Es difícil calificar a Lezo de Urreiztieta. El filme Jainkoak ez dit barkatzen, que se proyectará esta noche en el Victoria Eugenia en la Gala del Cine Vasco, lo califica como un “pirata” fuera de tiempo, un conseguidor del siglo XX. Este filme de Josu Martinez sigue los pasos de este hijo de Santurtzi, nacido en 1907 y fallecido en 1986, a través del mejor narrador que podía encontrar, el propio Lezo Urreiztieta.

El director, también responsable de otros filmes como Gure sorlekuaren bila, comenta que encontró en Andoain, en materiales pertenecientes a los fondos de Martin Ugalde -en manos del Ayuntamiento y sin catalogar-, unas cintas con 35 horas de grabaciones, realizadas entre 1975 y 1978, en las que el periodista entrevistaba a Urreiztieta, una conversación en el que el vizcaino hablaba sobre toda su vida. Pese a la longitud de la entrevista, Jainkoak ez dit barkatzen apenas dura una hora, lo que ha supuesto un gran trabajo de edición para su realizador: “Los que han visto la película me dicen que la vida de Lezo daría no para una película, sino para una serie. Hay temas muy interesantes que se han quedado fuera”. No obstante, subraya que ese trabajo de edición era necesario para que el proyecto tuviese una “coherencia”.

El documental se completa con entrevistas a quienes conocieron a Urreiztieta como los hijos de sus dos matrimonios y también tres historiadores: Iñaki Goioaga, de la Fundación Sabino Arana; Luis Sala, de la Fundación Indalecio Prieto; e Iñaki Egaña de la Fundación Euskal Memoria.

El también profesor del departamento de Comunicación Audiovisual de la UPV/EHU explica que el nombre de Lezo le había surgido varias veces durante sus investigaciones y que vio la oportunidad cuando describió esas grabaciones que “nunca nadie antes había escuchado”. “Ahí me di cuenta que había encontrado un tesoro, un material que contaba pasajes desconocidos de la historia vasca”, explica.

Si de alguna manera se puede definir a Lezo de Urreiztieta es como “poco común”, “difícil de describir” y “con muchas aristas”. El director del Zinemaldia, José Luis Rebordinos, consideró en una entrevista concedida a este periódico, que un personaje como este “ni inventado hubiese sido tan divertido”.

Fue contrabandista de productos primero, para luego pasar al contrabando de “verdad”: las personas (y también armas). Lo hizo por primera vez en la Revolución de Octubre de 1934, cuando rescató a centenares de socialistas que temían ser ajusticiados. A consecuencia de aquella operación, forjó una amistad con el histórico miembro del PSOE y ministro del Gobierno de la República, Indalecio Prieto. Tal era su amistad, que Martinez recuerda que a Prieto le llamaban Indalezo como método de burla.

Durante la Guerra Civil, por su parte, tras la caída de Gipuzkoa ayudó a retrasar la de Bizkaia “durante un año” logrando traer cargamentos de armas por mar desde países europeos como Checoslovaquia -introdujo hasta 17 embarcaciones llenas de material militar, sorteando los bloqueos fascistas-.

Acabada la guerra continuó con su peculiar vida -se divorció, algo muy inhabitual en aquella época- y desde el otro lado de la muga planeó en varias ocasiones cómo atentar contra Franco, por ejemplo, en sus estancias en Donostia. Según cuenta él mismo en Jainkoak ez dit barkatzen, estos planes fueron los que provocaron su expulsión del Estado francés y los que hicieron que acabase en México, donde protagonizó otra curiosa historia. Y es que estuvo negociando con el presidente del Gobierno de aquel país, Lázaro Cárdenas, para crear el Estado vasco en la isla de Guadalupe, situada en el Pacífico, ante la imposibilidad de independizar Euskal Herria. “Sería una nación libre de España, de Francia y más tarde de México”, reconoce Urreiztieta en el documental.

hombre de acción Militante nacionalista, Urreiztieta pertenecía a la Jagi-Jagi del PNV, a la que Martinez homologa con el Sin Fein irlandés: “Lezo no era el típico abertzale que imaginamos cuando pensamos en aquellos de los años 30”.

Durante el documental Lezo Urreiztieta se muestra muy duro con el PNV y también con el lehendakari José Antonio Aguirre.

No perdonaba la tibieza que, a su juicio, tuvo la dirección jeltzale en los primeros momentos del alzamiento fascista, ni tampoco unos contactos posteriores con los nazis. No obstante, Martinez afirma que aunque tenían sus diferencias, no significa que Urreiztieta no respetase a Aguirre.

Tanto es así que el director recuerda, aunque no sale en su documental, que el vizcaino tenía una habitación en el Hotel Carlton, donde se encontraba el Gobierno Vasco, junto a la del propio lehendakari. “Eso demuestra que tenían una relación estrecha”, comenta el realizador, que luego especula que quizá las diferencias entre ambos tuviesen que ver con un factor generacional y también con el hecho de que Urreiztieta fuese “un hombre de acción” que apostaba por la independencia -“no se fiaba de españoles, franceses e ingleses”-, mientras que Aguirre era “un político” de un corte más “pactista”.

generoso Martinez recuerda que, tal y como escribió Indalecio Prieto en sus memorias, el vasco “era generoso hasta la locura”. De esta manera, tanta facilidad que tenía de ganar dinero con el contrabando, como facilidad tenía gastándolo y repartiéndolo en sus gestas, por ejemplo, dándoselo a “refugiados” que cruzaban la muga. También recuerda algo que le contó el hijo del abertzale Eli Gallastegi: “Lezo fue dos o tres veces millonario y se arruinó otras tantas veces”.

MañanaAntiguo Berri 8 (22.00)

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