n un verano anómalo, resentido por la crisis del coronavirus, Oñati mantiene intactas sus bazas turísticas. Siete planes a base de naturaleza, historia y gastronomía invitan al visitante a disfrutar del conjunto monumental que encabezan la parroquia de San Miguel y la universidad Sancti Spiritus, además del centro de interpretación del chocolate, la aventura subterránea de Arrikrutz, el santuario de Arantzazu, Pottokaleku y el caserío Gomiztegi con su escuela de pastores. Las visitas se organizan en grupos reducidos y se debe realizar reserva previa.

"El de este año es un turismo tranquilo, que responde a un perfil de viajeros en familia o en dos-tres parejas de amigos", explica la técnico de Desarrollo y Turismo, Ikerne Altube. Los datos que arrojó el pasado mes repiten la tendencia de otras temporadas. El viajero vasco, guipuzcoanos en su mayoría seguidos de los vizcainos, ocupa el primer puesto del ranking de procedencias. Del Estado -el 40%- continúan siendo los madrileños y catalanes los que más se dejan ver por Oñati, y en un porcentaje mucho menor, el 5%, llegan desde el extranjero, sobre todo franceses.

La pandemia le ha cambiado la cara al turismo. Desde mediados de marzo hasta primeros de junio, las cuevas de Arrikrutz, la oficina ubicada en San Juan kale y la Txokolateixia mantuvieron la persiana echada. Este parón forzoso puso patas arriba las actividades que engrosan la agenda anual. "Las visitas con los centros escolares tuvieron que suspenderse", expone Altube. Además, la situación actual ha interrumpido el programa del Imserso, que ofrece un goteo continuo de turistas en el municipio.

Ha habido, por tanto, que adaptarse a la nueva normalidad. Medidas de seguridad y protección se siguen a rajatabla en una oferta que conserva todos sus atractivos y que pone el foco en el producto local y la hostelería. "En Arrikrutz se está trabajando bastante bien, aunque hay que tener en cuenta que de grupos de 25-30 personas hemos pasado a un máximo de 15. Podríamos llegar al 50% de las cifras de 2019", vaticina Altube.

Durante este agosto, con alojamientos que registran reservas y unas vacaciones planteadas de otro modo, la técnico de Turismo espera que haya "más movimiento". La última palabra, en cualquier caso, la tendrá el coronavirus y su evolución.

Mientras tanto, Oñati brinda un paquete de propuestas para perderse por la historia y el subsuelo. Desde la Oficina de Turismo, como recuerdan sus responsables, se atienden las consultas presenciales y por teléfono que en esta temporada han aumentado (943 783 453), al igual que la búsqueda de información a través de la web (www.oñatiturismo.eus) y las redes sociales.

Otro de los grandes reclamos oñatiarras son los 96 kilómetros de senderos homologados que permiten descubrir las riquezas naturales del municipio y su entorno. El camino oculto, con sus 7,3 kilómetros y dificultad media, lleva al caminante hasta el cañón de Arantzazu y los bosques y prados de Iturrigorri y Bellotza. La vuelta al barrio de Garagaltza, los 8,5 kilómetros de la clásica ruta al pie de Aloña, el recorrido de los trasmochos del bosque Artaso, o El camino del agua que discurre por el barrio de Araotz, de casi cuatro horas de duración y salpicado de elementos construidos por la naturaleza y las personas, y abundante fauna y flora, son algunos ejemplos. Ahora solo queda disfrutarlos.