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Aventuras juveniles con sello vasco

El donostiarra Ibon Martín aparca momentáneamente la novela negra para introducirse en la literatura juvenil con una saga “inspirada en la historia y mitología vasca”, y que se inspira en clásicos juveniles como Los Cinco.

Aventuras juveniles con sello vasco

Todo comenzó en casa. Su hija le pedía costantemente que le contara historias de aventuras e Ibon Martín, autor de las novelas negras El faro del silencio y La jaula de sal, entre otras, decidió trasladarlas al papel. El resultado son dos libros llenos de ilustraciones, Onin y la isla del tesoro y Onin y el misterio del bosque, “salpicados de historia y mitología vasca” e inspirados en clásicos juveniles como Los Cinco o Los Hollister.

“Con el juego que da la mitología y las leyendas vascas, vi que se habían hecho muy pocos libros sobre ello para el público juvenil. Fuera de localidades muy concretas, son historias que no se conocen”, relata el donostiarra, quien busca con este saga literaria “popularizar la cultura vasca”.

Así, Martín cuenta en estos dos libros las peripecias de Onin, diminutivo de Onintza, una niña de diez años, y su pandilla a lo largo de la geografía de Euskal Herria. En la primera entrega, Onin y la isla del tesoro, el grupo viaja de excursión escolar a la isla de Izaro, donde descubren un viejo mapa que perteneció a sir Francis Drake, mientras que en Onin y el misterio del bosque los protagonistas se unen a Basajaun para combatir una plaga invasiva de avispa asiática.

Aventuras con un poso “histórico real” -“mucha gente no sabe que Izaro fue arrasada por piratas británicos”- y “ecológico” - “con las avispas descubren las amenazas del ecosistema a las que se van a enfrentar en el futuro”-, y que son el comienzo de una saga para la que ya tiene pensados próximos destinos y cuyo tercer libro saldrá en primavera.

Con estas entregas, el escritor confía en que los jóvenes se interesen por la geografía e historias locales. “Prácticamente todo lo que llega aquí de literatura juvenil, o está ambientado fuera o está traducido, lo que hace que los niños no se identifiquen con la historia. Hasta la forma de vestir es diferente. Con libros ambientados en nuestro entorno, los niños pueden ir más allá del texto y visitar con sus padres Urdaibai, el Amboto o la zona en la que esté escrito”, cuenta.

“Da más miedo un público juvenil”

Para escribir estas novelas, Martín ha tenido que sumergirse en la cabeza de un niño de diez años. “Es lo que más me costaba, ya que algo que crees que está bien desarrollado, a un niño le puede aburrir”, explica.

Un obstáculo que el donostiarra ha superado gracias a la inestimable ayuda de su hija, quien ha actuado como conejillo de indias. “Ella ha sido la primera en leer los libros, y según la cara que pusiera, sabía si esa parte le estaba emocionando o le aburría. Lo que me permitía luego modificarlo o no”, añade.

“Da más miedo enfrentarse a un público juvenil que a un lector que devora literatura negra”, revela, asegurando que en las presentaciones de sus anteriores libros podía preveer las cuestiones que le harían, pero con niños “las preguntas te pueden venir por cualquier lado”.

El escritor ha tomado como referencia a los grandes clásicos que leía con once años como Los Cinco y Los Hollister y “los ha actualizado a los tiempos de hoy en día”.

Además, ha contado con las ilustraciones del catalán Emmanuel Montiel, que a pesar de ya haber realizado las portadas de sus dos últimas novelas, La jaula de sal y El último akelarre, sigue sin conocerlo en persona. “Ha sido curioso, porque hemos trabajado por Internet y no soy capaz de ponerle cara, pero desde el primer momento conectamos y ha plasmado perfectamente lo que estaba en mi cabeza”, asegura.

Aunque el próximo año continuará escribiendo nuevas aventuras de Onin y su pandilla - “me encantaría recorrer toda la geografía de Euskal Herria con ellos”-, Martín ya trabaja en su vuelta a la novela negra. Tras la trilogía de la investigadora Leire Altuna, el escritor quiere narrar una historia sobre un asesinato en Urdaibai.

“La idea de escribir una novela juvenil en Izaro me llegó visitando esa zona para esta historia”, revela, al tiempo que comenta que “las historias locales son las que mayor impacto tienen a nivel internacional”. “Cuando leemos una novela negra nórdica, nos gusta que esté escrita por un autor de allí. Pues con lo de aquí nos pasa igual”, añade.

Lo que por el momento parece que seguirá dejando de lado serán sus libros de viaje junto a Álvaro Muñoz: “Antes recorrías Europa con un libro de 1.000 páginas, pero ahora tienes mucho más con solo hacer un click. La forma de viajar ha cambiado”.

Marín estará la próxima semana presentando las dos primeras entregas de las aventuras de Onin en la Feria de Durango.