- El pasado 29 de abril el verano cultural de Donostia pintaba muy oscuro. Ese día, en pleno confinamiento, el Ayuntamiento de la ciudad se reunió junto a los directores de los tres principales festivales -Jazzaldia, Quincena Musical y Zinemaldia- y responsables de otras entidades para tomar una decisión con respecto a si debían llevarse a cabo o no. Ayer, exactamente cinco meses después de aquel día, el alcalde donostiarra Eneko Goia señaló que, con la apuesta de mantener los tres certámenes, “se acertó”: “No podíamos parar la apuesta por la cultura. Era como no presentarse a un examen”.

Acompañado por los tres máximos responsables de los festivales de verano de la ciudad -Miguel Martín (Jazzaldia), Patrick Alfaya (Quincena Musical) y José Luis Rebordinos (Zinemaldia)-, Goia afirmó que “con orgullo y sin complejos, Donostia ha brillado con su programación cultural”, añadiendo que, dada la situación en la que se encontraban los creadores, “no podían parar”.

Una vez que los tres certámenes se han podido celebrar, todos ellos adaptados a la actual situación sanitaria, el alcalde quiso agradecer la labor de todos los implicados y de la ciudadanía. “Lo ha entendido perfectamente. Y eso que han tenido situaciones desagradables al, por ejemplo, no poderse acercar al Kursaal y al María Cristina en pleno Zinemaldia. Por no mencionar las regatas de La Concha, en la que no solo los donostiarras, todas las aficiones dieron un grandísimo ejemplo”, apuntó. Gracias a todos ellos, “Donostia ha brillado a gran altura” y, casi lo más importante, “ha sido segura”.

El primer festival que tuvo que presentarse a este examen fue el Jazzaldia. Además, tal y como recordó su director, Miguel Martín, este certamen fue el primero de este tipo en celebrarse en todo el mundo tras el confinamiento.

Apoyado por músicos locales y viejos conocidos del festival, el evento pudo mantener su nivel. “Más que la edición del COVID-19, ha sido la de la excelencia artística”, indicó, detallando que, buena prueba de ese éxito es que los conciertos ofrecidos vía streaming han alcanzado los 57.000 espectadores.

Según Martín, este éxito también radica en haber podido contar con el espacio de la plaza de la Trinidad, algo nada claro en un primer momento. “La necesitábamos sobre todo por su valor simbólico”, añadió, al tiempo que indicó que “lo más bonito de esta edición ha estado en el aspecto emocional con artistas que lloraban sobre el escenario tras meses sin poder tocar”.

La Quincena Musical tuvo que rehacer toda su programación como consecuencia del virus, pasando así de los 85 conciertos inicialmente previstos a únicamente 49. No obstante, para su máximo responsable, Patrick Alfaya, la edición de este año, que tuvo el Museo San Telmo como su principal sede, “ha funcionado muy bien”.

“Teníamos miedo porque nuestro público es de cierta edad y no sabíamos si iba a venir, pero ha respondido muy bien y las entradas a casi todas las actuaciones se agotaron”, explicó.

“El alto valor artístico” de este año ha sido posible, al igual que en el Jazzaldia, gracias a músicos de cercanía y artistas que ya habían actuado antes en el festival. “Teníamos que intentarlo por el deber que tenemos con la música”, señaló.

El mejor dato para Alfaya de esta edición es que en tiempos tan convulsos para la cultura, y en tan solo un mes, fueron capaces de realizar 500 contratos.

El encargado de cerrar el programa estival de Donostia ha sido el Zinemaldia, que finalizó su 68ª edición el sábado pasado. “Vivimos en una ciudad donde la clase política apuesta por la cultura”, indicó su director, José Luis Rebordinos, que allá por el mes de abril tenía claro que “había que intentarlo”: “Nosotros estábamos dispuestos a arriesgar”.

La apuesta ha salido bien, ya que el Zinemaldia ha cerrado el año con déficit cero, cuando, de haberse suspendido, las pérdidas se habrían situado en torno a los 1,5 millones de euros.

Entre los datos que pudo dar a conocer ayer y que en los próximos días serán más desarrollados, Rebordinos desveló que el festival ha contado con un presupuesto de siete millones de euros, cuando antes del COVID se situaba en los 8,8 millones.

En cuanto al número de acreditados, se han reducido un 49% y los medios de comunicación un 65%. No obstante, haber contado con el nuevo trabajo de Woody Allen en exclusiva ha hecho que, durante los primeros días del festival, contasen con la presencia de medios internacionales que hacía años que no venían a Donostia como Le Monde, LeFigaro y TheNew York Times.

El número de espectadores se ha situado en los 62.000, un 35% menos que en 2019, pero, de tenerse en cuenta la reducción de proyecciones y limitaciones de aforo, la ocupación en sala habría sido de un 40%, uno de los objetivos a alcanzar por el festival.

Por último, Rebordinos quiso agradecer la actitud de todos los espectadores y fans, y recordó que las salas de cine son “igual de seguras que el lugar más seguro”: “Hemos salido vivos y hemos abierto el camino a todos los que vienen después. Ahora es el turno de la Semana de Terror”.

“Este año, más que la edición del COVID-19, ha sido la de la excelencia artística”

Director del Jazzaldia

“Teníamos que intentarlo por el deber que tenemos como festival con la música”

Director de la Quincena Musical

“Hemos salido vivos y hemos abierto el camino a todos los que vienen después”

Director del Zinemaldia

El Jazzaldia, la Quincena Musical y el Zinemaldia han demostrado que la cultura “es segura” y no han tenido incidentes relevantes