Txapela noir. Es la etiqueta que engloba toda la novela vasca que comparte ciertas características, a veces evidentes. No hay Guardia Civil, sino Ertzaintza. La estampa, los parajes, suelen ser verdes y el ambiente húmedo. La lluvia es protagonista. Todo ello está en las narraciones de Juan Infante, Laura Balagué, Noelia Lorenzo, José Javier Abasolo, Jon Arretxe y Carlos Ollos, que participarán en la XXXIV edición de la Semana Negra de Gijón, que empezó este 9 de julio y se alargará hasta el próximo día 18. Además, este año, adaptándose a la coyuntura sanitaria, se ofrecerán las mesas redondas en streaming.

Arretxe pone voz al sentir grupal de los escritores, agrupados gracias a la editorial Erein: "Es un lujo que Gijón nos dedique dos jornadas íntegras a la novela negra". Los días 12 y 13 del festival son para ellos. "Es probablemente la semana literaria más importante en lengua castellana. Es un escaparate espectacular", añade Juan Infante, con su Sospechosos sobre la mesa.

La novela negra en su sentido más amplio está "más viva que nunca". "Los listados de más vendidos los encabezan subgéneros que se enmarcan en el género, ya sea el thriller o las tramas policíacas. El lector demanda y la editorial publica novela negra", señala Noelia Lorenzo, que presentará en Gijón Chamusquina. "Nosotros siempre hemos escrito novela negra. Es curioso cómo cada vez más escritores se animan a escribir este género para acercarse al público", indica Abasolo con su Versión original en la mano y sus años de experiencia en la Semana Negra, incluso como jurado en los premios. Tanto Lorenzo como Abasolo han sido finalistas, en anteriores ediciones, del Premio Hammett que se entrega en esta ya clásica semana. "Es curioso, sí, que además los premios comerciales se los estén dando al novelas que de alguna forma tocan al género negro", recoge el guante Infante, que señala con sorna su posición. Arretxe va por el mismo camino, "Todo el mundo -dice- se ha subido al carro" y hay una sobreproducción de tramas negras.

El público y el jurado del Festival literario asturiano son muy exigentes, pero hay un patrón que se ha ido modernizando. Lorenzo señala que debe ser una novela con "una carga de crítica social considerable". Abasolo cree que no hay una fórmula mágica, pero también que "la novela negra no es novela negra si no lleva crítica social". "Ser hombre es indispensable", denuncia, interrumpiendo el debate Balagué, primeriza en esta jornada de novela negra con su libro En el otro bolsillo. En 34 años de historia solo ha sido galardonada una mujer con Hammet. Cristina Fallarás se llevó el galardón en 2012. En ese momento el premio tenía 25 años. En 2014 Rosa Ribas y Sabine Hoffmann fueron reconocidas con mención especial. El resto de premiados fueron siempre hombres.

Para escribir novela negra, dice Jon Arretxe, autor de Desconfía, "hay que patear, patear mucho": "Creo que es fundamental conocer el ambiente que quieres plasmar, que no lo hagas de oídas".

Cuando Balagué sale de casa, por ejemplo, cuando va a tomar un café, se pone el traje de escritora txapela noir: "De repente te empiezas a fijar en lo que dicen las personas en el bar, cómo se comportan, qué malos rollos hay. Sin querer, de ahí nacen historias". Balagué se disculpa: "es deformación profesional". Para escribir buenas tramas, repiten, hay que ser un poco cotilla. O por lo menos interesarte por todo lo que te rodea. "A veces lo que pasa es que tomas elementos de la realidad sin haber salido a la calle con ese objetivo", puntualiza la escritora guipuzcoana.

Noelia Lorenzo construye su obra sobre la orografía del Bidasoa, en Irun, en la parte oriental de Gipuzkoa. Juan Infante y José Javier Abasolo recorren el Botxo. Laura Balagué, en cambio, Donostia. Jon Arretxe se mueve por Bilbao La Vieja, por Nafarroa y por París. "Muchas veces, por pereza, pues es lo que conocemos", reconoce Abasolo. "Me gustaba Bilbao cuando la villa estaba fea, me gusta Bilbao ahora", agrega riéndose el escritor. Juan Infante también fantasea con la ciudad que un día fue gris. Conocer las calles de la ciudad le permite describirlas con facilidad: "Siempre me ha gustado escribir de lo que sé y de donde soy". "También existe el lector tiquismiquis que saca errores de tu descripción", comenta Balagué.

El caso es viajar y la excusa es la lectura. Al bilbaino le gusta leer sobre Bilbao, al donostiarra sobre Donostia y al resto le gusta conocer un lugar diferente sin salir del libro. Así lo creen estos cinco escritores.

A la pregunta "¿pueden vivir de la literatura, de su escritura?" la respuesta es un casi unísono "no", solo roto por Jon Arretxe, que admite que sí, "aunque sea milagroso". Noelia Lorenzo duda: "Estamos en ello", y Juan Infante bromea: "Al menos no me cuesta dinero". "Teniendo en cuenta que el sector del libro es un sector precarizado, la novela negra está muy bien posicionada". El razonamiento lo aporta Laura Balagué, resignada. Todo el mundo se está subiendo al carro, reconocen. Y el carro lo conducen, txapela bajo el brazo, esta avanzadilla de escritores que representará a la literatura vasca noir en el festival de Gijón. Este año, una vez más, el cartel de la Semana Negra estará repleto de autores que no necesitan presentación. Rosa Montero, María Dueñas, Enric Juliana o Lorenzo Silva, entre ellos.