l sábado tuvo lugar la tradicional sesión de Halloween de la Semana, con la novedad de que la jornada se inició con una matinal; una sesión, que en apariencia, no contó con la habitual fauna canalla que habita en el patio de butacas, recogida en el calor de sus hogares cual gremlins a los que el sol daña. El silencio reinó durante la proyección de la mañana, Tailgate, una suerte de El diablo sobre ruedas (1971) rodada en los Países Bajos sobre un exterminador -de alimañas y, en este caso, también de personas- que persigue por una autopista a una familia que le ha agraviado en el camino. La intensidad que ofrece la buena ejecución de las escenas de persecución por autopista, mantiene al espectador en tensión, pese a que la caza del ratón al gato es en este caso un mero artificio para reflexionar sobre los verdaderos y más interesantes mensajes de la película: la responsabilidad de los padres sobre las acciones de sus hijos, la masculinidad herida y el síndrome de Peter Pan de los boomers. Después del buen sabor de boca de la proyección vermutera, la contraparte malvada de los mogwai sí que se hizo por la tarde con todo el Principal. La irreverente y, por desgracia irregular, doble sesión que había pergeñado el comité de selección facilitó que el respetable bromease y le gritase a la pantalla, demostrando, ahora sí, que ni ningún virus puede con el espíritu de la Semana. Psycho Goreman es la propuesta con la que parece que este año la organización quiere cumplir con la cuota de la comedia de ciencia ficción que encaja muy bien entre el público y que, en muchas ocasiones, acaba siendo premiada -como lo fue el año pasado Extra Ordinary (2019)-. Las intenciones de la película, quedan claras en los primeros minutos, cuando los dos niños protagonistas, una jovencísima y adorable “psicópata” y su apocado hermano, juegan a una especie de balón prisionero mientras suena el tema principal de los Power Rangers: construir un divertimento sobre los villanos de cartón-piedra que amenazaban el universo en las ficciones derivadas de la tradición japonesa del Super Sentai. ¿El resultado? Una muy disfrutable divertimento que se vio ensombrecido por la última cinta del día. Sky Sharks se enmarca entre esos productos de serie Z que buscan entretener mientras te bebes una birra con tus compañeros de piso sin hacer demasiado caso a lo que ves pero que, de vez en cuando, te arranca una buena carcajada. No obstante, en la época del COVID-19 en el Principal no hay ni bar ni cerveza, la única manera de poder sobrevivir a una película que fusiona Iron Sky (2012) con Sharknado (2013). ¿Qué puede salir mal en una historia que incluye a zombis nazis que pilotan tiburones que vuelan? Pues que es increíblemente aburrida.