avier Pagola (Donostia, 1955) es un dibujante que colorea sus frisos de figuras y animales con colores suaves o detonantes. De manera consciente o inconsciente traza sobre el papel, de pequeño o gran formato, figuras o cabezas antropo-zoomorfas, con premeditada desfiguración y ambigüedad, que lanzan al espectador preguntas abiertas, y que lo dejan descolocado, con sus dudas.

¿Son lo que parecen, o qué es lo que representan en el espacio cerrado y hermético, en el que sitúa el artista a sus figuras? ¿Son figuras de cómic o poseen un punto de ilustración sofisticada y culta? ¿Poseen rasgos arquitectónicos, herencia del cubismo o poseen formas curvas y alabeadas, hijas del movimiento organicista?

Ciertamente, la obra de Pagola descoloca y abre puertas, como lo hacen los surrealistas y dadaístas, a casi todo el mundo. Al común y al erudito. Sus rostros y sus figuras humanas son como máscaras sonrientes o serias, se trazan como descubrimiento de sí mismo y de su mirada hacia la urbe, la naturaleza, el amor y el sexo, y el animalario humano, desde una cierta distancia y un punto corrosivo.

Su colección de rostros presentados en galería Kur de Donostia se mueve en esta línea. Desde su serie de cabeza de personas, desfiguradas a posta, con sus miradas tristes, fijas, alucinadas y extemporales, pasando por su AntiGioconda gatuna en negro, hasta su última serie más figurativa de mujeres con tapabocas y pechos.

Otro tanto sucede con sus frisos de cabezas y seres aislados en la ciudad que se miran alucinados o de reojo. O sus personajes estilizados y carnavalescos, dramáticos y desestructurados, llenos de colores netos sobre fondos negros. O sus personajes verticales, caídos a una existencia negra y sin horizonte.

Sus cabezas superpuestas y sus composiciones más abstractas sobre fondos blancos, trazadas con líneas negras y colores brillantes resultan iconografías más equilibradas y menos asfixiantes.

Pagola es un mix de muchas sintaxis, desde los Saura y los Gordillo, a los Bonifacio, Matta y los grabados negros de Goya.

Pagola es una trituradora que arroja a nuestra presencia lo que no queremos ver, o lo que tratamos de ocultar en el subconsciente colectivo.