donostia - El compositor guipuzcoano Félix Ibarrondo (Oñati, 1943) fue galardonado ayer con el Premio Nacional de Música 2019 en la modalidad de Composición, que concede el Ministerio de Educación Cultura y Deporte y que está dotado con 30.000 euros. El violonchelista Asier Polo, por su parte, fue premiado en la modalidad de Interpretación.

El jurado concedió el premio a Ibarrondo por su aportación en el campo de la música orquestal, vocal y electroacústica, interpretada por “múltiples” orquestas españolas y europeas.

Los miembros del jurado destacaron el hecho de que el oñatiarra sigue actualmente en plena actividad, como lo atestigua el estreno en 2018 de Akaitz y en 2019 de Hamarka y Entre bóvedas, además de la publicación del doble CD Barne Hegoak. Alas del alma. Ibarrondo, que estaba celebrando la concesión almorzando “pollo con patatas”, señaló que nunca le han importado los premios pero que este ha sido “especial”. “En este momento el premio me cae mucho más profundamente porque cae en un vacío. Lo necesitaba”, añadió. Lamentó que las nuevas generaciones de compositores “se vayan un poco por las ramas” en comparación con sus predecesores. “No sé si es mejor o peor, pero mi generación ha sido hija de una cierta música y nos convirtió en adictos a lo esencial. Quizás hoy falte un cierto pasado que nosotros lo adquirimos naturalmente por la educación que tuvimos y me da la impresión de que falta un poco de todo”, apuntó en declaraciones a Europa Press el autor.

Ibarrondo reconoce que no sabe si en su larga trayectoria ha existido “el riesgo”, pero sí “una labor muy ardua y dura donde la perseverancia cuenta muchísimo”. Respecto a sus composiciones, afirma que cada obra es “una aventura única y sin igual” y que continúa encontrando algo cada vez que las interpreta en concierto.

Ibarrondo empezó a estudiar con su padre, Antonino Ibarrondo, director de la Banda Municipal de Bilbao, y luego obtuvo la diplomatura en piano y composición además de en Filosofía y Teología. En París, donde reside desde 1969, trabajó con Max Deutsch con quien estudia la Segunda Escuela de Viena, y luego continuó con Henri Dutilleux y Maurice Ohana en la Ecole Normale Supérieure de Musique donde obtuvo la licenciatura en Composición. Entre sus obras: Azul (2008); Al ocaso y Alado grito (2009); Aikan (2011); Inukshuk y Los Allas (Hangoak) (2012); Izarbil, Aitaren Etxea, Izargui, Psaume XII y Baña Nik (2013); Eziñeruntz (2014) y Tchouri (2015).

En el caso de Polo, el jurado esgrimió su aproximación al gran repertorio a la vez que su compromiso con la música española, en especial la contemporánea, además de sus numerosas grabaciones musicales y su “relevante” faceta docente. “Es el mejor broche para un año muy intenso de retos, de superación personal, en el que cumplo 25 de carrera”, señaló Polo, que sintió “tanta impresión” al conocer la noticia que, reveló, se puso a llorar. Polo estudió en Bilbao, Madrid, Colonia y Basel con maestros como Iván Monighetti o Maria Kliegel; ha recibido clases magistrales de Janos Starker, Natalia Gutman o Mstislav Rostropovich y ha tocado dirigido por John Axelrod, Pinchas Steinberg, Christian Badea Günther Herbig y Juanjo Mena además de ser solista de los recitales de Alfredo Kraus. El bilbaino, que ha grabado lo más relevante de la creación para violoncello, ha impulsado a compositores como Gabriel Erkoreka, Jesús Torres, Luis de Pablo, Jesús Villa-Rojo, Fernando Velázquez y Antón García Abril. - Efe/E.P.