La escuela alemana que ‘inspiró’ el iPod
El convento de Santa Teresa y el Museo San Telmo son las dos sedes que acogen la exposición sobre la Escuela de Ulm y su relación con la empresa Braun, que ha producido la Bienal Mugak de forma expresa para su segunda edición
Si se adentran en la exposición que hoy inaugura el Museo San Telmo encontrarán una vitrina en la que se expone una radio de bolsillo T3 de la conocida marca Braun, diseñada en la década de 1950 por Dieter Rams, el que fuera jefe de Diseño de la compañía alemana. Junto a esta pequeña radio se exhibe un reproductor de música iPod de primera generación (2001), obra de Jonathan Ives. Cinco décadas separan ambos aparatos, no obstante, si reparan en su forma se darán cuenta que el de Ives está fuertemente influenciado por Rams y la tradición a la que pertenecía: la Escuela de Ulm.
La Bienal de Arquitectura Mugak presentó ayer a la prensa la exposición más importante de esta segunda edición, titulada Diseño de sistemas: la Escuela de Ulm y la compañía Braun. Esta muestra, que se ha repartido entre el convento de Santa Teresa y el Museo San Telmo, ha sido producida por la propia Bienal, después de transitar por un camino “largo y difícil”, y supone la primera vez en la historia en la que el archivo de la compañía -Braun Sammlung- y los de la Escuela de Ulm -Hochschule für Gestaltung Ulm y Renè Spitz Sammlung- colaboran en un proyecto de este tipo. Gillermo Zuaznabar, comisario de la exposición junto a Neus Moyano, explicó que después de una estrecha colaboración entre el centro de estudios y la empresa, hubo periodos de “desencuentro” entre ambas, motivadas por una pregunta fundamental: “¿Quién se beneficia de quién?”.
La exposición exhibe un total de 150 objetos como fotografías, planos, diseños, muebles, electrodomésticos y audiovisuales, entre otros. Al igual que lo que ocurre con la exposición Orain diseinua! Euskadi eta industria!, comisariada también por Zuaznabar y que se puede visitar en Tabakalera, la doble instalación exhibe objetos que pueden resultar cotidianos en nuestras casas con diseños que han perdurado más de medio siglo.
Incluso, se ha construido en San Telmo un pabellón a escala real que la empresa Braun, diseñado por Otl Aicher y Hans Conrad, levantaba cuando participaba en ferias de muestras.
La escuela que surgió en Alemania en 1953, gracias a los fondos americanos del Plan Marshall, se impulsó como homenaje a Hans y Sophie Scholl, miembros del movimiento estudiantil la Rosa Blanca que fueron ajusticiados por la Alemania nazi.
En un inicio imaginado como un centro de formación política, acabó derivando en una escuela de arquitectura y diseño “revolucionaria”, fundada por Max Bill, Otl Aicher e Inge Scholl -hermana de los asesinados-. Se consideró heredera de la Bauhaus, aunque finalmente se “alejó del arte”. Ulm enseñó que “el contenido y la forma son lo mismo”. He ahí su planteamiento “revolucionario”, que se plasmó en un “programa educativo objetivo” que podía ser implantado en cualquier escuela de diseño.
“En ningún momento pensaban en hacer cosas bellas, sino funcionales y económicas”, explicó Zuaznabar, a lo que Moyano añadió que el eje central de la exposición es el de desarrollar la “idea de sistema que intenta abordar problemas complejos”. “La Escuela de Ulm pretendió diseñar todos los aspectos de la vida humana”, comentó la comisaria.
En la instalación de Santa Teresa se exhibe la aportación de Ulm al diseño de edificios y la construcción industrializada, incluyendo la propuesta de Max Bill para el edificio de la escuela. Como todos los objetos que vendrían después, la propuesta de Bill era eminentemente “práctica” y “versátil”, y la planteó en módulos de tres por tres. Precisamente, una de las líneas de trabajo de Ulm fue la de elaborar módulos con formas geométricas prefabricadas que pudiesen ser ensamblados y ampliados en horizontal o en vertical, en función a las necesidades.
La escala no importaba, no así el producto final. Así, en esta exposición podemos encontrar desde fotografías de casas proyectadas bajo este principio, hasta el primer equipo de alta fidelidad diseñado por Braun, el primero en el que se aplicó la idea de ir apilando cada sección o pieza una encima de otra -fue un producto tan caro que muy pocos pudieron comprarlo-.
