- El viernes se reinició la actividad en los principales teatros donostiarras. ¿Ve alguna fecha de retorno a la normalidad previa?

-Ahora mismo, no. Hemos estado trabajando con múltiples escenarios. Lo que queríamos era estar preparados para, una vez las normativas permitiesen números sostenibles, lanzarnos a programar.

Me imagino que habrá pasado semanas de preocupación. Ante esta nueva fase, ¿el concejal de Cultura de Donostia se encuentra más relajado?

-Desde el 14 de marzo vivimos en una tensión constante; una tensión que creo que tampoco hay que romper para estar al quite de todo. Esa tensión también nos ha hecho estar preparados para ofrecer una programación cultural digital como ha sido DKEtxean.

¿Manejan cifras de usuarios de la red de bibliotecas y de los museos que abrieron la pasada semana?

-La gente, poco a poco, se va animando. San Telmo recibió la semana pasada unas 300 visitas y en la red de bibliotecas se han cogido en préstamo 4.500 libros. Es algo progresivo y entiendo también que la vuelta al teatro seguirá esa estela. Las instituciones estamos para dar una respuesta y, en este caso, la hemos dado.

Durante el confinamiento hubo 26.000 libros en préstamo. ¿Ha comenzado también su devolución?

-Sí, se quedaron confinados 26.000 libros; es una cantidad muy grande, teniendo en cuenta que la ciudad tiene 187.000 habitantes. Las visitas que tuvimos la semana pasada fueron para devolver los préstamos y también para coger nuevos libros. A eso habría que sumarle las cifras de eLiburutegia. La valoración que se hace desde las bibliotecas es de normalidad y naturalidad absoluta. La gente ha sabido cómo tenia que ir, qué podía hacer y lo ha hecho bien. Ahora se abre un nuevo escenario. El nuevo decreto del Gobierno Vasco permite que sea el usuario el que haga la consulta con los libros, que es algo muy importante en la experiencia de las bibliotecas. Y ahora también se permite el estudio en ellas. Lo que nos toca es ir adaptándonos poco a poco a eso para que el usuario tenga la experiencia a su gusto; será una experiencia distinta y condicionada, pero se podrá disfrutar.

El decreto del Gobierno Vasco también permite en ciertos casos subir el aforo hasta un 60%, pero ustedes han decidido quedarse en el 50%.

-Valoramos el decreto de forma optimista. En bibliotecas, por ejemplo, la cuarentena de los libros en préstamo era de catorce días y, ahora, es de siete. Eso da mucho respiro a los técnicos de bibliotecas. Tener almacenados 26.000 libros durante catorce días tenía sus complicaciones. El aforo en los teatros, efectivamente, ha subido al 60%. Nosotros teníamos todo preparado para que fuese del 50% y, por ahora, en junio, lo vamos a mantener.

¿Hasta cuándo será así?

-Este mes de junio lo usaremos como prueba. De cara a julio queremos empezar a vender entradas en función de la unidad convivencial. Es decir, que puedas ir en bloque: en pareja, en familia... Quizá eso llamará más a la gente a la hora de vivir la experiencia cultural.

La imagen del teatro Victoria Eugenia con butacas alternas y con el público con mascarilla es, desde luego, muy singular. La experiencia será muy distinta a la que conocíamos hasta ahora.

-Es una sensación agridulce. Por una parte, lo positivo es que hemos vuelto a abrir. Por otra, las sombras serían que vienes al 50% de aforo, con una mascarilla... A estas altura todos somos conscientes de eso. Por ello hemos lanzado ese mensaje de "Cultura, disfrútala con salud". Vamos a poder disfrutar de nuevo de la cultura en directo en todo su esplendor, cumpliendo también con las garantías de seguridad y sanitarias que se van a respetar y dar.

Existen protocolos para el público, pero también para los trabajadores de la casa.

-La vuelta al trabajo la llevábamos semanas preparando; también en lo referente a los lugares en los que se atiende al público. Se ha hecho un gran trabajo en espacios como mostradores para que tengan sus medidas de seguridad, que cuenten con mamparas, geles y que haya una señalética para los flujos. Todo ello se ha trabajado de forma interna también con la representación de los trabajadores, con el comité de empresa. Tanto en bibliotecas como en museos hemos visto que ha funcionado.

¿Y de cara a la producción en el teatro?

-Se ha hecho un trabajo interesante. Se ha analizado qué es lo que ocurre antes del hecho escénico, es decir, antes de un concierto o de una obra de teatro, y se ha troceado. ¿Qué tenemos? Trabajadores de la casa que montan el escenario, que usan herramientas... Todo eso se ha recogido y protocolarizado. Luego, ¿qué tenemos? La compañía que llega: vienen de uno en uno, tienen una señalética, llevan mascarillas, se lavan las manos, tienen un felpudo que desinfecta los zapatos, se les toma la temperatura y se les dirige a un camerino. Posteriormente, estaría el ensayo y, por fin, el hecho escénico. Todo se ha protocolarizado y se han creado documentos que van a ir adjuntos a los contratos que hagamos para que las compañías sean conscientes de lo que tienen que hacer.

