Hubo un tiempo en el que las galerías de arte eran una parte notable del ecosistema cultural de Gipuzkoa, pero su peso ha menguado con el paso de los años. “Los compradores de aquí se fueron con la crisis económica y nunca han vuelto”, cuentan los propios galeristas guipuzcoanos, quienes achacan al cierre de Chillida Leku y a la falta de apoyo institucional y de promoción turística como las causas principales de este arrinconamiento.

“Fuimos uno de los primeros sectores en sufrir la crisis, y seremos de los últimos en recuperarnos. Desde hace un tiempo las ventas son muy flojas”, admite José Ignacio García Velilla, de la galería Altxerri, que tiene claro que el cierre de Chillida Leku ha supuesto una estocada grave para las galerías guipuzcoanas: “El perfil de turista con nivel cultural y económico alto, que es el comprador de arte en galerías es el que venía a visitar el museo y, una vez allí, le remitían aquí”.

Rita Unzurrunzaga, dueña de la galería Ekain, también en Donostia, opina igual y añade que desde hace años el perfil de comprador se ha reducido, “casi en exclusiva” a los turistas que visitan la ciudad. “Hace 15 años el comprador era de aquí pero ahora cada vez más es foráneo. Viene gente de Seúl, de Taiwán o de Australia, y en menor escala de los países nórdicos y de Estados Unidos”, explica la galerista.

Pero si este comprador internacional no llega a Gipuzkoa atraído por su oferta cultural, ¿con qué excusa acaba visitando las galerías del territorio? “Es un turista que viene para conocer la fama gastronómica que tenemos, y que una vez aquí, al poseer un interés cultural alto, decide visitar las galerías y llevarse algún recuerdo”, responde Gregorio Cibrián, de la galería Vetus Art, en la que “prácticamente el 80% de las ventas son a extranjeros”.

Por ese motivo, la mayoría de las galerías consultadas por este periódico tiene en el verano, “principalmente de julio a septiembre”, su principal carga de trabajo. “Todos los años vienen las mismas personas, es un cliente conocido, que puede ser extranjero, pero que tiene casa desde hace mucho tiempo aquí”, relata Leticia Izaguirre, de la galería Ispilu, en Zarautz. La galerista zarauztarra cree que quien acude a una galería hoy en día es “alguien que ha crecido con el arte”. “La gente joven no viene, el perfil de comprador actual es de una persona mayor de 40 años”, apunta.

Precisamente, con el objetivo de atraer un público más joven, Ekain cuenta con un espacio dedicado a las nuevas generaciones de artistas, además de realizar pases y visitas culturales al local. “Queremos que no tengan miedo a las galerías de arte y con ese objetivo realizamos también una labor pedagógica. Las galerías ya no son solo galerías, también promueven otras actividades culturales”, explica Unzurrunzaga, argumento que refuerza Izaguirre cuando enumera las propuestas que realizan en Ispilu, en la que tienen cabida desde presentaciones de libros hasta talleres de pintura: “Queremos que la gente entre a ver y conozca la galería, que es casi tan importante como que compren”.

“Estamos algo desamparados”

Para revertir esta situación, los galeristas echan en falta una mayor promoción institucional. “En 29 años que llevo en Altxerri no ha pisado la galería ni un solo concejal de Cultura del Ayuntamiento”, asegura sin titubeos García Velilla.

Todos los galeristas son conscientes de que al no tratarse de una sociedad sin ánimo de lucro, no pueden optar a ayudas económicas, pero consideran que una galería “es un añadido cultural más a la ciudad” y como tal debería tenerse en cuenta desde las administraciones públicas.

“Estamos algo desamparados. Llevamos desde la capitalidad cultural hablando con el Ayuntamiento sobre realizar un mapa en el que figuren las galerías de la ciudad y así puedan acercase los visitantes, pero sigue sin hacerse. Yo misma soy la que tengo que andar indicando a los turistas en su propio mapa dónde pueden visitar las otras galerías”, comenta Unzurrunzaga.

García Velilla va más allá y propone imitar la iniciativa surgida en París -y que se va a aplicar también en Barcelona y Madrid-, de rebajar el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) a espacios culturales como librerías, galerías, teatros y cines. “Las ciudades son más homogéneas que nunca. Da igual por qué capital estés, que todas tienen las mismas calles y tiendas. Nosotros marcamos una diferencia, cumplimos una función y por eso creo que deberíamos tener mayores facilidades”, agrega.

“Poco a poco estamos notando que el Ayuntamiento de Donostia busca una nueva estrategia, pasar de ciudad gastronómica a ciudad cultural. Y eso es de agradecer. Esperemos que se vayan dando pasos que transformen todo”, apunta Cibrián.

Las señas de identidad de cada galería, esto es, sus criterios a la hora de exponer, son para ellos la mejor baza que ofrecer a los municipios. “Somos una galería de artistas, no de exposiciones, y eso la gente no lo tiene claro. Promocionamos lo que nos interesa, lo que nos atrae, independientemente de las ventas, porque creemos que es importante hacerlo. Como digo muchas veces, somos un absurdo económico”, opina el dueño de Altxerri.

“No nos importa si son nuevos talentos o artistas ya consagrados, lo que buscamos es seleccionar a los que más se adecúen a nuestra esencia. Que busquen de algún modo romper barreras en el arte y que, como nosotros, quieran ir a mejor”, afirma el responsable de Vetus Art. “La gente que compra, busca lo más conocido”, añade por último Izaguirre, asegurando que eso no es siempre positivo: “Nos gusta dar continuidad a la gente, pero sin hacer ascos a los nuevos artistas. Esa actitud también debería reflejarse en los visitantes”.