- La Euskadiko Orkestra encara hoy su tercer y último concierto del programa sinfónico de la 81ª Quincena Musical; un recital en el que destacará, una vez más, Ludwig van Beethoven y también el que fuera su maestro, Joseph Haydn, y que se llevará a cabo bajo las órdenes de Juanjo Mena y que contará con el violonchelista y Premio Nacional de Música 2019, Asier Polo, como solista.

“Son dos artistas que se ensamblan fantásticamente”, aseguró ayer el director del festival decano de música clásica del Estado, Patrick Alfaya, en la presentación del concierto que se iniciará a las 20.00 horas en el Kursaal. Por su parte, Mena, el conductor vasco de orquesta más internacional, celebró el retorno a los escenarios: “Va a ayudar mucho. Los músicos no podemos estar al margen de lo que está sufriendo la sociedad; la gente quiere escuchar música”, aseguró el gasteiztarra.

En este sentido también se pronunció el violonchelista, que destacó la importancia de volver al ruedo, tanto para los intérpretes como para el público: “Se ha conseguido hacer un festival estupendo y que la música vuelva a los escenarios; es muy importante porque la música alimenta el alma”.

El regreso al directo en el caso de la Quincena, al igual que ocurrió en el Jazzaldia, no puede desligarse de un caldo de cultivo particular: la existencia de talento local de gran nivel. Así lo opina Alfaya, que aprovechó la ocasión para incidir otra vez en la importancia que ha tenido la tradición musical vasca a la hora de poder conformar la edición de este año: “En una situación de emergencia, hemos tenido la suerte de poder conformar un festival con músicos locales-internacionales. Es decir, gente que ha desarrollado una carrera al más alto nivel por todo el mundo, como Juanjo Mena y Asier Polo, y que ahora están aquí, lo que ha permitido hacer esta Quincena sin bajar el nivel”.

Juanjo Mena, al que Alfaya agradeció ser el artífice de que el también batuta Semyon Bychkov se haya encargado de dirigir a la Euskadiko Orkestra con anterioridad en esta edición, quiso hacer referencia al momento actual, condicionado por el COVID-19: “Ha sido fantástico ver cómo nos hemos juntado todos en la misma dirección”. Mena participa en la presente edición del encuentro donostiarra, tras haber dirigido a finales del mes pasado a la Orquesta Sinfónica de Galicia en el Festival de Música y Danza de Granada, en un programa dedicado a Beethoven y en el que también se interpretó la Sinfonía nº7, al igual que hará hoy la Euskadiko Orkestra.

Precisamente, los protocolos de aforo han condicionado este año la programación y la Quincena Musical ha optado por un repertorio sinfónico que se ha adecuado a un menor número de músicos sobre el escenario.

Los organizadores han preparado para hoy un “repertorio maravilloso” que conforman las composiciones de Beethoven -el concierto también se enmarca dentro de las celebraciones por su 250º aniversario- y de Haydn, que influenció al primero en aspectos como el tratamiento del material melódico, si bien es cierto que Beethoven intentó renegar de ese influjo en su madurez.

La Sinfonía nº7 del austríaco es una creación “energética, sana, viva, abierta y generadora de una fuerza interior muy grande que todos necesitamos”. “Era una sinfonía que desde que comenzamos a hablar, debía estar en nuestro camino”, aseguró el director.

El concierto, no obstante, se abrirá con Haydn. Concretamente, con su Sinfonía nº44 en mi menor, “una de las más bellas” que compuso, a juicio de Mena. Se trata de una partitura marcada por la “tristeza” y que Haydn escribió en armonía con el movimiento literario Sturm und Drang (Tormenta e ímpetu). Esta es una creación que se interpretó en el funeral de su autor. “Era una manera de hacer una pequeña referencia a los que nos han dejado”, explicó Mena, quien añadió que no tiene “mejor pareja para hacer música” que el violonchelista Asier Polo que, como solista, será el encargado de dar continuación al recital con el Concierto para violonchelo nº1 en do mayor, también de Haydn, pero, en este caso, con un tono “alegre y positivo”.

Se trata de una obra que el austríaco escribió en torno a 1765 y que permaneció desaparecida hasta que a principios de la década de los 60 del siglo pasado se encontró en el Museo Nacional de Praga. Para Polo, esta obra en do mayor es “redonda”, dado que por “su estructura y melodías”, transmite muchísima vitalidad: “Permitirá dar un vuelco, dar nuevas esperanzas y recuperar ilusiones”.