consecuencia de las políticas contra el COVID-19 la actividad cultural debe concluir antes de las 21.00 horas. Solo los vecinos de una localidad o de los municipios colindantes en los que se vaya a desarrollar un espectáculo pueden comprar una entrada y así tener el permiso para moverse. Los aforos también están limitados y los grandes auditorios no pueden emitir más de 400 entradas por sesión, lo que provoca que los artistas tengan que ofrecer más sesiones de las previstas si es que buscan algo de rentabilidad.

Con el objetivo de entender cómo han afectado estas y otras restricciones a programadores públicos y privados, y también a conjuntos artísticos, NOTICIAS DE GIPUZKOA ha entrevistado al director gerente de Donostia Kultura, Jaime Otamendi; al director gerente del Kursaal, Iker Goikoetxea; al director general de la Euskadiko Orkestra, Oriol Roch; y al responsable de la Unidad de Cine de la SADE, Iñaki Elorza.

Jaime Otamendi (Donostia Kultura): "La gente está respondiendo muy bien"

Donostia Kultura no ha dejado de programar en ningún momento. Durante el confinamiento reforzaron su parrilla digital para llegar a todos los hogares de forma gratuita, al tiempo que ofrecían una salida económica a artistas que sufrieron la caída de su agenda. "Como entidad pública nuestro deber es programar", explica Jaime Otamendi.

Donostia Kultura, de acuerdo con las principales instituciones de la ciudad, se adelantó unos días a las decisiones del Gobierno Vasco y estipuló que todos sus espectáculos concluyesen a las 21.00 horas. Esto afectó, por ejemplo, a la Semana de Cine Fantástico y de Terror, festival que ha perdido nocturnidad en esta edición y que también ha "sufrido" debido a los confinamientos perimetrales de los municipios y a la limitación de movimiento del público que, en el caso de esta actividad, proviene en gran medida de fuera de la capital. Aún así, Otamendi aclara que a la Semana le acabó yendo "mejor" de lo que parecía en un inicio.

El director gerente explica que para el último trimestre del año han tenido que devolver 526 entradas de sus espectáculos de público que finalmente no puede desplazarse a la capital. "Aún así, hemos vendido otras 6.000, la gente está respondiendo muy bien. La mayoría de los espectáculos se están llenando, en función a los nuevos aforos, claro", comenta Otamendi, que además pone varios ejemplos de espectáculos completos: las dos jornadas de la obra de teatro Fadoak entzuten zituen gizona Fadoak entzuten zituen gizonaque tuvieron lugar el pasado fin de semana en Gasteszena; asimismo, apenas quedan entradas para el concierto de Gatibu a final de año en el Victoria Eugenia; y lo mismo ocurre con los conciertos que ofrecerán próximamente artistas como Silvia Pérez Cruz o Nögen.

Sobre la otra parte de un espectáculo, aquella que lo ofrece y que se sube al escenario, el responsable de Donostia Kultura cita algunas de las cancelaciones que ha habido, como la del grupo de danza Kresala con su espectáculo sobre la primera vuelta al mundo -se trata de una actividad dancística con más de 25 personas sobre las tablas-, y al Concurso de Cante Flamenco de Donostia, con gran arraigo en la ciudad.

"En general, poco a poco, estamos intentando sacar las cosas adelante", confirma, para después añadir que en la medida de que son una entidad pública no solo reparan en lo económico, sino que quieren llegar a "cuanta más gente posible". "Es cierto que, en este caso, hacer cultura requiere una apuesta económica, y esa es responsabilidad de las instituciones públicas; los privados no pueden hacerle frente", comenta.

De cara a futuro y al próximo 2021, Otamendi responde que están trabajando con varios escenarios, en función de la evolución de la pandemia, pero la maquinaria está en marcha para que la programación habitual del año salga adelante en 2021: "Estamos haciendo un gran esfuerzo para garantizar que los lugares en los que se desarrolla la cultura son lugares seguros y para ofrecer a los creadores locales oportunidades de trabajar".