“de braun a apple” El consejero de de Medio Ambiente, Planificación Territorial y Vivienda, Iñaki Arriola, presenté ayer en la rueda de prensa de la exposición bromeó diciendo que la muestra bien podía haberse llamado “de Braun a Apple”, al abordar esta los diseños de Braun a partir de profesionales formados en Ulm y la influencia que sus diseños han tenido con posterioridad.
Zuaznabar insistió en que hay que rechazar la idea de “genio” y de “genialidad”. Si empresas como la que fue liderada por el difunto Steve Jobs fueron capaces de diseñar objetos como el iPod, solo fue gracias al “estudio, el análisis y el rigor” de lo que hubo hasta la fecha. Otro de los objetos que inspiró a Apple fue el de calculadora Braun. Si tienen un iPhone comprobarán cómo se parecen la sumadora digital incorporada en el teléfono y la construida por la empresa alemana.
Esta se interesó por la tradición de Ulm tras el fallecimiento de uno de sus directores en la década de los 50. La gestión recayó en sus hijos, que acabaron contratando a profesionales que habían estudiado en Ulm, como el citado Dieter Rams.
La instalación de San Telmo se abre con un apartado dedicado a los “cursos preliminares”, que suponían una continuación de los que se hacían en la Bauhaus, y que tenían el objetivo de “despojar al alumno de cualquier planteamiento académico sobre el arte”.
De esta manera, se exhiben resultados de ejercicios planteados por Josef Albers, artista que teorizaba sobre el color, y Walter Peterhans, que exigía a los alumnos que creasen formas arquitectónicas con trozos de papel.
A la hora de diseñar objetos, como la citada radio T3, o muebles como el Bowfinger M125, imaginado por Hans Gugelot, primaba una idea: no debían distraer y debían ser neutros para poder adaptarse a cualquier entorno y decoración. El mueble de Gugelot, que también se expone en San Telmo, es considerado un “precedente” de los de Ikea, dado que se podía adquirir por módulos y ser utilizado en distintas estancias. Su creador, llegó a estandarizar una medida base de los objetos del hogar: cada módulo tiene una altura de 125 milímetros -de ahí su nombre-.
Tras el apartado dedicado a Gugelot, se encuentra otro dedicado a las Olimpiadas de Munich de 1972, a suspictogramas y carteles diseñados por Aicher. Según Zuaznabar, “comunicar las Olimpiadas es complicado”. Aún más, si la última vez que se celebraron en el país fue bajo el régimen nazi. El artista se basó en la teoría de los colores de Albers y rechazó utilizar el negro, el rojo y el blanco, asociadas a enseñas de Adolf Hitler. Tomar distancia del pasado también era una de las características de la Escuela de Ulm. No en vano, se fomentó la incorporación de estudiantes extranjeros, que llegaron a suponer un 60% del total, “para evitar un rebrote nacionalista”.
Diseño de sistemas: la Escuela de Ulm y la compañía Braun también cuenta con creaciones para Lufthansa, la primera vez que se aplicó la idea de marca a una aerolínea. En este punto destaca la aportación de Hans Roericht, que introdujo el plástico en el diseño de las vajillas para viajes. Roericht también desarrolló el concepto de vajilla aplicable que, tras pasar a la fase de producción en masa, podemos ver hoy en día en bares y cafeterías. “España y Portugal fueron los primeros en piratear su vajilla”, bromeó Zuaznabar, para explicar el rápido surgimiento de otros similares pero de “peor calidad”.
la escuela de ulm en euskadi Tras el cierre de la Escuela de Ulm en 1968, algunos de sus profesores marcharon a Chile. Impulsado por Salvador Allende se puso en marcha un centro de estudio de diseño que recogió el espíritu del centro alemán y por el que pasaron Guillermo Capdevilla y Michael Weiss. Tras el golpe de estado de Augusto Pinochet, la escuela se disolvió y ambos estudiantes salieron del país.
Tanto Capdevilla como Weiss dejaron su huella en el País Vasco, más allá de trabajar en el centro de diseño DZ que promovió la diputación de Bizkaia en la década de los 80. El primero colaboró con el sector de la máquina-herramienta y el segundo con Norman Foster en el proyecto del metro de Bilbao.
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