La estatuaria de Arantzazu, paso a paso
El Museo Oteiza, desde hoy, y Gandiaga Topagunea, a partir del día 28, acogen un proyecto expositivo que analiza la obra pública más importante realizada por Jorge Oteiza.
La estatuaria de Arantzazu fue, sin duda, la obra pública más importante realizada por Oteiza y, al mismo tiempo, se convirtió en un emblema de la renovación de la estética religiosa en el siglo XX. Su construcción, no exenta de dificultades, se llevó a cabo entre 1950 y 1969. La evolución del proyecto durante esos casi veinte años se analiza ahora en sus diferentes etapas mediante esta instalación. Además de esta exposición, el programa del aniversario desarrollará un conjunto de acciones en diversas sedes, como conferencias, talleres o visitas guiadas.
El acto de presentación de este arduo trabajo de análisis contó ayer con la presencia de la conservadora del Museo Oteiza y comisaria del proyecto, Elena Martín; el director de la Fundación Oteiza, Gregorio Díaz; la directora de Cultura del Gobierno de Navarra, Dori López; Juan Biain, en representación de la Fundación Arantzazu Gaur Fundazioa; y Juan Ignacio Larrea, en nombre de los Franciscanos de Arantzazu.
El desarrollo de la estatuaria planteada por Oteiza permite entender las búsquedas conceptuales y simbólicas del artista y la evolución de su escultura, en la que plasmó una parte importante de sus reflexiones estéticas en torno a la identificación del espacio y del vacío con lo espiritual, así como comprender la capacidad de arte para generar nuevos imaginarios simbólicos y proyectarlos a la sociedad.
Problemas económicos, prohibiciones o la retirada de Oteiza
“Los años de creación de la estatuaria fueron duros, tensos y llenos de problemas, pero también apasionantes”, dijo Larrea, quien definió aquella etapa como una “verdadera aventura”. El franciscano quiso resaltar durante la presentación cuatro momentos “que pudieron ser los más críticos en esos años”.
Comenzó hablando de las dificultades económicas con las que se encontraban los Franciscanos de Arantzazu para abarcar este proyecto. “Los frailes fueron pidiendo limosna durante cinco años y lograron reunir los más de 15 millones de pesetas necesarios gracias a diversas subvenciones y aportaciones, siendo la mayor proveniente de Cuba, que salvó la obra”, destacó para después añadir: “Fue la mayor dificultad porque estas aportaciones vinieron poco a poco y los frailes tuvieron que hacer milagros para solventar los gastos del día a día; pero se logró”.
Después vinieron los anteproyectos para la construcción de la basílica. Fueron catorce y “solo una rompía con la estética tradicional”, la de los arquitectos Luis Laorga y Francisco Javier Sáenz de Oiza. “Su proyecto era innovador, vanguardista, raro, y uno se pregunta cómo los frailes se pudieron apuntar a ese proyecto. Lo cierto es que dijeron, desde un inicio, que no eran ellos quienes tenían que entender sobre arte, sino los arquitectos y Oteiza”, subrayó.
En contradicción con esto, la tercera dificultad a la que se enfrentó el proyecto fue la prohibición que se aplicó a las expresiones plásticas. “Un 17 de junio de 1955 se comunicaba la paralización de las obras por no ser adecuadas para expresar el arte cristiano”, recordó, y apuntó que “el proyecto era fruto del trabajo de unos visionarios que vivían muchos años adelantados a la comunidad cristiana y que se abrieron paso gracias a que un grupo de frailes les creyó”.
Por último, la cuarta dificultad fue “la decisión de la colocación de los apóstoles de Oteiza fuera del edificio”. “Oteiza decía que le habían engañado y que retiraba su firma -contó-. Finalmente, lo aceptó aunque se negaba a ir y decía que la mejor obra en la fachada sería el vacío que dejaba la ausencia de los apóstoles con las varillas al descubierto”. Cuando los responsables de aquella decisión desistieron, tras dos años de lucha con Oteiza, el escultor escribió: “En noviembre voy a Arantzazu para hacer los apóstoles”.
Planos de la basílica, cabezas de apóstol o iconografía de la Virgen
La muestra que acoge el Museo Oteiza se centra en la evolución del proceso artístico en sus diferentes etapas y expone un amplio conjunto de estudios escultóricos en yeso, en su mayoría obras inéditas, procedentes de su legado conservado en el mismo centro expositivo.
La comisaria Elena Martín fue la encargada de realizar ayer una visita guiada a los medios de comunicación e invitados. Comenzó el recorrido por una serie de planos que reflejan cómo los arquitectos Sáenz de Oiza y Laorga plantearon para la fachada la representación de dos temas religiosos: un Friso de los Apóstoles y, en el centro del muro, la imagen de la Virgen -se aprecia cómo la incorporación de Oteiza al proyecto modifica estos planos-. Seguidamente, una serie de pequeñas esculturas muestran los bocetos que el oriotarra preparó de la imagen de la Virgen, de la figura de Santiago y del Friso de los Apóstoles. El escultor planteó una tradicional Virgen con niño de la que realizó tres versiones, eligiendo finalmente la que mostraba al niño en el lado derecho y en la mano izquierda la makila.
Algunas figuras muestran cómo la estatuaria de Arantzazu supone la lucha entre la escultura tradicional de masa y representación y la escultura moderna que buscaba el autor, en la que trataba de llevar al extremo su idea de vaciamiento de la masa y silenciamiento de la expresión, para enfatizar la condición espacial de la obra. Siguiendo el recorrido, se puede observar cómo el artista trató de incorporar conceptos escultóricos de su tiempo a un encargo religioso de representación figurativa y es por esto que incluyó en el muro una serie de relieves en negativo, que vibraban en la superficie mural manteniendo la tensión del muro. Algunos moldes y fotografías muestran cómo en 1953 Oteiza comenzó a estudiar los distintos acabados pétreos y a tallar el friso. De hecho, se puede ver el modelo en yeso del Apostolario que sirvió a los sacadores de puntos para trasladar las medidas definitivas a la piedra.
Asimismo, otras imágenes muestran el friso en el suelo. Fue cuando, en 1954, el obispado de San Sebastián suspendió cautelarmente los trabajos artísticos antes de la prohibición definitiva. Por aquel entonces, cuatro apóstoles estaban tallados, dos completamente y otros dos no tenían definido el rostro. Al lado, se observa cómo una de las grandes preocupaciones del escultor fue cómo definir el rostro de los apóstoles y se exhibe una serie de cabezas abstractas de expresión geometrizante, algunas de las cuales retratan a apóstoles o a personas concretas. No faltan en la exposición los numerosos estudios del Apostolario o las pruebas que desarrolló Oteiza para inconografiar a la Virgen.
Exposición en Gandiaga Topagunea. La segunda exposición que conforma este proyecto se inaugurará en Gandiaga Topagunea de Oñati el día 28 y mostrará el relato cronológico de la intervención de Oteiza en Arantzazu.
Actividades complementarias. El proyecto se completa con visitas guiadas a los dos proyectos expositivos, talleres pedagógicos que ayudarán a los más pequeños a comprender la dimensión de este proyecto, una conferencia a cargo de Elena Martín o un seminario. Toda la información, en la web www.museooteiza.org.
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