Iñaki Elorza (SADE): "El público ha bajado una barbaridad"

La restricción de horarios y el cierre de los bares, y por lo tanto la venta de palomitas, también ha afectado a las salas de cine. Ante este escenario, las salas de Mendibil en Irun y de Urbil en Usurbil han decidido bajar la persiana.

No obstante, los cines de la capital, el Trueba, el Príncipe y Antiguo Berri, permanecen abiertos. El director de su Unidad de Cine, Iñaki Elorza, comenta que si bien hacía tiempo que habían suprimido las sesiones nocturnas, el nuevo recorte en los horarios les ha hecho tener que ajustar su parrilla y adelantar entre 15 y 30 minutos las sesiones de la tarde. "Sí que nos ha condicionado algo pero no ha sido algo dramático", asegura Elorza.

Ante esta situación, la SADE no se plantea añadir matinales a su parrilla, al entender sus programadores que las sesiones de mañana son de carácter "familiar" y, en este momento, no hay ningún largometraje que encaje en ese perfil. "Para que las matinales funcionen tiene que haber películas y que la meteorología ayude", apunta el programador. Bien se sabe que el buen tiempo no es muy amigo de las salas de cine.

En cuanto a datos de público, el responsable de la Unidad de Cine explica que durante el mes de octubre y lo que llevamos de noviembre la afluencia "ha bajado una barbaridad". Durante las primeras semanas del mes pasado, la SADE vivió la resaca del Zinemaldia, es decir, disfrutó de estrenos que habían pasado por el Festival de Cine como la película que Woody Allen rodó en Donostia, Rifkin's Festival; Falling, dirigida por el Premio Donostia Viggo Mortensen; o Akelarre, de Pablo Agüero. "Ahora sí que hay estrenos, pero son muy pequeñitos, que no tienen apenas promoción". A este hecho, añade, la propia evolución de la pandemia en las últimas tres semanas tampoco "ayuda a que la gente se anime a ir al cine".

Ante las cifras "bajísimas", los cines en la capital intentan "resistir" con la "esperanza de que la curva se doblegue" para el puente de diciembre, momento en el que esperan estrenos de alguna distribuidora "potente" y también un cambio en la meteorología que nos sumerja en el invierno.

De cara a ese inicio de diciembre, la SADE mantendrá sus tres cines abiertos, siempre con una planificación semana a semana. No obstante, si los estrenos importantes previstos para el puente "se caen" y observan que "la situación se alarga", se replantearían tener tantas salas disponibles.

En cuanto a la prohibición de vender comestibles, también repercute en sus ingresos, aunque Elorza quiere ver en ese hecho una oportunidad: "Intentaremos recuperar a toda esa gente que decía que no venía al cine porque se comía dentro de la sala. Sobre todo, gente mayor que nos había hecho ver su incomodidad al respecto".

Iker Goikoetxea (Kursaal): "La oferta cultural se va a ver mermada"

"Para todos, sin excepción, pero para recintos como Kursaal, ya sea por eventos culturales o por los congresuales, son momentos muy complicados". Quien así habla es Iker Goikoetxea, director gerente del Kursaal, que en su auditorio de mayor capacidad cuenta con 1.800 butacas disponibles.

O así era hasta que llegó la desescalada. En un inicio el Gobierno Vasco le limitó el aforo a 600 personas, incluso en festivales potentes como el Jazzaldia, la Quincena Musical y el Zinemaldia; y las últimas restricciones han hecho que solo puedan vender un máximo de 400 entradas. Este hecho ha provocado que artistas y conjuntos hayan tenido que multiplicar sus representaciones para responder a la demanda del público y también de sus promotores privados.