¿Y qué pasa con lo que ocurre encima del escenario?

-Era una de las grandes dudas, porque en algunas disciplinas hay contacto entre los intérpretes. Nosotros como entidad entendemos que en eso no nos tenemos que meter; tiene que ver con la creación artística. Finalmente, el decreto publicado habla de que se permite la interacción entre intérpretes; nos quedamos tranquilos con lo que marca.

Comentaba que el confinamiento aceleró la apuesta digital de Donostia Kultura, que ha acabado derivando del DKEtxean al DK On!.

-Cuando iniciamos el mandato 2019-2023, entre los objetivos que nos marcamos como Donostia Kultura estaba el de crear una especie de casa de cultura digital. Éramos conscientes de que tanto la propia producción, como la difusión y el consumo de la cultura se estaba haciendo de forma digital y como institución nos debíamos adaptar a ello, no nos podíamos quedar fuera de ese mundo. El confinamiento nos ha servido para dar un acelerón. De la reflexión de ofrecer nueva oferta cultural y de seguir cuidando a los creadores nace DKEtxean.

¿Por qué cambiarlo a DK On!?

-DKEtxean ha tenido su recorrido. Como todo, las cosas tienen que tener un final y, en este caso, era el confinamiento. Tras hacer una reflexión, vimos que no podíamos perder todo lo aprendido. Se decidió quedarnos con algunas cosas, como Ipuinaren Ordua, que ha sido un éxito. Con ese objetivo de seguir nace DK On!, con la idea de que sea un acompañamiento a la oferta presencial.

El problema de la cultura digital es que parece que es gratuita, que no tiene un coste, aunque sí lo tenga para el promotor.

-Hay que distinguir planos. No hay que perder de vista que el acceso a la cultura tiene que ser universal y gratuito, y en esta ciudad las bibliotecas y las casas de cultura cumplen muy bien esa parte. Pero también es verdad que hasta llegar a la cultura en directo existe una cadena de valor: la creación, el desarrollo, la escenografía, los ensayos... Todo eso hay que remunerarlo y lo hemos hecho.

¿Qué inversión le ha supuesto DKEtxean a Donostia Kultura?

-Han participado 100 creadores, lo que ha supuesto 135 piezas de resultados. La inversión ha sido de 50.000 euros, pero hay que tener en cuenta que parte de la programación se ha completado con gente de la casa: DK Irratia, San Telmo... Los 50.000 euros se corresponden al caché de los creadores externos.

La cultura es un sector frágil. ¿Cómo prevé su futuro?

-Era un sector que ya era frágil antes del COVID-19 y va a seguir siendo frágil después. Esta situación no ayuda a nadie. La cultura también la veo como una actividad económica, como una industria. La situación ha afectado a todos, tanto el sector privado como al público. La propia Donostia Kultura ha visto mermados sus ingresos. Cada institución tiene su papel a la hora de reactivar el sector cultural y nosotros tenemos claro que nuestra principal tarea es la de programar, no estamos para duplicar o triplicar medidas de otras instituciones.

¿Por ejemplo?

-Si el Gobierno Vasco o la Diputación sacan un bono cultura, el Ayuntamiento no tiene que sacar otro; no tiene sentido. Nuestra labor tiene que ser otra, garantizar la oferta y para ello programar; y para eso, abrir los equipamientos. El mejor plan de todos es levantar el telón, producir y tener una programación constante.

¿En cuánto ha visto Donostia Kultura mermados sus ingresos?

-Donostia Kultura tenía previsto generar seis millones de euros con su actividad propia, es decir, venta de entradas, patrocinios, cursillos y alquileres de espacios. La aportación municipal es de 24. Eso significa que tenemos un presupuesto de 30 millones. De esos seis millones, hemos previsto que 2,2 millones los vamos a perder. Hay que tener en cuenta los meses de primavera que hemos estado cerrados y el hecho de que, aunque ahora volvemos a la actividad, tenemos aforos limitados, por lo que la venta no será la que estaba prevista. Lo mismo ocurre con alquileres que estaban previstos para el verano y que han caído. La capacidad de Donostia Kultura para ser autosuficiente se va a ver mermada y también vamos a sufrir.

Han podido reprogramar algunos conciertos como el de Tindersticks. ¿Cómo va la devolución de las entradas?

-Como objetivo nos hemos marcado reprogramar lo que pudiésemos. La devolución de las entradas ha sido natural, se puede hacer por teléfono o en taquilla.

Entiendo que las dificultades de movilidad de artistas foráneos ayudará a la mayor visibilización de los locales.

