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La última ola de Olatu Talka

El festival que nació para impulsar la candidatura a la Capitalidad Cultural de Donostia echa el cierre tras una exitosa décima edición para evolucionar “a otro tipo de actividad” que aglutine, como lo hacía Olatu Talka, tanto a la actividad cultural ‘amateur’ como a la profesional que comienza su andadura.

La última ola de Olatu TalkaRuben Plaza

La ola de energía ciudadana que nació en 2010 para “ahondar en el espíritu de la candidatura de Donostia a capital europea en 2016” inundó ayer de actos culturales la capital guipuzcoana por última vez. Tras diez exitosos años desde su botadura, el festival cultural Olatu Talka echa el cierre para “evolucionar a otro tipo de actividad a la que todavía no se ha dado forma”.

El director de Olatu Talka, Jon Aizpuru, puso ayer “punto final” al festival que desde el viernes ha transformado la ciudad en un escenario gigante con más de 200 propuestas para todos los gustos. Precisamente, una de las claves del éxito de esta idea fue que, desde el principio, puso el enfoque en la “imaginación y creatividad” de los propios ciudadanos.

La ola de energía que nació como Rompeolas y maduró como Olatu Talka se convirtió en una de las señas de identidad de la candidatura, primero, y de la Capitalidad, después, perdurando en el tiempo hasta la décima y última edición que ayer se cerró al grito de Boga! con bailes y danzas relacionados con el mar.

Quizá era más que un guiño a la primera edición. Así, el décimo festival Olatu Talka concluyó con una fiesta multitudinaria en los alrededores del Aquarium, como también lo hizo la primera edición, en la que decenas de personas entonaron el Himno a la alegría, seguido del Txoria txori de Mikel Laboa en Alderdi Eder.

El infinito azul ha sido otra de las señas de identidad de este festival con sabor a mar que cierra ciclo en el mejor momento y con unas cifras espectaculares: 60.000 personas se han acercado entre el viernes y ayer a las actividades propuestas.

“Acabar así Olatu Talka en el décimo aniversario era importante. El año que viene no habrá y reflexionaremos para ver cómo podemos hacer que los diferentes agentes y todo lo que se mueve en esta ciudad pueda tener un reflejo en el día a día en las actividades culturales de la ciudad”, señaló Aizpuru.

En sus inicios, el festival defendía, al igual que la Capitalidad, la cultura para la convivencia, para aprender a trabajar juntos desde la creatividad y el arte. Premisas que han desbordado esta cita indispensable de la agenda cultural de Donostia. Olatu Talka, además, ha sido uno de los legados más importantes de la Capitalidad.

Popular y callejero son algunos de los adjetivos que describen a la perfección esta cita primaveral con la cultura. Pero tras diez años, según admite Aizpuru, “es momento de evolucionar a otro tipo de actividad a la que todavía no hemos dado forma”. “No sabremos si será un festival o actividades que se podrán realizar durante el año”, añadió.

Toda esa imaginación y creatividad desbordante de la que han hecho gala los donostiarras en esta década de actividades culturales deberán ser canalizadas ahora con el nuevo equipo de Gobierno que se forme en el Ayuntamiento, junto al equipo técnico de Donostia Kultura.

“Fue una idea para que la propia ciudadanía montara actividades y conciertos”, recordó el director de Olatu Talka, quien aseguró también que este festival “dio la posibilidad de que la gente participara de una forma activa e hiciera ciudad”.

Pero ahora toca dar un paso más que permita “dar cabida a toda la actividad cultural que surge en la ciudad, tanto de una forma amateur como la de todos los profesionales que empiezan”. Se trata de canalizar una ingente oferta cultural. En la primera edición la marejada de ideas supuso 100 propuestas. En la actual, se ha multiplicado por tres.

Así que a falta de saber en qué se transformará el festival más popular de Donostia, que fue capaz de derribar con su ola los límites del centro de la capital para desbordarse hacia todos los barrios, la ciudad se queda con el buen sabor de boca que ha dejado esta última edición. Boga, boga mariñela.... Agur, agur, agur.