"Con el campo de juego que nos queda, intentamos hacer todo lo posible", asegura el director-gerente. Goikoetxea pone el caso de Izaro, que tuvo que ofrecer hasta seis conciertos en cuatro días, como un buen ejemplo del "esfuerzo" que están haciendo, tanto ellos como todas las partes -originalmente, la cantante iba a ofrecer tres conciertos en marzo para los que llenó las 1.800 butacas en cada uno de ellos-. "En tanto el público responda, y lo está haciendo, te anima para seguir haciendo todo lo posible para ofrecer la mejor programación cultural posible", dice el responsable del Kursaal.

De cara a los meses próximos, las "perspectivas no son muy halagüeñas", dado que mientras no mejore la situación sanitaria, tampoco habrá una flexibilización en las restricciones. "La oferta cultural se va a ver mermada", asegura Goikoetxea que, incidide como previamente ha hecho Otamendi, que las formulas público-privadas como Kursaal Eszena podrán aguantar un poco más, pero que el promotor privado con un potencial de venta de 400 entradas, por mucho que todas las partes flexibilicen las condiciones, "lo va a tener muy complicado".

Oriol Roch (Euskadiko Orkestra): "La cultura necesita reivindicarse"

"Desde un punto de vista del análisis absoluto la pandemia es un desastre", declara el director general de la Euskadiko Orkestra, Oriol Roch. Por supuesto, no se refiere únicamente a su repercusión en el sector cultural, sino también al social y sanitario: "Es algo que nos aplasta".

La Euskadiko Orkestra tiene el objetivo de "llegar a sus masa crítica más fiel", es decir, a sus abonados. Por supuesto, todo ello se complica con las restricciones de aforos como el del Kursaal, que provoca que tengan que doblar sus conciertos para afiliados, si bien es cierto que se suma el impedimento de que abonados de municipios no colindantes, en este caso a Donostia -hay que recordar que la Orkestra es una institución de país-, puedan asistir a los pases. Al mismo tiempo, hay una cuestión que les genera una "gran desazón". Se trata del hecho de no poder abrir, como antes, la taquilla y los conciertos al público general: "Nos suponía una gran cantidad de ventas de entradas durante la temporada, que es la base para crear nuevo público".

Roch apunta a una tercera cuestión, algo que surgió ya en el confinamiento: la necesidad de recuperar un "argumentario filosófico" de "por qué la cultura da sentido a una sociedad" y, por lo tanto, conjuntos como la Euskadiko Orkestra son "necesarios". "Viviamos en una situación en la que la dinámica diaria de la naturalización del consumo cultural provocaba de manera inconsciente la justificación de esa necesidad. En el momento en el que se nos sitúa en un confinamiento y hay sectores que empiezan a sufrir porque están cerrados, la cultura tiene necesidad de reivindicarse como hacía tiempo que no lo hacía. Es como si hubiéramos retrocedido siglos", afirma.

Si bien las restricciones han acarreado todo esto, en opinión del director general "se ha demostrado que aquí hay una defensa institucional de la cultura que se ha llevado a las máximas consecuencias", una afirmación que el propio Roch reconoce que puede resultar "contradictoria", pero se lanza a aclararla: "Desde el punto de vista de la Administración, lo más fácil hubiese sido suspender toda la actividad cultural", como se ha hecho en Catalunya, en favor de las actividades socioeconómicas y del sector industrial. Pero las instituciones vascas, pese a sus medidas restrictivas, han optado por mantener la cultura, al entender que también es, por un lado, una actividad socioeconómica y, por otro, que es "segura".

"Hacemos un gran esfuerzo para que los creadores locales puedan trabajar"

Director gerente de Donostia Kultura

"Intentaremos recuperar a la gente que no venía al cine porque se comía dentro de la sala"

Director de la Unidad de Cine de la SADE

"Con el campo de juego que nos queda, intentamos hacer todo lo posible"

Director gerente del Kursaal

"No poder abrir la taquilla al público general nos genera una gran desazón"

Director general de la Euskadiko Orkestra