-Los grandes festivales de la ciudad, el Jazzaldia, la Quincena Musical y el Zinemaldia, y la propia programación de Donostia Kultura siempre han apostado por lo local. De hecho, la gran oferta ha solido servir como escaparate para lo local y en eso el Jazzaldia ha funcionado muy bien. También es verdad que el contexto actual te permite apostar más por lo local porque, primero, tienes que proteger la creación propia y, segundo, la no posibilidad de movilidad o los miedos del artista que provoca que no puedas programar creadores del extranjero. Eso es algo que, probablemente, se vea en el Festival de Jazz, que siempre ha contado con artistas de EEUU y también tenía un ciclo japonés que no vamos a poder llevar a cabo. El sitio que aquellos ocupaban ahora lo ocuparán otros.

¿El primer gran reto es el Jazzaldia?

-Sí. Es verdad que la programación de junio va a servir al espectador y a nosotros como prueba. Poco a poco iremos mejorando los protocolos y nos iremos adaptando a lo que diga cada decreto. La primera gran cita, la de prueba del algodón, va a ser el Jazzaldia, que es un producto DK. Ahí veremos cómo funciona un festival en estas condiciones. La plaza de la Trinidad también va a ser una prueba de cómo se vuelve a la actividad al aire libre, segmentada, localizada, con un asiento preasignado. La plaza se verá más vacía pero también usaremos otros recintos de la ciudad para programar jazz, aunque no habrá la misma cantidad de conciertos.

¿Con qué aforo trabajan para la plaza de la Trinidad?

-Es un elemento cambiante. Al principio íbamos a tercios, luego al 50%. Andábamos en cifras de 400 personas, era nuestro objetivo. El decreto actual te permite que en eventos al aire libre el aforo máximo se del 60%, con un tope de 1.000 personas, pero respetando dos metros de distancia. Esas condiciones nos permiten ser imaginativos y, tal vez, lo de la unidad convivencial nos dé algo de margen. El martes presentaremos el Jazzaldia de manera oficial.

Queda aún algo más de un mes.

-Sí, queda tiempo, pero también tenemos que empezar a vender entradas. Tenemos ese equilibrio que hacer.

El Jazzaldia ha perdido el prefijo de Heineken, ¿se ha perdido el patrocinio?

-No se ha perdido. Se entendía que este año la oferta cultural no iba a ser la misma a la de otros años y se ha decidido que este año se queda en Jazzaldia y que el próximo volverá a ser Heineken Jazzaldia.

¿La aportación será la misma?

-La idea es que sí, que se mantenga. Es de agradecer que en épocas tan duras patrocinadores privados, no solo Heineken, sino también Frigo o Coca-Cola, se mantengan; es muy importante.

En septiembre llegará el Zinemaldia.

-Durante el verano Donostia Kultura va a funcionar de laboratorio de prueba-error y el Zinemaldia va a poder aprovecharse de todo lo aprendido.

¿El COVID-19 ha alterado la programación que Donostia Kultura tenía prevista por su 30º aniversario?

-Ha habido programación que ha caído por el COVID-19 y va a haber programación que caiga por la falta presupuestaria. Teníamos el legado del Olatu Talka, Argi Artean que se hacía en Riberas de Loiola... Habrá que ver qué pasa con el programa de Loiola Paint que queríamos llevar a Altza, la Eguzkiteka va a caer... Por buscar el lado positivo de las cosas, también teníamos como objetivo impulsar la casa de cultura digital. No se ha culminado, pero hemos hecho un camino.

De cara a otoño, ¿cómo ve la celebración de la Semana de Cine Fantástico y de Terror y de Literaktum?

-Dejando de lado la teoría de los rebrotes, nosotros nos tenemos que adelantar a distintos escenarios. En el caso de que no haya, nos quedan citas importantes de cara a otoño. Primero, tendremos las Euskal Jaiak en septiembre y luego vendrá la Semana y Literaktum. Parte de la programación que no hemos podido llevar a cabo en primavera, la recuperaremos en otoño. Si las cosas van bien, otoño puede ser una época culturalmente activa e intensa. Sin abrumar y de forma progresiva, también puede funcionar como símbolo de recuperación.

Estaba prevista la visita de Olga Tokarczuk en el último Literaktum. Al ganar el Nobel se reprogramó para marzo, cita que tampoco pudo ser por el COVID-19. ¿La tendremos finalmente en Donostia?

-No sabemos si la vamos a poder recuperar. Vamos a hacer el esfuerzo para que esté, pero si no puede estar presencialmente en la ciudad, no descartamos que esté de forma digital; y en eso DK On! puede jugar un papel.

"San Telmo recibió la semana pasada unas 300 visitas y en la red de bibliotecas se han cogido en préstamo 4.500 libros"

"De cara a julio queremos empezar a vender entradas en función de la unidad convivencial. Es decir, en pareja, en familia... "

"De cara al 30º aniversario, ha habido programación que ha caído por el COVID-19 y va a haber otra que caiga por la falta presupuestaria"

"Otoño puede ser una época culturalmente activa e intensa. Sin abrumar, puede funcionar como símbolo de recuperación"

"De los seis millones de actividad propia que genera Donostia Kultura, hemos previsto que vamos a perder 2,2 millones"