Iliá Repin, ‘el pintor de la muerte’
La Galería Tretiakov de Moscú inaugura una exposición del artista ruso entre medidas de seguridad sin precedentes
La mayor exposición del pintor ruso más célebre, Iliá Repin, se abrió en la Galería Tretiakov de Moscú la semana pasada entre medidas de seguridad sin precedentes en este país tras el ataque a un cuadro del maestro realista sobre Iván el Terrible.
“Poeta: Pushkin. Fruta: manzana. Pintor: Repin”, decían antaño en las escuelas rusas y soviéticas sobre el maestro comparado en numerosas ocasiones con genios como Velázquez o Rembrandt. La Galería Tretiakov, que ha reunido más de 300 trabajos del realista ruso de decenas de museos y colecciones privadas, espera que la muestra sea visitada por cientos de miles de personas hasta agosto. La obra de Repin (1844-1930) es como una enciclopedia de la historia política y social de Rusia, ya que pintó tanto al zar, a la aristocracia y a la flor y nata de la política y cultura rusas, como al sufrido pueblo llano y al campesinado en vísperas del estallido de la Revolución.
La exposición arranca con una diatriba contra la intolerancia. En vez del lienzo Iván el terrible y su hijo, quizás la obra más famosa pintada por Repin, aparece un espacio en blanco acompañado por una ficha. Y es que el mítico cuadro fue atacado en mayo del pasado año por un vándalo por segunda vez en su historia, una maldición que le persigue desde que el pintor se atreviera a plasmar cómo el monarca mató a su propio hijo (1885). Aunque recibió cuatro cortes, el cuadro es recuperable y está siendo restaurado, pero sus críticos insisten en que el zar Iván IV no era tan terrible como lo pintan y que no mató al heredero al trono, ya que este murió envenenado, como se pudo comprobar al ser exhumados ambos cadáveres en 1963. Dicho ataque y otro robo reciente de una obra a plena luz del día en la Tretiakov desataron la psicosis entre las autoridades culturales y han obligado al museo a tomar medidas sin precedentes para garantizar la seguridad. Además de trazar una línea que los visitantes no pueden sobrepasar, cada cuadro lleva una señalización individualizada, además ha aumentado el número de vigilantes y se ha incorporado la presencia dentro y fuera del museo de efectivos de la guardia nacional con armas reglamentarias.
La exposición permite al visitante ver las obras más emblemáticas del realismo ruso. Entre ellas figura Los sirgadores del Volga, una imagen que aparece en los manuales escolares en este país, especialmente en tiempos soviéticos, ya que es un cuadro con grandes dosis de denuncia social. El rostro sin aliento de los hombres que tiran de una barcaza con sogas al pecho aventuraba ya el estallido social que acabaría con el antiguo régimen zarista en 1917. Cosacos de Zaporozhie escriben una carta al sultán turco es una de las cumbres de la obra de Repin, no en vano fue adquirida por el zar Alejandro III por 35.000 rublos, la mayor suma jamás pagada por una pintura hasta entonces. El cuadro es muy popular entre los rusos ya que representa la rebeldía de los cosacos del sur de Rusia y también la pertinaz resistencia ante los fieros otomanos, que querían hacerse con el control de toda la región del mar Negro.
Los retratos también ocupan un lugar de primer orden en la obra y en la muestra. Repin pintó a las mayores personalidades de la ciencia y la cultura de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, desde Tolstói a Mendeléyev. Dice la leyenda que Repin era el retratista de la muerte, ya que varios de los personajes que retrató murieron poco después de ser plasmados en el lienzo. Fue el caso del compositor Modest Musorgski, que supuestamente falleció días después de que el pintor diera su última pincelada al retrato, aunque sus defensores aducen que el músico era un bebedor empedernido, lo que finalmente le condujo a su muerte a los 42 años. En el caso de Piotr Stolipin, primer ministro con el último zar, fue asesinado en Kiev en septiembre de 1911 después de ser también retratado por Repin.
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