sonriente la arpista parisina, solista de la BOS.

Y ¿por qué se ha elegido el instrumento del arpa? Tiene una explicación muy sencilla: uno de los instrumentos musicales ligado al alma humana desde la Antigüedad es el arpa, cuya forma y sonido se asocia a lo angelical y celestial.

Y en el fondo lo que se tocó en Arantzazu fue música celestial llegada del otro lado del charco. "Ha sido como si La morenita, como la llaman cariñosamente en México a la Virgen de Guadalupe, se hubiera ido a Arantzazu y ahí escuchara su melodía", apunta Bazán, sin ocultar la satisfacción por haber conseguido llevar a cabo la grabación en el Santuario guipuzcoano.

Porque no hay duda de que la mejor forma de hermanar a todos los pueblos del mundo es a través de la música.

"La grabación es un regalo de voluntad de hermanamiento con los vascos de México"

Hermandad de Nuestra Señora de Lima

"La melodía tiene mucha espiritualidad, te ayuda a orar, te toca en el fondo del alma"

Arpista de la BOS