e imaginan un festival de música sin instrumentos? Como concepto, de entrada, sería absurdo. El resultado de un concierto es la suma de la capacidad del artista y de la perfección de su herramienta. Ahora bien, ¿viajan los músicos con sus instrumentos a encuentros como el Jazzaldia? No todos, dado que hay bandas, la mayoría, que piden a la organización que les suministren todo el instrumental que necesitan en el escenario, es decir, el llamado backline. En el caso del Festival de Jazz de Donostia, que tendrá esta tarde un prólogo con el concierto de Cécile McLorin Salvant en Chillida Leku, las herramientas las alquila en Call and Play, una empresa con implantación en la península, que tiene una delegación y un almacén en Elgoibar que estos días ha estado proveyendo a otro festival dedicado a este género, el de Gasteiz. Es en Elgoibar donde se guardan todas las percusiones, los pianos, los contrabajos y otros tantos objetos que se utilizarán durante la 56ª edición, esperando ser traídos a Donostia pasado mañana.

Cada lote de instrumentos se dirigirá a cada uno de los ocho escenarios del Jazzaldia. Así lo explica Marina Ruiz, técnico de producción del Teatro Victoria Eugenia, que se encarga de ser el enlace entre las bandas y los proveedores. Como el trabajo de otros muchos que se encuentran bajo la sombra de ese concepto etéreo al que se nombra genéricamente como La organización, la labor de Ruiz no se ve, pero se nota, inevitablemente se escucha desde el escenario. De lo contrario, no habría concierto. Es como los engranajes ocultos tras las esferas de los relojes que dan la hora con puntualidad suiza; el tik-tok, el latido del corazón instrumental del festival.

Antes ejercía de stage manager, pero desde hace cuatro años se dedica al trabajo de intermediaria. Conoce bien qué es trabajar con artistas en una situación normalizada en un festival "potente" al 100% y también en una situación pandémica. "El año pasado a todo el mundo todo le parecía bien porque lo único que querían hacer era tocar; todo les venía bien", ríe Ruiz. La exigencia a la hora de pedir -o exigir- no suele ser igual entre las grandes bandas británicas y estadounidenses que entre las locales, aunque, realmente, con el backline "no suele haber demasiado problema".

Pero, ¿qué es lo que demandan las bandas? A diferencia de festivales de pop y rock, en uno de jazz, explica Ruiz, lo que más se solicita por parte de los artistas son baterías, contrabajos, pianos, algún teclado... Las guitarras, los bajos y los vientos, en muchos casos, vienen con el músico. "Si es una banda de jazz más clásico, los instrumentos estrella son piano, bajo, batería, alguna guitarra y algún viento", enumera.

En el Jazzaldia no suele haber peticiones de instrumentos extraños, aunque sí menos habituales como algún que otro vibráfono: "Lo que se pide, generalmente, suele estar en stock. No suele haber problemas. No he visto tener que decirle a un músico que no hay eso que ha pedido". Eso sí, de la misma manera que la mejora de la pandemia ha traído una mayor programación que en 2020, como consecuencia, también ha aumentado la variedad de herramientas. Este año, a diferencia el anterior, el Jazzaldia proveerá de un Hammond y también varios Rhodes de los años 60, un piano que, habitualmente, no se pide mucho pero que este año han solicitado cuatro o cinco bandas o artistas.

Todo ello, por supuesto, se alquila. A diferencia de recintos como el propio Victoria Eugenia o el Kursaal, que pueden llegar a contar con un piano en propiedad, los festivales no tienen ningún instrumento a disposición, los suelen subcontratar. "Aquí hay muchos grupos locales y es habitual que parte del backline lo traigan con ellos y otra parte se lo pongamos desde la organización", explica Ruiz. Pone el ejemplo de las bandas que actuarán en los escenarios Guuk Gunea y Frigo Gunea, que se situarán en las terrazas del Kursaal y destinados al talento local: "Les ofrecemos un backline estándar y les preguntamos qué necesitan y ellos deciden".

Hay otros casos, como el de los grupos más grandes que pueden venir de gira con un tráiler y que traen su propio material. No obstante, no es el caso de esta edición. No habrá ninguna banda que porte con todo su material, quizá, algo suelto como guitarras o instrumentos de viento. Un piano, en cambio, es algo más difícil de transportar. "Ha ocurrido alguna vez que alguno haya traído un piano. Se trataba de alguna banda grande extranjera que va en gira y, es más, que no quieren nada tuyo. De las que dicen Lo mío sé que funciona y ya está", vuelve a reír.

También es habitual que, por ejemplo, la batería o el contrabajo que se hayan destinado a uno de los espacios se utilice por varios de los grupos que toquen en ese escenario. Las medidas y los protocolos anticovid están garantizados. Call and Play se encarga de limpiar el material entre conciertos.

Puede ocurrir que un músico requiera un instrumento de una marca concreta y que no esté disponible porque, puede darse el caso, de que esté reservado para otro artista y evento. En esas ocasiones la organización le suele ofrecer otra herramienta similar.

Aunque los técnicos del Jazzaldia también se suelen encontrar con una realidad que complica en cierta manera su labor. Como ocurre en el deporte, hay músicos patrocinados por determinadas marcas. "Ocurre mucho con los baterías o los pianistas. Podemos toparnos con un pianista que nos pide un Steinway y no quiere un Yamaha. En esos casos, aunque tengas un piano alternativo estupendo no hay manera", explica.

El caso es que en el este clásico festival donostiarra todos los instrumentos son estupendos y sea cual sea la marca o sea cual sea el tipo y el tamaño de la herramienta, todas ellas llegarán el martes a Donostia, a cada escenario, a la espera de cada músico, de cada corazón que lata a ritmo de jazz.

Muchos de los instrumentos utilizados durante el Jazzaldia son proporcionados por la organización, tras su alquiler a Call and Play

El aumento del programa con la mejora de la pandemia ha hecho que haya más instrumentos y más variados