Dirección: Maryam Touzani. Guion: Maryam Touzani, Nabil Ayouch. Reparto: Lubna Azabal, Nisrine Erradi, Douae Belkhaouda, Aziz Hattab, Hasnaa Tamtaoui. Género: Drama. País y duración: Marruecos (2019), 98 min.

uenta la realizadora marroquí Maryam Touzani que Adam, su ópera prima, nació a partir de una experiencia real: años atrás, sus padres decidieron adoptar temporalmente a Samia, una mujer que había llegado a Tánger huyendo de su familia tras quedarse embarazada de un hombre que la abandonó. El dolor y la supervivencia instintiva de esa joven inspiraron el guion de la película, que radiografía y cuestiona la compleja y tradicional sociedad marroquí y que llega a las salas de cine comerciales tras competir el pasado año en el Festival de Cannes y en la Seminci de Valladolid.

"Me impresionó de por vida la desesperación y la dignidad de esta joven madre", desvela Touzani, que debuta como directora, pero que en 2017 ya coescribió y protagonizó el filme Razzia. Con Adam toma los mandos de la dirección para presentar un largometraje que trata acerca de la maternidad, "eso que nos desborda, nos supera y despierta nuestros instintos más primarios sin importar lo profundamente escondidos que estén".

Lo hace ficcionando, en parte, su experiencia real, para trasladar la acción a la Medina de Casablanca. Ahí es donde llega Samia -Nisrin Erradi-, una joven embarazada que viaja prácticamente sin equipaje y que busca trabajo y un techo donde dormir. Lo encontrará en la tienda de repostería tradicional de Abla -Lubna Azabal-, una viuda que vive con su hija de ocho años, Warda -Douae Belkhaouda-, que interviene para que su madre acoja a la joven madre en su casa.

"Es la historia de dos almas solitarias que llegan a apreciarse, primero a través de los enfrentamientos y después a través de la comprensión y el apoyo", avanza Touzani sobre su ópera prima, que fue seleccionada como candidata para representar a Marruecos en la carrera hacia los Óscar -finalmente no fue nominada-. De ahí que decidiese ambientar la historia "en las callejuelas laberínticas" del barrio de la Medina de Casablanca, donde vive Abla, ya que la película no deja de ser una ventana al entorno privado de dos mujeres que "intentan separarse del mundo sin poder escapar de sus reglas".

La casa donde conviven Abla, Samia y la pequeña Warda es uno de los principales escenarios donde se desarrolla la historia. Un lugar que constituye "un verdadero personaje en la película" y en el que la cámara está al servicio de los personajes, tanto de lo que expresan como de sus momentos de interioridad. Incluso si estos son silencios. Y explica: "A través de los gestos más pequeños, quería buscar debajo de la piel de estas dos mujeres y cavar para hacer brotar su verdad".

Una de las acciones que une a las tres mujeres pese a sus diferencias generacionales es la pastelería, elaborando recetas como la rziza, una repostería tradicional hecha a mano de forma muy laboriosa y que hoy día es difícil de encontrar, salvo en celebraciones especiales. "Es una forma de rendir homenaje a todas esas cosas que constituyen nuestra identidad y que estamos perdiendo poco a poco", detalla la directora.

En cuanto a la acogida de la película en su país, Touzani espera que, cuando menos, genere debate y discusión sobre las libertades individuales, los derechos de la mujer en Marruecos y su lugar en la sociedad. "Las mujeres marroquíes ya no están dispuestas a ceder y reclaman el derecho a la igualdad y el derecho a disponer de su cuerpo", explica sobre el viaje catártico femenino que es su filme donde, al igual que en el mundo actual, "las generaciones jóvenes se mezclan y se unen a las antiguas".

Y eso sí, crítica, apunta que, pese a las luchas mantenidas, ser madre soltera en Marruecos es prácticamente un imposible: "Una madre soltera que da a luz en un hospital puede ser condenada a prisión", expone, para señalar cómo "el número de niños abandonados por madres solteras es aterrador". Sin embargo, desde su lado más optimista, recuerda que "Marruecos es un país joven" por lo que se atreve a esperar que, en ese sentido, "esta película pueda contribuir a hacer que las cosas cambien".

Ahí el propio título es una declaración de intenciones: Adam es el nombre del futuro bebé y hace referencia a Beni Adam, que en árabe moderno significaría ser humano. Como si de la génesis y el volver al origen se tratase. "Si fuéramos conscientes de que cada hombre ha sido parido por una mujer, eso arreglaría muchas cosas", concluye.