- Antes que Gandhi, que Rosa Parks o que Martin Luther King, en el siglo XIX alguien ya reflexionó sobre la desobediencia civil. Aquel fue Henry David Thoureau, recuerda Koldobika Jauregi, un filósofo que puso en duda la necesidad de obedecer al Estado en los casos en los que sus demandas no resultasen legítimas. El propio Thoureau, autor de Del deber de la desobediencia civil, hizo cundir el ejemplo al ser encarcelado por el Gobierno de EEUU por negarse a pagar impuestos.

Pero, ¿qué tiene que ver un pensador decimonónico con un artista guipuzcoano y su obra? Pues que en el corazón de Alkiza, en el museo Ur Mara, se alza una construcción hecha completamente de madera, una cabaña similar a la que Thoureau habitó, solo y en medio del bosque, en unos terrenos cercanos al estanque Walden. Precisamente, Walden es el nombre del ensayo más famoso de este pensador, y fruto de su experiencia viviendo en la naturaleza al margen de la sociedad. Intentando replicar esa experiencia, a principios de los noventa, Jauregi y su mujer, la también artista Elena Cajaraville, construyeron con sus manos una cabaña en la que residieron unos dos o tres años, de forma intermitente.

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La construcción comenzó en verano de 1992 en los terrenos del caserío familiar de Jauregi, su actual residencia, y fue abordada por partes, para después ser trasladada al lugar que ahora ocupa en los terrenos de Ur Mara. No intervinieron en el terreno -la edificación se alza como un palafito- y la cabaña de madera, de 25 metros cuadrados, se levantó sin utilizar ningún clavo.

Pese a que desde mediados de la década de los 90 dejaron de utilizarla como residencia, con el tiempo y dentro de Ur Mara se ha convertido en un lugar de pensamiento, debate y experimentación.

Renombrada como Espacio Thoureau, esta construcción, que ha sido incluso reflejada por revistas académicas que han tratado la figura del estadounidense, acoge en una de sus fachadas una cita determinante en el pensamiento del filósofo: Simplify, Simplify -Simplificad, simplificad-. Precisamente, una vez al año se organizan en este lugar seminarios que invitan a la reflexión, tanto sobre Thoureau como sobre la desobediencia civil.

Aún más, quien esté interesado, también puede vivir la experiencia de pernoctar algunas noches en la cabaña. Eso sí, no tiene agua, electricidad, ni calefacción. Solo ofrece paz y comunión con la naturaleza. Así es Walden, en el corazón de Alkiza.